14 - Preparativos

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La luz de la luna apenas se filtraba por las ventanas de la habitación de Jayden, y Kate no tuvo más remedio que guiarse por su sentido del oído para llegar hasta la cuna donde su recién nacido lloraba a pleno pulmón, desconsoladamente.

Kate cogió delicadamente al pequeño entre sus brazos y, mientras tarareaba la nana del carrusel, intentó calmar a su atormentado hijo.

Sin saber por qué, un gran sentimiento de pesar también empezó a crecer en su interior.

Como si algo muy querido le hubiera sido arrebatado.

El silencio se adueñó de la habitación en penumbra y la ansiedad se apoderó de Kate al descubrir que entre sus brazos ya no estaba Jayden.

Intentaba pedir ayuda a Galatea, pero los gritos se negaban a sonar entre sus cuerdas vocales.

Estaba completamente sola, Galatea no estaba junto a ella y se sentía desamparada.

Su propio grito la despertó.

La luz del sol se percibía tras los cortinajes de su habitación y aquello la tranquilizó momentáneamente.

Estaba en casa de Galatea, a salvo.

Sus temblorosas manos recorrieron su barriga, acariciando cada rincón, mientras en su interior se repetía una y otra vez que había tenido una pesadilla.

Sin embargo, algo en su mente no la dejaba serenarse completamente. El sentimiento de quedarse sola la aterraba.

Galatea irrumpió en la habitación, presa del pánico, con la bolsa para el hospital de Kate en una mano y las llaves de la lancha a motor en la otra.

−¿Estás de parto?

En otra situación, Kate hubiera estallado en risas al ver a la organizada Galatea alterarse de aquella manera.

−No, estoy bien, simplemente he tenido una pesadilla.

Galatea se recostó en el marco de la puerta y respiró hondo. A pesar de haber pasado otras veces por varios partos, nunca se había acostumbrado del todo a la emoción que sentía cuando llegaba el momento del alumbramiento.

Y el parto de Kate era aún más especial.

Sin motivo alguno, la respiración de Kate se aceleró y empezó a palidecer. Galatea soltó la bolsa y la llaves en el suelo y saltó hacía la cama de su amiga.

−¿Qué te pasa?

Kate no podía articular las palabras. Su pulso estaba disparado y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos sin previo aviso.

La ansiedad se adueñó de todo su ser y la habitación le empezó a dar vueltas.

Galatea comenzó a alarmarse de verdad, al ver el estado en el que se sumergía Kate.

−Contéstame, me estas asustando.

Los ojos de Kate perdieron su brillo habitual y, poco a poco, se fijaron en los de Galatea, que estaban abiertos de par en par, reflejando su preocupación.

−¿Qué va a ser de nosotros?

Galatea frunció el ceño. Apenas entendía sus palabras entre los sollozos ahogados.

−¿A qué te refieres, Kate?

−¿Dónde iré cuando nazca Jayden?

Galatea sonrió brevemente, mientras enjugaba las lágrimas del rostro de Kate.

−Deja que yo me encargue de todo. Confías en mí, ¿verdad?

−Confío en ti, pero... −Los sollozos aumentaron mientras lchaba por respirar entre palabra y palabra− estaremos solos.

ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora