Otro Escape

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Otro Escape

-No puede ser.- Dije cuando Sebastian volvió. Me tapé la cara con las manos.- Mi hermano está acá.- Sebastian me miró raro.- Sé discreto.- Sebastian fingió buscar a la camarera para pedir algo más, mientras revisaba el lugar.- El que tiene un gorro mexicano y bigote.- Se volteó hacia mí y sonrió.

-Solo quiere saber si estás bien. No lo culpo, yo tampoco dejaría salir a mi hermana con alguien a quien no conozco.- Miré de vuelta la mesa de mi hermano. ¿En serio creyó que no lo iba a reconocer? Unos segundos después llegaron otros tres “mariachis” con gorros y vestidos ridículos con los pedidos. No podía creer que los Welst también estuvieran acá. Suspiré y me obligué a volver a la conversación con Sebastian, los asfixiaría con la almohada más tarde.

-Pero era mi día, ¿no podía dejarme tranquila solo por hoy? Siempre se preocupó por mí. No pido que se vaya a otro planeta, solo que se quede en casa un día. Uno solo, ¿es tanto pedir?- Sebastian me sonrió.

-No es nada. Si quieres te llevo de vuelta a tu casa y nos vemos… ¿qué tal el miércoles?- Le sonreí, sí que sabía cómo animarme.

-Está bien, y perdón por mi hermano.

-No tienes por qué disculparte.- Sonreí. Pagamos la cuenta y nos dirigimos a su auto. Al llegar a casa, lo abracé y le agradecí de nuevo por todo. Baje, tratando de parecer tranquila, y abrí la puerta. Solo me dejé enfurecer cuando la puerta se hubo cerrado.

-¡Daniel Monroe! ¡Te voy a matar! ¡Voy a arrancarte cada uno de tus pelos hasta que quedes completamente calvo!- Tiré mi bolso al sillón y recorrí la casa hecha una fiera. No había nadie, absolutamente nadie. En eso, la puerta se abrió y entraron todos riendo y vestidos como siempre. Debieron ir a dejar los trajes al alquiler.- ¡¿No tienen vergüenza?! ¡Era mi día! ¿Cómo pudiste?- Le pregunté a mi hermano.

-¿De qué hablas?

-No se hagan los tontos, los vi en el restaurante, ¿por qué me siguieron? Era MI cita.- Todos clavaron la vista en el piso. Stella se frotó el codo y los chicos se rascaron la nuca. Parecían arrepentidos, pero ya lo habían visto todo.- No puedo creer que me hayan hecho esto.

-Tampoco fue para tanto. Te seguimos a tu cita, sí, solo fue una cita.- Fulminé a Jayson con la mirada y cerró la boca. Miré a mi hermano.

- Un día, quería despejarme un día y olvidarme de todo. Siempre estás protegiéndome, ¿nunca te preguntaste si me estabas protegiendo de lo que me hace bien?

-¿De lo que te hace bien? ¿Lo que te hace Carl?- Lo miré, asustada. No se atrevería a decirlo frente a todos. Di dos pasos hacia atrás y miré a los hermanos que no entendían nada. Volví a mi hermano.

-No te atrevas.- Susurré.

-¿Qué no me atreva a qué? ¿A gritar lo que ese… estúpido te hizo?- Me tapé los oídos, no quería escuchar que esas palabras salieran de su boca. Pero lo seguía escuchando, así que cerré los ojos con fuerza, como si eso ayudara. Sus labios se seguían moviendo.- ¿Quieres volver? ¡Pues vuelve!- Me encogí hasta quedarme de rodillas en el piso.

-Basta, basta, basta…- Balbuceaba.- ¡QUE TE CALLES, MIERDA!- Las lágrimas comenzaron a salir junto con los recuerdos de cada día y cada noche que pasé con ese abusador. Me paré y me fui a mi nueva habitación. Me tiré en la cama a llorar, pero no podía, algo faltaba. Me sentía descubierta, vulnerable. Tomé mi abrigo verde y me acerqué a la ventana, demasiado alto. Pero abajo había un toldo, tal vez me soportaría, y si no lo hacía, por lo menos amortiguaba la caída. No lo pensé dos veces, porque sabía que me arrepentiría. Y dejé mi celular para que nadie molestara.

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora