3 - Imprevisto

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Kate había vuelto a la más absoluta normalidad. Cumplía con su deber en su empleo, como siempre, y pasaba las noches con June viendo películas o series en su bonito piso de Brooklyn Heights. Enzo ya formaba parte del pasado y ni Kate ni June habían vuelto a hablar del asunto.

Aquella tarde soleada de Junio era el día perfecto que Kate había deseado para la boda de su amiga.

Sam lucía radiante de felicidad con su inmaculado vestido de novia, mientras el fotógrafo retrataba a los recién casados y a los invitados.

−Está preciosa.

June dejó rodar una lágrima por su mejilla. Kate le sonrió y la abrazó con ternura.

−¿Quién crees que será la próxima?, ¿tú o yo?

−Sin duda tú, ya te veo rodeada de niños, con un marido que te adorará, viviendo en una casita en las afueras, donde los pequeños puedan aprender a montar en bicicleta.

Kate la miró horrorizada.

−Vaya, parece que no es la primera vez que piensas en mi futuro.

−Suelo imaginarme el de todos mis seres queridos.

June sonrió con la inocencia propia de una niña.

−¿Y qué será de ti, mientras yo vivo feliz con mi familia?

−Me convertiré en una diseñadora de zapatos famosa y no tendré tiempo para ninguna familia, así que tendré varios amantes que me colmarán de caprichos.

−¡Serás golfa!

Kate y June empezaron a reír escandalosamente y algunos de los invitados más formales las miraron con desaprobación. Por suerte, el fotógrafo las llamó para que acudieran junto a los novios y, así, inmortalizar el feliz día de su amiga.

Sam les dedicó una amplia sonrisa.

−Estáis preciosas.

−Hoy no hay nadie más hermosa que tú, Sam −June contuvo una lágrima y el fotógrafo les sacó una instantánea.

−Mark, ¿te importa si nos hacemos una foto sólo las tres?

−Claro que no, cariño.

Mark besó la mejilla de su flamante esposa y se hizo a un lado, mientras las tres amigas se abrazaban y posaban para una nueva fotografía.

Kate deseó poder tener algún día alguien con quien compartir su vida y ser la mitad de feliz que los recién casados.

Hacía apenas un par de horas que June y Kate habían vuelto a casa de la boda de Sam. La fiesta se había alargado hasta bien entrada la madrugada y ya empezaba a amanecer.

Kate se despertó con sed y se dirigió a tientas hacia la cocina, arrastrando sus pies doloridos, ya que habían sido torturados por los tacones de los zapatos de fiesta.

Cogió un vaso del armario y lo llenó con zumo de naranja del frigorífico. Se lo bebió rápidamente y volvió a su habitación.

No le faltaban más que unos pasos para llegar a su cama cuando de repente unas náuseas invadieron su cuerpo. Salió corriendo en dirección al baño y vomitó escandalosamente.

June, que tenía un sueño muy ligero, se despertó sobresaltada y acudió al lado de su amiga.

−¿Estás bien?

Kate, sentada frente al inodoro, se limpiaba con una toalla.

−Creo que el zumo de naranja está caducado.

ALMA INMORTAL - La Saga del Escarabajo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora