Cumpliendo un sueño

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~Meses después~

Justo cuando comenzaron las vacaciones de verano, Amanda consiguió el dinero suficiente para comprar un auto. Obviamente la última oferta que había rechazado había sido tomado por otro cliente. Pero eso no la desanimó. Diana le presento a un hombre que se había unido a la iglesia y que vendía autos usados. Se reunieron un lunes por la tarde y el sábado en la mañana le entregó su nuevo auto. Por fin había conseguido el fan adorado auto. Un platina color arena. No era del año pero estaba en muy buen estado.
La primera en enterarse fue su hermana. Condujo hasta su casa para presumírselo. Elizabeth corrió ansiosa por subirse al nuevo auto.
—Adiós autobuses, adiós metro, adiós taxis—dijo, Diana, viendo el auto, de pie al lado de su hermana.
—Estoy tan feliz. Acabo de llenarle el tanque y ya quiero llevarlo a todos lados.
—Deberías ir a dar un paseo. Probar el motor de este chico—golpeó el cofre.
—¡Mira mamá, mira tía Ami! ¡Sé conducir!—gritó Elizabeth, moviendo el volante lo más que podía.
—Baja de ahí jovencita loca—Diana fue por ella entre risas—. ¿Alguna idea de tu primera aventura con este auto?
Al ver a Elizabeth en el auto, Amanda recordó a Sofía. Vio el reloj en su muñeca, apenas eran las once y media de la mañana. Quedaba todo un día por delante. Tal vez era una locura, pero quería hacerlo.
—Creo que ya lo tengo—respondió, sonriendo orgullosa por su idea.

El cielo estaba completamente despejado, el calor era casi insoportable, sin embrago, Amanda no encendió el aire acondicionado de su nuevo auto. Prefirió bajar las ventanas y sentir el aire natural entrar y mover su cabello. Llegó poco antes de las doce al edificio donde vivía Eduardo. Subió al ascensor y apretó el número indicado.

Eduardo estaba lavando los platos que se habían acumulado en el fregadero cuando escuchó el timbre. Sofía desvío la atención de sus muñecos para voltear hacia la puerta. Eduardo se secó las manos y abrió para encontrarse con Amanda.
—Hola hola—dijo, sonriente. Eduardo de inmediato sonrió.
—Hola, te ves radiante hoy.
—¡Mami!—Sofía corrió hasta ella y se lanzó a sus brazos.
—Gracias Eduardo. Hola Sofi preciosa—le llenó de besos el rostro, causando risas por parte de la pequeña—. ¿Cómo va su sábado?
—Bien, nada fuera de lo común—respondió Eduardo.
—Pues a mi sí me pasó algo fuera de lo común—cargó a Sofía y se acercó a Eduardo.
—¿Ah si?
—Vamos abajo y les muestro, ¿Okay?
—Claro.
—Ten... llévate a Sofi y espérenme en el vestíbulo. Enseguida voy, tengo que ir al baño primero.
—Muy bien jaja. Vamos Sofi.
Amanda la dejó en el piso, Sofía tomó la mano de su padre y ambos salieron.
—Ya sabes dónde están las llaves.
—Sí. En seguida voy.
Amanda esperó a que Eduardo cerrara la puerta. Corrió hasta la habitación de Sofía, tomó su inhalador y un repuesto, un par de cosas más y luego fue al cuarto de Eduardo. Tomó otro par de cosas. Todo lo metió a su bolso y salió del apartamento. Cerró la puerta con llave y bajó por el ascensor.

Sofía y Eduardo estaban en el vestíbulo, como habían acordado. Amanda se unió a ellos y los condujo al exterior.
—¿Qué sucede?—preguntó Eduardo, entre confundido y divertido.
—Les presento... al nuevo integrante de la familia—Amanda se puso al lado de su auto, emocionada.
Eduardo y Sofía se quedaron boquiabiertos.
—¡Amanda! ¡Tienes auto nuevo!
—¡Sí! No puedo creerlo. Vengan, súbanse.
Sofía subió al asiento trasero mientras admiraba el interior del vehículo. Nunca había subido a un auto que no fuera un taxi.
—¿Te gusta Sofi?
—¡Es asombroso!—exclamó, mientras tocaba todo lo que se le cruzaba.
Eduardo subió al asiento del copiloto.
—Está genial Amanda. Justo lo que querías.
—¡Sí! Estoy muy emocionada. Fui a llenarle el tanque y no puedo esperar para llevarlo de aquí para allá.
—Te felicito amor—Eduardo se acercó para darle un beso corto.
—Gracias. Bueno, ¿qué tal si le ponemos el cinturón a la pequeñita y nos vamos a dar un paseo?
—¡Claro! Ven Sofi, siéntate de este lado.
Sofía obedeció emocionada. Eduardo le puso el cinturón y volvió a sentarse para ponerse su propio cinturón.
—Y... ¿a dónde iremos?
—A dar una vuelta nada más. Muero por conducir por horas.
—Perfecto.
Amanda arrancó y condujo a una velocidad moderada.

StrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora