En la casa de Sebastian

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-¿Sebastian? ¿Dónde estoy?- Miré a mi alrededor, me encontraba en una cama, bastante cómoda y bien limpia. Estaba todo decorado con violeta y había peluches por doquier.- ¿Sebastian?- A mí alrededor no se encontraba absolutamente nadie. Me levanté de la cama, la cabeza me palpitaba por haber estado llorando tanto. Bajé unas escaleras que había en la casa y llegué a una sala. Tampoco había nadie. Luego a la cocina, ahí sí había alguien, sólo que no era Sebastian. La chica se volteó.

-Ah, hola, querida. ¿Cómo dormiste?- Me llevé una mano a la cabeza, y pensé antes de hablar. Poco a poco, me iba ubicando. Estaba en la casa de Sebastian, pero nunca antes había visitado el cuarto en el que acababa de despertar.

-Bien, creo. ¿Dónde dormí?- La chica dejó lo que estaba haciendo en la pileta de la cocina y se acercó a mí.

-En mi habitación. Hace años que no lo re decoro. Viví con mi padre desde los siete, así que... pues, ha quedado así.- Me sonrió con unos dientes blancos como los de la publicidad de Colgate.- Soy Alemania.- Mi primera reacción fue abrir los ojos como platos, luego, me ubiqué. La chica se acercó a darme un beso en la mejilla.

-Soy Celene, ¿cómo es que nunca te he visto aquí?- La chica se encogió de hombros.

-Ya lo dije, vivo con mi padre. Casi nunca paso por aquí.- Asentí y le sonreí. En ese momento, entró Sebas.

-¡Alemania!- Los hermanos se abrazaron con mucho cariño. Luego Sebas me llevó al sillón y puso una película.

Debo admitir que me relajé, pero no logré olvidarme del todo de Jay, la manera en la que no parecía haberme reconocido y en que había estado en coma. Me quedé dormida tan pronto como los personajes se pelearon. No me gustaban las peleas.

-Hey, ¿estás despierta?- Asentí.- ¿Te gustaría ir a la pileta?- De repente, ya no tenía más sueño.

-Claro. Oh, pero no traje mi bikini.- Dije algo decepcionada. Sebas hizo un gesto con la mano, restándole importancia, y subió las escaleras.

-Métete en ropa interior.- Se volteó unos segundos con una sonrisa arrogante en sus labios. Levanté una ceja, diciéndolo todo sin una sola palabra. Se encogió de hombros.- Valía la pena intenta.- Lo seguí.

-¿Sebastian? ¿Qué haces?- Entró a la habitación de su hermana, Alemania, y rebuscó en su armario. Mis ojos se abrieron.- ¿Que tu hermana no te enseñó a no revisar sus cosas? Puedes encontrar cosas allí que no te gustarán.- Se encogió de hombros.

-Sé dónde buscar.- Y del armario sacó dos bikinis. Luego de examinarlos, arrojó uno a la cama.- No me gusta el amarillo.- Me entregó el otro.- El naranja te quedará bien.- Lo miré, era naranja flúor y tenía motas de rosa, también resaltaba mucho. Negué con la cabeza.

-No, gracias, esto no es lo mío.- Me acerqué a tomar el otro bikini, pero mi amigo me lo impidió.- Vamos, no me gusta lo que... resalta.- Me empujó al baño y cerró la puerta, con llave y desde afuera.

-¡Te quedará genial!- Gritó desde el otro lado.- ¡Vístete rápido!

Hice caso. Cuando terminé de ponerme me miré al espejo. ¿Esa era yo? ¿Tan grandes eran mis pechos? Nunca me había dado cuenta de eso, siempre usaba cosas sueltas. Ni los vestidos eran tan ajustados al cuerpo como ese brasear. Negué con la cabeza y comencé a quitármelo, justo en ese momento, entró Sebas. Traté de taparme como pude.

-¡¿Acaso no tocas?! ¡¿Quién te educó a ti?!- El chico blanqueó los ojos.

-Si no es ahora, después, pero tarde o temprano terminaremos juntos en mi habitación.- Me reí y blanquee los ojos. A esas alturas ya me había acostumbrado a ese tipo de chistes.

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora