Capítulo 23

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No paraba de dar vueltas por todo el salón. No se por que, pero el caso es que me imponía muchísimo estar delante de sus padres, sobretodo de su padre.

-Cielo, tranquila -me sujetó el brazo -Mis padres no te van a comer
-Ya, pero no sé, aún así... -suspiré -Ni si quiera saben que estoy aquí...
-Ya verás que va a estar todo bien -sonrió -Tú simplemente se tu misma y verás como todo lo demás fluye solo
-Si.. Bueno -respondí nerviosa

Procedimos a vestirnos, le pedí algo de ropa, y así fue. Me dijo que me sirviera yo misma de su inmenso armario, y elegí un pantalón negro de cuero y una camiseta ancha. Por otro lado, me hice una coleta bien alta, y un maquillaje sencillo. Malú escogió también un outfit parecido al mío, cómodo para estar por casa.

No hablamos de nosotras en todo lo que quedaba de mañana, ni si quiera de lo sucedido la noche anterior. Después de preguntarme mil veces qué quería para comer, y yo decirle otras dos mil que lo que ella quisiese, le propuse ayudarla con la comida, pero como era de esperar, se negó. Así que decidí sentarme en una de las sillas que tenía en la cocina y mirarla mientras cocinaba. No podía ser más bonita, y yo no podía tener más miedo que el que sentía en esos momentos. No sabía exactamente de qué, no se si era el miedo a perderla, o el miedo a perderme a mí. El caso es que todo lo que estaba pasando era muy raro, desde un principio, y quizá mi miedo era no saber exactamente qué sentía ella, pero supongo que era cuestión de dejarme llevar hasta el final.

-¿En qué piensas? -su voz me sacó de mis pensamientos
-En nada, en nada... -mentí
-No pienses tanto anda -se agachó hasta mi altura y me dejó un beso en la frente

La hora de comer llegaba. Después de volver a insistirle a Malú varias veces más para ayudarla a preparar la comida y la mesa, y ella obligarme a sentarme, decidí hacerlo en el sofá para que así terminara ella de preparar todo tranquila. Mientras, respondí los cientos de mensajes que tenía de Alba y de mi familia en general, obviamente preocupados por mi.

-¿Estás bien? -giré la cabeza y vi como Malú se sentaba a mi lado en el sofá -Te noto algo rara, callada...
-Si, solo estaba respondiendo mensajes, ya sabes... -sonreí
-Ya -se rio -Acabo de mirar el móvil y madre mía... Suerte que mi hermano es bueno poniendo excusas y haciendo que la gente se las crea que si no...
-Escogimos buen aliado -ambas nos reímos
-Carla -me dijo a los pocos segundos -Si no te sientes cómoda, o no quieres quedarte en la comida, obviamente lo voy a entender... No quiero que te sientas obligada en ningún momento. Si hago esto es porque precisamente es lo que más me ha costado cada vez que he tenido una relación seria, la presentación con mis padres, y contigo quiero que sea diferente
-Malú -la corté -Tranquila, ¿vale? Si que quiero conocer a tus padres, y todo lo que tenga que ver contigo hace que me sienta feliz. Solo estoy un poco en shock pues por la locura de anoche, pero ya está, estoy de maravilla
-Te prometo que desde que mis padres se vayan hablamos todo con calma, ¿si? -yo asentí con una sonrisa. Me acarició el cuello y me acercó a ella para poder juntar nuestros labios. Me sentía tan bien, tan tranquila, en sus labios, en sus brazos... En todo lo que tuviese que ver con ella. Profundizamos el beso, mientras nuestras manos empezaban a jugar por el cuerpo de la otra. Sin darme cuenta, Malú estaba encima de mí, a horcajadas, besándome el cuello, y mis manos perdidas por debajo de su camiseta, acariciando todo su cuerpo como si de un monumento se tratase. Es increíble lo que me hace sentir esta mujer solo con tocarla.

Nuestras camisas en el suelo, una de mis manos alborotando su pelo y la otra enredada en su tanga, sus labios bajando de mi cuello a mis pechos... Justo en ese momento el móvil de Malú empezó a sonar, y creo que no he maldecido más los móviles en mi vida.

Después de unos segundos, sin ganas, Malú se levantó de mí y fue corriendo hasta la otra punta del salón para coger su móvil y responder. Tenía los pelos de leona, y estaba en sujetador, su camisa aún seguía por el suelo.

Y,¿Si fuera ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora