secretos bajo sabanas blancas

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Un par de ojos carmesí se encontraban fijos en la entrada del circo. Salió de su escondite y caminó de manera cautelosa, acercándose.

La señal del primer movimiento había sido dada.

-Midori-san...-llamó en un susurro Ichiru, le preocupaba ver como el chico se entregaba a lo que seguro...seria una trampa mortal.

-¡Cállate, idiota!- exclamó a voz susurrante, volteándose hacia el peliplata -apúrate, no seas miedoso-continuó.

Ichiru dio un suspiro y asintió, comenzó a acercarse de manera lenta, temiendo hacer algún ruido que terminara por descubrirlos a ambos.

Midori se pegó a la carpa... con sus orejas en alto, buscando cualquier indicio de sonido que pudieran usar a su beneficio.

Ichiru giró su rostro, ahora que lo notaba, ¿en donde se había metido el séquito de Kaname?...

-los vampiros, ¿en dónde se han metido?- preguntó en voz baja.

-en la parte oeste, se han dividido en grupos para cubrir más terreno- contestó de igual manera el peliverde.

El peliplata guardó silencio, con sus ojos amatistas fijos en la espalda de Midori, era cierto...no conocía muy bien a ese muchacho de genio tosco y malhumorado... pero algo en su interior hacía que quisiera protegerlo... y una tenue tristeza lo embargaba al mismo tiempo... sabía que Midori...estaba preparado a lo que fuera que le esperaba en aquel fétido lugar... y eso significaba que él ya sabia que ese lugar....seguramente encontraría una muerte segura.

Ichiru apretó los puños ante esa idea, no iba a permitir que algo malo le ocurriera a tan bella criatura... lo creerán loco... pero Midori, ya se había vuelto alguien especial para él, demasiado... y eso era casi imposible ya que él no confiaba en nadie tan fácilmente.

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Oscuros pasillos...y solo se lograba oír el sonido de los tacones de la suela de los zapatos de alguien al caminar.

La figura no se distinguía muy bien, solo unos cabellos plateados largos, aquel chico llevó su mano derecha a la altura de su rostro, y fue subiendo hasta llegar a donde antes estaba su cuerno sano.

-te di ángeles...los has negado, te di belleza... la has modificado... te di pureza, la has ensuciado... ya no tengo opción...-murmuró aquella suave voz. -no puedes ver a tu amada...ella siempre a estado frente a ti-

Sus ojos amatistas observaron por una ventana que allí había...la luna plateada brillaba fuertemente, ya había llegado el dia...el día en que...todo aquello acabaría de una buena vez por todas.

Sus finas manos se dirigieron hasta su vientre, acariciando aquel lugar...todo había pasado tan rápido. ¿Por qué Kaname se había ido tan repentinamente?. Suspiró... le hubiera gustado al menos despedirse.

-No comprendo ...esto...se vuelve dificil...-murmura...-no lo entiendo, Kaname sigues...buscándome...-

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Kaname no decía o hacia nada, sus ojos borgoñas estaban fijos en las desgastadas hojas amarillentas de aquel antiguo libro, leyendo cada palabra que allí estaba escrita... era difícil comprender lo que decía allí, y mas que un diario, más parecía un cuento de fantasia... nada real, nada importante.

-¿Kaname-kun?- preguntó extrañado el rubio con sus ojos fijos en el sangrepura, Yagari solo se mantenía en completo silencio, no espero explicación alguna de parte del castaño, solo se acercó y le arrebató de entre sus manos aquel libro y comenzó a leerlo:

Monster CircusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora