CAPÍTULO 2: Papá, no es lo que parece.

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Recientemente había terminado el instituto, y se podría decir que la etapa que viene a continuación me aterra. Sí, la maldita universidad me asusta. Es empezar de cero, más estudio, nuevos compañeros, nuevo lugar, nuevos profesores. Me aterra todo eso. Siento que no estoy preparada, sigo siendo la nena que tiene miedo de hablar con desconocidos. Lo sé, soy patética y doy pena. No sé si será una especie de fobia social, o si sólo se deba a mi ansiedad, pero nunca fui buena para afrontar las situaciones nuevas y encontrarme con personas desconocidas y relacionarme.

Estaba sentada en el escritorio de mi cuarto mientras revisaba unas planillas que debía llenar para el ingreso, hasta que escuché un grito de mi mamá llamándome. Bajé las escaleras lo más rápido que pude y me dice en voz baja:

-Es Germán.

Se me hizo raro que viniera a casa sin avisar. La última vez que lo vi fue en mi cumpleaños hace dos semanas y digamos que no terminamos de una "linda manera". Discutimos sobre lo de la ducha antes de que se fuera, pero aún así, estaba acá.

-Hola Ger – lo saludo con un beso en la mejilla.

-Hola bonita ¿puedo pasar?

-Sí, pasá... Vamos a mi habitación ¿Algo para tomar?

-Agua, por favor.

-Subí que ahora voy.

Mientras iba con el vaso de agua hacia mi habitación, pensaba en las razones por las que él volvería a verme ¿Me vendría a pedir perdón? ¿Volvería a saltarme encima como aquella vez?

-Gracias – me dice y agarra el vaso.

-¿Qué te trae por acá? – pregunto mientras me dejo caer en la cama y él se sienta al pie de ésta.

-No lo sé. Te extrañaba. De pasar a vernos y hablar todos los días, pasamos a ser prácticamente desconocidos y ya no me gusta nada. Posta, te extraño. – me dice mientras pone su mano sobre mi pierna.

-¿En serio?- no pude evitar ruborizarme, no todos los días un chico admite que me extraña.

-Sí, en serio. Sabés que te re quiero Lud, sos muy especial para mí. Te conozco desde chiquitito y básicamente nunca habíamos estado tanto tiempo "peleados". ¿Seguís enojada? -me pregunta mientras deja el vaso sobre el escritorio y vuelve a sentarse.

-No, sabés que no soy rencorosa. Ya pasó.

-¿Me puedo acostar con vos? Te pregunto, por las dudas. No quiero que te sientas incómoda o salgas con que soy un depravado sexual – bromea.

-Me da risa que me pidas permiso a esta altura. Nunca lo hiciste...

Se recostó al lado mío y verlo así me dio cierta... ¿ternura? No lo sé, se veía tan lindo con esos ojos verdes y esa sonrisa perfecta que Dios le dio. Ese mechón de pelo que se le caía siempre y le tapaba la visión le daba un toque sexy. Ay por Dios ¿Qué me pasa? ¿En qué estoy pensando? Creo que ya estoy lista para aceptar que realmente me atrae mucho. Tengo que dejar de verlo de esta manera.

-Ger ¿Te pasa algo? Te conozco y sé que algo no anda bien.

-Peleas familiares, no es nada.

-Sabés que podés contarme cualquier cosa – le digo mientras lo abrazo.

-Quedate así- me pide - no me sueltes, por favor.

Cuando dijo eso sentí que cada parte de mi corazoncito se rompía. Sin dudas es un ser muy especial para mí y muero si lo pierdo. Le di un beso en la frente y nos quedamos unos cuantos minutos así, hasta que se quedó dormido. Entonces lo solté lentamente y me senté en el escritorio para terminar de llenar esas benditas planillas de inscripción para la facultad. Después de un rato sonó su teléfono y él se despertó. Tomó el celular, lo miró y simplemente gritó: "¡Mierda!"

Mi primera vez con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora