l caótico desorden sobre su mesa indicaba, claramente, que Emma estaba en una de sus intensas jornadas de estudio.
Durante los tres años que llevaba cursando derecho en la universidad de Londres, sus notas no habían dejado de reflejar su gran esfuerzo, por lo que sus padres estaban muy orgullosos.
Emma no atravesaba un buen momento cuando Jean se decidió a entrar en su habitación aquella mañana.
−Emma, ¿quieres que te traiga algo de beber?
Ella apenas apartó la mirada de sus apuntes, mientras repiqueteaba con las uñas sobre un grueso libro de derecho.
−No papá −Su tono fue tosco.
−¿Te puedo ayudar en algo?
−No, a no ser que entiendas estas estúpidas leyes que me tengo que aprender. No se por qué no me apunté a bellas artes, allí no te piden que seas listo y tengas memoria para empollar estas estupideces.
Jean se sintió un poco aludido con el comentario de su hija sobre los artistas, pero lo pasó por alto sin importarle demasiado.
−Cariño, tú eres muy inteligente y conseguirás todo lo que te propongas.
Emma le miró con los ojos llenos de furia, mientras se le formaban unas pequeñas arrugas alrededor de su boca, que le dieron un aspecto salvaje.
−Sinceramente, papá, si piensas quedarte aquí soltándome tópicos absurdos, más vale que te vayas por donde has venido.
Jean frunció el ceño, completamente en desacuerdo con la actitud de su hija, pero los veintiún años que había pasado junto a ella eran suficientes para saber que ella no decía todo aquello de corazón. Comprendió al instante que algo la atormentaba y decidió darle espacio hasta que volviera a ser la de siempre.
Sin mediar más palabras y bajo la indiferencia de ella, abandonó la habitación cerrando la puerta de un suave golpe.
Emma se sumió de nuevo en su tediosa lectura sin un ápice de culpabilidad por sus venenosas palabras hacia su amado padre.
El Aula de Música se había convertido en una de sus favoritas. No porque allí aprendiera a tocar el piano o algún otro instrumento exótico, sino porque en aquella solitaria habitación, escondida y olvidada en el sótano del gran instituto, se llevaban a cabo experimentos y ejercicios que ayudaban a los jóvenes dhaphiros a desarrollar sus aún adormecidos sentidos.
Jayden, que tras varias semanas asistiendo al club secreto, ya había cogido confianza con sus tres compañeros y con el profesor James, se había enterado de que ellos eran los últimos en añadirse a un grupo mucho mayor de dhaphiros adolescentes, entre ellos Steve, el frío dhaphiro de ojos verdes que Jayden se encontró en una ocasión en el despacho del profesor. Por fortuna para él, Steve ya había superado su aprendizaje y ahora iba a otro centro con dhaphiros mayores para terminar de perfeccionar todas sus cualidades para estar al cien por cien.
Con el paso de los días, la culpabilidad de mentir a su madre los tres días por semana que acudía al club, fue sustituida por las ganas de aprender más sobre lo que era capaz de hacer y las técnicas que el profesor les explicaba para despertar antes sus más feroces instintos.
Derek había resultado ser un buen amigo para Jayden, y su vida se vio transformada pasando a ser la de un chico normal, con amigos y novia. Lo que siempre había deseado.
Pero, por desgracia, sus nuevas amistades y labores le habían tenido tan ocupado que se había olvidado de la única persona que siempre le había sido fiel a su amistad.
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ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo I
VampireKate, una chica corriente de Nueva York, tras una aventura en Venecia con sus amigas y un suceso inesperado, tendrá que abandonar su vida, tal y como la conocía hasta aquel instante, y enfrentarse al secreto mejor guardado de la historia. Así, se in...