47 - Reencuentro

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El fuego prácticamente se había extinguido en el laboratorio, bajo la atenta mirada de Enzo.

Gracias a aquella casualidad, el ejército del Consejo no les había encontrado.

Jayden hacía horas que no abría la boca y se debatía entre el trance en el que Enzo le había sumido y su susurrante voz interior que intentaba hacerle entrar en razón.

−Coronel, el sistema de seguridad ha sido destruido por completo. No hay manera de abrir las puertas de manera automática.

Enzo se cruzó de brazos y frunció el ceño.

−Habrá que forzarlas, entonces. Hemos de marcharnos cuanto antes. La gente del Consejo volverá para ver si pueden obtener alguna prueba de lo que hacíamos aquí.

Robert chasqueó la lengua.

−¿Crees que ya se han ido?

Enzo se limitó a asentir con soberbia en sus fríos ojos grises.

−¡Cabo, Sargento, abran las puertas!

Los hombres se levantaron ágilmente de sus asientos y, con una fuerza sobrehumana, clavaron sus dedos en la junta que apenas había entre las dos gruesas puertas de cristal.

Cada uno hacía fuerza hacía un lado distinto, pero la puerta apenas cedió.

Bajo sus dedos, el cristal empezó a agrietarse.

−¡Vamos, no tenemos todo el día! −La voz de Enzo parecía irritada.

Los esfuerzos de los dos militares apenas obtuvieron resultado.

Robert se les acercó, a la vez que lanzaba una mirada desafiante a Enzo.

−No es un trabajo para jóvenes vampiros −Su voz sonó grave y amenazante.

Con un puñetazo, aparentemente sin mucho esfuerzo, dirigido al centro de la junta, consiguió que las grietas fueran mayores y se fueran extendiendo por toda la superficie de la puerta.

Los ojos de Jayden, absortos ante la muestra de fuerza, no perdían detalle alguno.

Robert profirió un ligero gruñido.

−Ahora sólo falta rematarla −Con un cínico gesto indicó a los dos militares que la tiraran a golpes.




Los oscuros y derruidos túneles parecían no terminar nunca, contribuyendo a desesperar aún más al grupo que encabezaba Jean.

−No encontraremos ninguna pista entre este montón de escombros, necesitamos rastrear a Jayden.

Jean miró desafiante a Emma, que empezaba a perder la paciencia.

−No creo que sirviera de nada y colapsarías tus pulmones de este humo infecto.

−Yo lo haré −Sin que nadie tuviera tiempo de impedírselo, Kate llenó de aire sus pulmones.

Galatea la zarandeó.

−No te servirá de nada.

"Espera, dame una oportunidad"

Permaneció unos instantes con los ojos cerrados, mientras mantenía en sus pulmones el humo de una sola bocanada.

−Galatea, ¿qué hace? −La voz de Iris sonaba más aguda de lo habitual.

Ella se encogió de hombros.

"Creo que noto algo"

Kate avanzó un par de pasos por el camino que habían escogido y tomó otra bocanada de humo.

ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora