Desperté esta mañana con un fuerte dolor en el estómago. Estaba mareada y extremadamente pálida.
Fui al baño, me lavé los dientes y me di una ducha. Últimamente me bañaba muy seguido, aunque no fuera necesario. Era como si se fueran todos los problemas con un poco de agua y jabón.
Me vestí, me puse frente al espejo, y no podía evitar sentir asco por lo que estaba viendo. ¿Por qué todo lo que me pongo me queda mal?
Odio mi cuerpo ,odio cada parte de mi.
Cambié de ropa unas diez veces, hasta que me harté y dije: "Si no les gusta, que no miren".
Tomé mi celular y llamé a Germán.
-¿Hola? - se escuchó del otro lado.
-Hola Ger -dije sin ánimos.
-¿Estás mejor? -preguntó.
-Sí... perdón por lo de ayer, en serio. No sé qué me está pasando.
-Lud, yo puedo entender que estés pasando por un mal momento, sabés que soy super comprensivo y que te tengo la re paciencia, pero no entiendo tus celos.
- ¿Celos? - dije sorprendida.
-Sí, bonita. Te pusiste re celosa con lo de tu prima, y te juro que solo estábamos hablando .
Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que pude responder.
-Sí, puede ser.
-Te pusiste celosa, aceptalo - respondió y pude sentir que estaba sonriendo.
-Es que te amo - dije sin pensar.
Otra vez ese silencio incómodo.
-¿Cómo dijiste? - preguntó.
-Nada, no dije nada...
-Dale, repetilo.
-Nop.
-Dale que me encanta cómo suena...
- Te amo - dije casi susurrando.
-¿Eh? No se escuchó bien. De nuevo, por favor... - bromeó.
-¡Basta boludo! -grité sonrojada.
-Te amo, bonita.
No pude responder a eso. Sentí una cosa rara en el estómago, super rara. Sonreí hasta que se me acalambró la cara.
-¿Querés venir a casa? - pregunté mientas me tumbaba en la cama.
-Termino de hacer unas cosas, y voy, ¿sí? Dentro de una hora más o menos.
-Dale, te espero. Chau, cuidate...
-¡PARÁ! - gritó.
-¿Qué pasó? - pregunté.
-Decilo una vez más, por favor - rogó.
-Te amo - dije fuerte y claro.
-Te amo pendeja - respondió y cortó.
Me quedé unos segundos acostada mirando el techo y sonriendo. ¿Qué acababa de pasar?
Bajé las escaleras y me preparé algo se comer.
Tomé el teléfono y llamé a mi tía.
-¿Hola?
-Tía, soy Ludmila.
-¡Hola, mi negra! - respondió muy alegre.
-¿Noticias? - pregunté cortante.
-Tengo muy buenas noticias, es más, estoy viajando a tu casa con un paquete - dijo entre risas.
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Mi primera vez con él
RomanceÉsta es la historia de Ludmila, la adolescente que por unos cuantos minutos de placer , tuvo que crecer de la noche a la mañana. Tenía poco más de 17 años cuando perdió la virginidad con su mejor amigo ; luego de ese momento, todo comenzó a cambiar...