Tras engullir velozmente el tazón de cereales, se levantó de la mesa y se echó un último vistazo en el espejo del baño para comprobar el estado de su pelo.
Estaba nervioso. Ansioso, sin motivo aparente, por llegar al instituto, y las imágenes de Andy, que habían invadido sin permiso sus sueños, no hacían más que revolotear por su adormecido cerebro sin ayudar a calmarlo demasiado.
La culpa era de Galatea.
Sin duda, ella era la responsable de haber sembrado aquella semilla de posibilidades absurdas en la mente de Jayden. Hasta ahora, jamás se había planteado el hecho de tener novia. Ni siquiera se había fijado en el sexo femenino más allá de su familia.
Las palmas de las manos le empezaron a sudar y los mechones de pelo negro parecían no querer colaborar para ofrecer un mejor aspecto al inquieto Jayden.
−Esto es una estupidez.
Las palabras rebotaban contra el espejo y chocaban contra su pecho, como si la persona reflejada no fuera él, calando en el interior de su alma con sus fulminantes ojos grises y escrutando sus sentimientos reales, y no los infundados por Galatea.
−Sólo somos amigos.
Se dedicó una brillante sonrisa llena de falsa confianza y, tras dar por perdida la batalla contra su rebelde pelo, se dispuso a ir en busca de su madre para que le llevara al instituto ya que, gracias al toque de queda, su libertad se había reducido a asistir a clase y a su propia casa o la de Emma.
Las risas que se oían en la cocina no le dieron buena espina. Con prisas, recogió su mochila y su abrigo.
−Buenos días, Jay −Emma le dedicó una dulce sonrisa.
−Hola, Em. ¿Qué haces aquí?
−Oh, nada –Dedicó un mirada de complicidad a Galatea−. Hoy me uno a vosotros como escolta, no tengo clase y bueno... quería conocer a tu novia.
Galatea contuvo una risa nerviosa.
−Pero que malas que sois, dejad a mi pobre niño.
Jayden quiso fundirse y volverse líquido para poder desaparecer entre las rendijas del parquet, ante las tres mujeres que parecían disfrutar de su nueva vida amorosa.
−Me da igual lo que os haya contado Galatea. Andy es sólo una amiga.
Emma pareció arrepentida ante el crispado tono de voz de su amigo y Kate se acercó para consolar a su hijo.
−Discúlpalas, cariño. Sólo bromeaban.
−Lo siento, Jay.
Galatea enarcó las cejas, mientras clavaba sus ojos en los de Jayden.
−Yo siento habérselo contado a todos, pero sigo diciendo que a ti esa chica te gusta. Ya lo comprobarás por ti mismo hoy, cuando la veas.
Las palabras de Galatea se filtraron en la imaginación de Jayden que, automáticamente, recreó la expresión de Andy cuando se encontraran aquella mañana.
El corazón le dio un vuelco y su piel se volvió carmesí.
−Jayden, no hay nada de malo en que te guste una chica −La mirada de Galatea se había vuelto dulce y tranquilizadora.
−Si, Jay. Además, cuentas con tres mujeres, a las que les puedes preguntar cualquier cosa sobre chicas. Juegas con ventaja.
Él buscó desesperado el rostro de la única persona que no le forzaba a hablar del tema y ella le sonrió.
−Chicas, ya está bien. Le estáis acosando. Cuando él necesite ayuda, ya nos buscará.
−Gracias, mamá.
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ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo I
VampirgeschichtenKate, una chica corriente de Nueva York, tras una aventura en Venecia con sus amigas y un suceso inesperado, tendrá que abandonar su vida, tal y como la conocía hasta aquel instante, y enfrentarse al secreto mejor guardado de la historia. Así, se in...