Capítulo 10

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Después de un rato buscando a Alba y a mis padres por fin dí con ellos.
Mi madre no paraba de abrazarme y llenarme de besos mientras me repetía una y otra vez "Estoy orgullosísima de ti". Como esperaba, me dijo de ir los cuatro a tomar algo cerca de ahí para celebrar mi pase a la final, pero como pude, sin entrar mucho en detalles le expliqué que Malú me había invitado a cenar a su casa y que ya había aceptado su petición, pero que les prometía que para la final ganase o no, iría con ellos a cenar y a pasar la noche donde quisiesen.
La cara de mis padres era de alegría, pues no se imaginaban nada extraño, sin embargo la de Alba era de asombro, acompañada de una sonrisa pícara. La abracé y le dije en el oído que al día siguiente le contaría todo.
Me despedí de ellos después de un rato hablando y fui a donde Malú me había dicho de vernos cuando ella terminase de saluda. Para mi sorpresa, cuando llegué, ella ya estaba ahí, sentada en uno de los bancos, con un cigarro entre los dedos y con su bolso encima de sus piernas.

-Lo siento si llego muy tarde -vi como se asustó cuando aparecí de repente por detras -Me entretuve hablando con mi familia
-Tranquila, yo acabo de llegar -me senté a su lado y giró su cabeza para sonreirme -¿Trajiste tu coche?
-Si
-Yo hoy el mio también -me dijo -Así que tú me vas siguiendo, en unos veinte minutos estamos
-Perfecto -ambas nos levanatamos, ella apagó el cigarro y cogió su bolso.

Me subí en mi coche, y cuando vi que ella salía del aparcamiento, la seguí. Pese a que tenía algo de sueño, la adrenalina del momento y la música de la radio hacían que me mantuviera despierta. Canté todas las canciones que salían, de alguna manera eso me mantenía activa.
Después de unos veinte minutos de trayecto, Malú me hizo un gesto con la mano para que aparcase en el sitio que me indicaba aún dentro del coche, supuse que ella aparcaría dentro o por defecto en su garaje.

-Pasa -me dijo dándome paso una vez que abrió la puerta -Bienvenida a mi casa

Antes de hacer nada, Danka se acercó a mi, y se subió en mis piernas. Al principio estaba cortante conmigo, supongo que por el echo de ser totalmente extraña en esa casa, hasta que me agaché y la acaricié.

-¡Hola Danka, guapa! 
-¡Te sabes hasta su nombre, eh! -Malú pasó por mi lado y dejó su bolso con las llaves y el abrigo en la mesa que estaba en la entrada
-Te recuerdo que soy fan -ambas nos reímos
-¿Te gusta el sushi? -me preguntó - Hay un restaurante aquí cerca que abre hasta tarde, y traen comida para llevar
-Si, me gusta -le respondí aún agachada acariciando a la perra
-Pues voy a pedirlo, y mientras lo traen voy a darme una ducha rápida y a quitarme esto que me está matando ya -refiriéndose al vestido que llevaba y a los tacones
-Si tranquila, te espero aquí
-Siéntate en el sofá si quieres y ponte cómoda -me dio paso a la sala y acto seguido llamó y pidió la comida

Me senté en el sofá y Danka me acompañó, acurrucándose en mis piernas para que siguiese dándole mismos. A los pocos minutos, se acercaron sus otras dos perras a mi y jugué con ellas, pero estas no se estuvieron mucho rato.
Su casa era tal cual la había visto en fotos y vídeos, bastante grande y espaciosa, desde el sofá miré  fijamente todo lo que tenía en el salón, desde los cuadros de fotos hasta la televisión que tenía justo en frente. Era como los modelos de salones que se veían en los catálogos de las tiendas, y esto solo una parte de la casa.
El ruido del timbre hizo que Malú saliese del baño corriendo para abrir la puerta. Me ruboricé cuando la vi al natural, sin maquillaje, con pelos de leona, descalza y con una bata, la cual no se abrochó del todo, supongo que por las prisas al salir del baño corriendo. Un poco mas abajo, sus dos tatuajes, que se apreciaban mejor de esa manera. Justo cuando pagó y cerró la puerta, me levanté y la ayudé con la comida

-Si quieres, en lo que tú te cambias, yo voy colocando esto en la mesa -le dije- Solo dime dónde vamos a comer
-Pues ahí mismo -me señaló la mesa que estaba al lado del sofá -Pero no te preocupes
-No en serio, ve a cambiarte que yo lo hago -le sonreí y cogi las bandejas

Lo coloqué todo bien en la mesa, dándome cuenta de que era demasiada comida. A los pocos minutos, Malú entraba ya con un pijama corto puesto, el pelo suelto, y una botella de vino y dos copas en la mano. Sonreí por inercia.

-¡Uy! No te pregunté si querías vino -puso cara de preocupada
-¿Tu eres la del vino, no? -pregunté graciosa -Y tranquila, que si quiero
-Yo siempre soy la del vino -dejó la botellas y las copas en la mesa -¿Qué hariamos sin él?
-Hombre... En algunas ocasiones ayuda bastante
-Y tanto... -soltó una risilla y rodeó la mesa para sentarse en el sofá -Danka amor, baja que mami va a comer
Al instante la perra bajó del sofá, dejándole así el hueco a Malú.

La comida pasó de forma agradable, ni si quiera nos hizo falta encender la tele. Mi móvil a mi lado, con la luz de notificaciones parpadeando, pero no me molesté en mirarlo en ningún momento. Conforme iba pasando la cena, los mofletes de Malú se sonrojaban aún más por el vino. Verla así me parecía super adorable.

-¿Por qué siempre me miras así? -me preguntó, sacándome de mis pensamientos
¿Así cómo? -pregunté yo
-Asi... Como si tuvieses ganas de hacer o decir algo -sonrió -Con un brillo especial en los ojos
-Quizá sea porque a la que estoy mirando es a ti, y no todos los días tengo esa suerte de hacerlo
-No me cansaré nunca de decirte que eres preciosa -me dejó en shock cuando me dijo eso
-Al final me lo terminaré creyendo -una sonrisa se postró en mi rostro

Vi como se acercó, pero no se atrevió a hacer nada. Solo me miraba y me sonreía. Su mirada pasaba de mis ojos a mi boca, pero no la mantenía mucho tiempo ahí, quizás por vergüenza. Esta vez era yo la que tenía que atreverme, dejar el miedo y hacerle caso a Alba. Si había llegado hasta aquí era por algo. Me acerqué lentamente, posé mis mano en su cuello, y la miré por última vez. Dado que no hizo nada para que me frenara, la besé. Creo que la otra vez estaba tan preocupada en lo que podía pasar, que ni siquiera disfruté de sus labios. Al instante ella puso su mano sobre mi pierna y me correspondió el beso. Nuestras lenguas se buscaban ansiosas, al igual que nuestras manos, que no tardaron en explorar el cuerpo de la otra aún con la ropa puesta. Sin saber cómo pasó, Malú estaba encima de mí, a horcajadas, besándome el cuello suavemente mientras yo acariciaba su espalda por debajo del pijama. Antes de quitarme la camiseta, se separó de mis labios y me miró

-No vamos a hacer nada que tú no quieras -me dijo con la voz entrecortada
-¿Sabes? La otra vez me arrepentí de haberme ido del baño así -se mordió el labio inferior, y antes de terminar la frase, ya estaba en mis labios de nuevo...

Y,¿Si fuera ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora