18 - Conversión

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Las semanas fueron pasando rápidamente y, poco a poco, hicieron de la casa recién adquirida un hogar en toda regla.

Kate se había recuperado notablemente del incidente, e incluso tuvo algunos remordimientos cuando la pequeña Emma se presentó en su casa acompañada de sus padres con un gran perro de peluche para Jayden y le leyó una carta, escrita de su puño y letra, pidiéndoles disculpas por lo sucedido.

Galatea se sentía feliz ayudando a Kate en las tareas domésticas y en todo lo relacionado con el cuidado de Jayden.

Aquella mañana, Kate se sentía llena de vitalidad y optimismo, mientras jugaba con su pequeño, tumbada sobre una manta en el suelo de la habitación de la planta baja, que habían destinado a biblioteca y sala de juegos.

Galatea observaba la escena desde la puerta y reía, observando cómo el bebé se entretenía tirando los juguetes lo más lejos psible del alcance de su madre.

Kate se aproximó a una de las estanterías donde tenían la mayoría de los ejemplares de la biblioteca de la casa familiar de Galatea para recoger una rana de plástico que Jayden, muy hábilmente, había lanzado.

Al incorporarse, se golpeó contra una de las baldas de madera labrada del mueble, abriéndose un pequeño corte en la frente, del que empezó a manar sangre a borbotones.

Galatea salió corriendo hacía ella y le ofreció el pañuelo que siempre llevaba con ella en el bolsillo de sus pantalones.

−¿Estás bien? Menudo golpe más tonto.

−Sí, estoy bien. ¿Puedes cuidar de Jayden mientras me lim-pio esto?

Galatea la siguió con la mirada hasta la puerta mientras consolaba al pequeño Jayden, que hacía un leve puchero al ver a su madre alterada.

Tan sólo unos minutos más tarde, Kate reapareció en la habitación con una estrafalaria tirita infantil, con dibujos de dinosaurios en la frente.

Galatea contuvo una risotada al verla.

−Parece mentira que de un corte tan pequeño salga tanta sangre –Reparó en la mueca burlona de Galatea, que disimulaba jugando con Jayden–. Sí, ya lo sé, no hemos comprado tiritas para adultos.

Galatea dejó libre su sentimiento de burla y empezó a reír musicalmente.

−Si no tenemos tiritas para adultos es porque, a estas alturas, contaba con que ya fueras un vampiro.

Una extraña sensación recorrió el cuerpo de Kate al recordar aquel tema pendiente que había olvidado por completo.

−La verdad es que, desde que nació Jayden, no he pensado en el tema.

Galatea, al notar su reacción, se apresuró a quitarle importancia al asunto.

−Ya sabes que estás en tu derecho de seguir siendo mortal; gracias a Dios, nuestra sociedad ya no impone el cambio.

−No, quiero hacerlo.

Kate elevó tanto el tono de voz que Jayden se sintió inquieto en los brazos de Galatea.

−¿Estás segura?

−Por nada del mundo me gustaría envejecer y ver que tú y Jayden seguís jóvenes e inmortales.

Galatea alargó una mano y Kate se la estrechó con fuerza.

−¿Cuándo te gustaría convertirte?

−La verdad es que no sé cuál sería el mejor momento. Ahora Jayden me necesita, pero tampoco quiero esperar a que sea mayor.

Kate empezó a sopesar los pros y los contras mientras, con los dedos, calculaba fechas y situaciones memorables en la vida de Jayden.

ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora