12 - Los amantes

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Por suerte para ellos, el clima parecía haber empeorado, y aquello les animó para hacer una pequeña ruta turística por Verona.

Emma, ataviada con un precioso abrigo verde que hacía juego con sus ojos, tiraba de Kate con fuerza hacía fuera del coche. La pequeña parecía haberle tomado mucho cariño y no se despegaba de ella en ningún momento.

Jean, como buen anfitrión, encabezaba el pequeño grupo de turistas que formaban y se encargaba de dar datos históricos de los monumentos que recorrían.

Tras visitar varios sitios de interés, llegaron a la joya de Verona.

El Balcón de Julieta.

Kate no pudo evitar sentirse decepcionada al ver el diminuto balcón de piedra tallada, que sobresalía de la fachada de una antigua casa.

Galatea se le acercó disimuladamente al percibir su desencanto.

−A mi me pasó lo mismo.

−La verdad es que no sé qué esperaba encontrar, pero la historia de Romeo y Julieta es tan romántica que quizás un balcón precioso, amplio y lleno de flores, en un paradero idílico propio de un cuento de hadas, sería lo más apropiado.

Galatea hizo un gesto teatral con la mano llamando la atención de Jean y señalando a la vez a la desencantada Kate.

−Querido Jean, he aquí una soñadora romántica como tú.

−¿También esperabas algo más encantador?

Kate se limitó a asentir, mientras se ruborizaba al verse un poco en evidencia.

Iris se acercó a Galatea, con un brillo burlón bailando en sus ojos.

−Seguro que a Kate le encantaría conocer la historia de cómo nos conocimos Jean y yo.

Galatea se cubrió el rostro con las manos fingiendo un sobreactuado desespero.

−No, Jean, otra vez no. No sé si seré capaz de soportar tanta felicidad y amor empalagoso.

Jean la rodeó con su brazo mientras Kate, divertida y animada por Emma, daba pequeños saltitos de emoción.

−Vamos, Jean, cuéntame la historia.

Él dedicó una mirada de súplica a Galatea, que no podía evitar sonreír ante su cariñoso amigo.

−¿Puedo?

−Está bien.

Él asintió triunfal, mientras se adentraban en las callejuelas cargadas de historia de Verona.

−Todo empezó hace poco más de ocho años, en Edimburgo...



Edimburgo, 1980.

El olor a cerrado le golpeó como un puño en cuanto abrió la puerta de su nueva vivienda.

La casa, que había adquirido pocos días atrás, era de un tamaño muy modesto y estaba equipada con viejos muebles en perfecto estado.

Jean, tras meditarlo mucho, había escogido aquella antigua vivienda como residencia habitual para sus próximos diez años, en gran parte, por su localización. Estaba tan cerca de su nuevo lugar de trabajo que apenas se tenía que desplazar quince minutos a pie para llegar hasta él.

El puesto de profesor de historia del arte en la Universidad de Edimburgo había sido muy sencillo de conseguir, gracias a la bolsa de trabajo del Gran Consejo Escocés.

Aquella mañana, tras ordenar algunas de sus pertenencias en su nuevo hogar, cogió su destartalada bicicleta en dirección a su empleo.

La universidad estaba completamente vacía, ya que faltaban algunos días para que los alumnos abarrotaran aquellos pasillos cargados de historia.

ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora