Capítulo 5.Notas musicales y las llamas de la hoguera

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P.O.V CHRISTIAN GREY.


Hace dos años

Quince años de edad

Se hizo el silencio mientras ella se acomodaba en el escenario.

Bueno, no todo estaba en silencio, el tronar de la sangre corriendo a través de mí rugía en mis orejas mientras mi Anastasia se sentaba con cuidado.

Se veía hermosa en su vestido negro sin mangas, con su largo pelo castaño peinado hacia atrás en un moño, con
un lazo blanco acomodado encima.

Levantando la cámara que siempre llevaba alrededor de mi cuello, llevé el lente a mi ojo justo cuando ella posicionó el arco contra las cuerdas de su chelo.

Siempre me encantaba capturarla en ese momento.

El momento en que cerraba sus grandes ojos azules.

E

l momento en que la expresión más perfecta iba a la deriva sobre su rostro, la mirada que tenía justo antes de que la música empezara.

La mirada de pura pasión por los sonidos que vendrían.

Tomé la foto en el momento perfecto, y entonces la melodía comenzó.

Bajando mi cámara, me enfoqué simplemente en ella.

No podía tomar fotos mientras tocaba.

No podía obligarme a perderme ninguna parte de como se veía ella en ese escenario.

Mi labio se inclinó en una pequeña sonrisa cuando su cuerpo comenzó a moverse con la música.

Ella amaba esa pieza, había estado tocándola por tanto tiempo como podía recordar.

No necesitaba partituras de música para esa; Greensleeves se derramaba de su alma a través de su arco.

No podía dejar de mirar, mi corazón latía como un maldito tambor cuando los labios de Anastasia se retorcían.

Sus profundos hoyuelos se destacaban cuando se concentraba en las partes difíciles.

Sus ojos permanecían cerrados, pero podía decir qué partes de la música
adoraba.

Su cabeza se inclinaba hacia un lado y una gran sonrisa se extendía en su rostro.

La gente no entendía que después de todo este tiempo todavía fuera mía.

Solo teníamos quince años, pero desde el día que la besé en la arboleda de flores, a los ocho años de edad, nunca había habido nadie más.

Tenía anteojeras para cualquier otra chica.

Sólo veía a Anastasia.

En mi mundo, sólo ella existía.

Y era diferente a cualquier otra chica en nuestra clase.

Anastasia era rara, no popular.

No se preocupaba por lo que la gente pensaba de ella, nunca lo había hecho.

Tocaba el chelo porque le encantaba.

Leía libros, estudiaba por diversión, se despertaba al amanecer sólo para ver salir el sol.

Era por eso que era mi todo.

Mi para siempre.

Porque era única.

Única en una ciudad llena de copias de cabezas huecas.

Un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora