Las frías calles de Venecia y sus escaparates perfectamente adornados no dejaban lugar a dudas de que las fiestas se acercaban.
Kate nunca había sido famosa por su espíritu navideño; sin embargo, ese invierno se sentía llena de ilusión, a pesar de que en un rinconcito de su corazón, cerrado con llave, mantenía guardados los recuerdos de las navidades vividas con Sam y June, junto con el dolor que le provocaba la ausencia de sus amigas.
Pero, cuando sentía ganas de verlas, miraba hacia abajo, a su abultada barriga, y recordaba por qué estaba haciendo todo aquel sacrificio.
Galatea también le estaba sirviendo de mucha ayuda, ya que se había convertido en una de las personas más importantes de su vida.
Gracias a ella, había aprendido a controlar sus nuevos dones y ya le resultaba muy sencillo usarlos a placer.
A pesar de la ausencia de Enzo, ni Galatea ni Kate habían vuelto a hablar del tema.
Él tampoco había dado señales de vida.
Kate había tenido varias revisiones con el Dr. Ferro pero, por mucho que lo habían intentado, el bebé no había colaborado a la hora de dejarles ver si se trataba de un niño o una niña.
Kate entró en una diminuta tienda de joyería artesana, en busca del regalo de Navidad perfecto para Galatea.
La puerta se cerró tras de sí, e inmediatamente sus ojos se posaron en las dos maletas que había junto a la entrada.
−Galatea, ya he vuelto.
La silueta inconfundible de Galatea apareció en lo alto de la escalera de mármol.
−¿Cómo han ido las compras?
Kate sonrió mientras le enseñaba la pequeña bolsa de la joyería. Los ojos de Galatea se entrecerraron con curiosidad.
−Oh, ¿qué será?
Kate arqueó las cejas mientras su rostro se volvía interesante.
−Ya verás −Su mirada reparó de nuevo en las maletas y abandonó el tono de diversión que animaba su voz.
−¿Tenemos visita?
Galatea, que había descendido rápidamente por las escaleras con su habitual elegancia, se plantó delante de ella y le dedicó una dulce sonrisa.
−No, son nuestras maletas.
−¿Nuestras?
−Nos vamos a Verona a pasar las navidades con unos amigos.
El rostro de Kate reflejó los nervios que le provocaba la propuesta.
−Desde que Enzo se marchó, hemos estado las dos solas, y ya va siendo hora de que amplíes tu círculo de amigos.
De pronto, Kate palideció y se llevó la mano a la abultada barriga. Galatea se acercó más a ella y la miró con sus enormes ojos grises abiertos como platos.
−¿Estás bien?
Kate empezó a reír y miró hacia su vientre.
−Ya era hora, pequeño.
Galatea empezó a ponerse nerviosa.
−¿Qué le pasa al bebé?
−Por fin se ha movido.
Los ojos de Galatea se iluminaron mientras se acercaba a la barriga de Kate.
−Nos tenías preocupadas, eres un bebé muy tranquilo.
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ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo I
VampireKate, una chica corriente de Nueva York, tras una aventura en Venecia con sus amigas y un suceso inesperado, tendrá que abandonar su vida, tal y como la conocía hasta aquel instante, y enfrentarse al secreto mejor guardado de la historia. Así, se in...