13.- Tranquilidad y desahogos

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***

—No lo creo— dije— No, no, no ,no.

Todos estaban expectantes mirando la escena. No creo que yo halla sido la mayor preocupación, pues, todos estábamos preocupados por una sola cosa.

—¿Papá?— Chibiusa se incorporó lentamente, tratando de llamar la atención de Mamo. Nada. No logra ni siquiera que se voltee. — Papá... Soy yo, tú hija Chibiusa— Ahora está inclinada a la altura de Mamoru— No... ¿No recuerdas quién soy?

Silencio.

—Lo siento— Mamo inclina su cabeza, decepcionado de sí mismo.

Las lágrimas brotan, no solo de mis ojos, si no que de varios pares más. — Recuerde, por favor, Señor Mamoru— le digo, él se voltea pero su rostro no muestra señal de conocerme.

Al salir de la habitación, los demás se reunen junto al doctor para hablar del estado de Mamoru.

—El ¿Recobrará la memoria? — Chibiusa parecía impaciente, yo estoy unos metros alejada, pero lo suficientemente cerca como para escuchar.

—Eso no lo podemos determinar— la mirada de Chibiusa se desanimó, su sonrisa desapareció,a angustia se le veía desde lejos. Chibiusa estaba muy preocupada.

—¿Que podemos hacer?— habló Helios— Para ayudar, por lo menos un poco a que mejore.

El doctor miró a todos, y luego vió los papeles de pacientes.— Les daré recomendaciones, por si mejora, estas pueden ayudar en algo. El Rey se puede ir al Castillo, pueden hablar con él y entablar conversaciones, lo único que les advierto es que no lo fuercen, no lo fuercen a recordar, eso lo dañará, se sentirá mal y lo dejaría sin ánimos. Bueno, eso es todo. Si me permiten.

El doctor empezó a retirarse, pero Chibiusa lo llamó— ¡Doctor!— todas la quedamos mirando— P-puedo hablar con ustedes... En privado.

Él asintió.

Volvimos al auto a duras penas, el traslado de Mamo sería a la mañana siguiente. Los ánimos de todos se veían —y sentían— decaídos, el ambiente era tenso, ninguno se hablaba, pues nadie encontraba un tema de conversación que no fuese de Mamo.

Chibiusa no me retó, no me buscó para encontrar una razón de por qué estaba allí. En estos momentos quien importaba era Mamo.

Él era quien nos necesitaba a hora.

—Allí está el comedor... La sala del trono... La cocina... Los dormitorios... La sala de estar... La biblioteca... ¡Mira! ¡Este es tú cuarto!

Chibiusa se mostraba más animada que el otro día. Llevaba a Mamo de lado a lado del Castillo mostrándole los alrededores, la silla de ruedas en la que estaba rechinaba por todos los pasillos. La gente y empleados se hacían a un lado para dejar pasar a la Reina, que, en esos momentos, se encontraba "ayudando" a la rehabilitación de su padre.

—¡Cuidadoo!— gritaba a todo pulmón— ¡Reina Pasando!

Y yo, pues, no me quedaba atrás, corría los más rápido que mis pequeñas —¡Agh!— piernas me lo permitían. Iba detrás de la silla persiguiéndola, como si la silla tuviera cola. Aunque se me era más difícil que me dieran paso a mi ¡Chibiusa era muy rápida!

"O tú eres muy lenta" pensé.

¡Gracias consciencia! ¡Siempre tan útil!

La silla dio un giro de 180º quedando frente mío. ¡Casi me atropella! El camino había terminado, bueno, en realidad— ¡Reina te equivocaste de camino!— le grité en la cara.

La Leyenda De Sailor Cosmos  [LDPSM 2.0]  / Sailor MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora