8 - Buscando escarabajos

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Las gotas de lluvia resbalaban por los cristales pero, a pesar del mal tiempo, Kate se sentía llena de felicidad.

Estaba radiante.

Aquella mañana fue ella la primera en levantarse, y decidió invertir la costumbre de Galatea y ser ella en esta ocasión la que despertara a su amiga.

Aún se sentía fascinada por aquella faceta de los vampiros; simplemente les bastaba con dormir tres horas para estar frescos como una rosa.

Sin pensarlo un momento, salió de su habitación vestida únicamente con su corto camisón de tirantes, hecho con un suave algodón y se plantó en la puerta de la habitación de su amiga.

Llamó una sola vez y abrió la puerta.

Galatea ya estaba despierta, sentada frente a su tocador arreglando su maraña de rizos.

Sus miradas se encontraron a través del espejo.

−Buenos días, Kate. ¡Qué madrugadora!

−Buenos días. Qué lástima, tenía la esperanza de ser yo esta vez quien te sacara de la cama.

Galatea se incorporó y se acercó a Kate que estaba plantada en la entrada de la habitación.

−¿Por eso aún estás en camisón?

El tono burlón de Galatea hizo sentir incómoda a Kate.

−No es eso exactamente, es que mi ropa empieza a no caberme.

Galatea se acercó y le acarició suavemente la pequeña barriga que Kate empezaba a lucir.

−Es algo evidente. Está bien, desayunaremos e iremos de compras. Eso sí, sólo a tiendas que tengan el escarabajo. ¿Aceptas el reto?

−Acepto.

Se dieron la mano con un tono burlón brillando en sus ojos.

Cuando hubieron desayunado, las dos amigas se adentraron en el laberinto de callejuelas de Venecia, regadas por la lluvia de la mañana.

Por suerte, el aguacero ya había cesado.

Galatea se sentía exultante. Le gustaba hacerle a Kate de profesora y poner a prueba sus habilidades.

−Tú dirás... ¿A qué tienda vamos?

Kate empezó a mirar uno a uno los escaparates de las tiendas de moda de la callejuela, en apariencia normales, en busca del símbolo egipcio.

Tras caminar varios metros bajo la atenta mirada de Galatea, que reprimía su instinto de mirar hacia los locales que ella tan bien conocía, Kate se detuvo ante una tienda y sonrió satisfecha.

−Aquí tenemos uno.

Galatea arqueó las cejas poniendo a prueba a su alumna.

−¿Dónde esta el escarabajo?

Kate miró hacia el suelo y señaló con la punta de su zapato la alfombra de la entrada del establecimiento donde, bajo la palabra "ciao", había dibujado un escarabajo en color verde.

Galatea sonrió satisfecha.

−Bravo, Kate. Éste era de los difíciles.

−Gracias −Miró a su alrededor y luego susurró bajito cerca del oído de su amiga−. Galatea, ¿qué pasa si a un humano se le ocurriera usar este símbolo en una tienda normal?

−A veces nos ha pasado. Es por eso que tenemos una especie de santo y seña.

Kate sonrió divertida. Cada día le gustaba más formar parte de una sociedad secreta.

ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora