Capítulo 7.

397 60 7
                                    

Los dedos de Anastasia se apretaron en mi pelo.

Acuné su mejilla para mantenerla en
este beso tanto como fuera posible.

Si no tuviera que respirar, imagino que jamás dejaría de besarla.

Demasiado perdidos en el beso, sólo nos separamos cuando alguien se aclaró la garganta al otro lado de la fogata.

Levanté la cabeza para ver a Eliot sonriendo.

Cuando miré a Anastasia, sus mejillas estaban sonrojadas.

Nuestros amigos ocultaron sus risas, y apreté a Anastasia con más fuerza.

No me avergonzaría por besar a mi chica.

La conversación se retomó de nuevo, y levanté mi cámara para ver que estuviera bien.

Mi mamá y mi papá la compraron para mí en mi cumpleaños número trece, cuando pudieron ver que la fotografía se estaba volviendo mi pasión.

Era una antigua Canon de 1960.

La llevaba conmigo a todos lados, tomando cientos de fotografías.

No sabía por qué, pero capturar momentos me fascinaba.

Tal vez era porque algunas veces lo único que tenemos son momentos.

No hay repeticiones; lo que sea que pasa en un momento define la
vida, tal vez es la vida.

Pero capturar un momento grabado mantiene ese instante con vida,
para siempre.

Para mí, la fotografía era magia.

Mentalmente pasé por el rollo de mi cámara.

Fotos de la vida salvaje y acercamientos de las flores de cerezo en la arboleda ocupaba la mayor parte del rollo.

Luego habría fotos de Anastasia esta noche.

Su hermoso rostro mientras la música se apoderaba de ella.

Sólo había visto esa mirada en su rostro una única vez, cuando me miraba a mí.

Para Anastasia, era tan especial como la música lo era.

Y en ambos casos, un lazo que nadie podía romper.

Tomando mi teléfono, lo levanté enfrente de nosotros, los lentes de la cámara apuntados en nuestra dirección.

Anastasia ya no estaba siendo parte de la conversación alrededor de nosotros.

Estaba en silencio, pasando las puntas de sus dedos a lo largo de mi brazo.

Atrapándola fuera de guardia, tomé una foto, justo cuando me miró.

Dejé salir una sola risa cuando sus ojos se entrecerraron con molestia.

Sabía que no estaba molesta, sin
embargo, a pesar del esfuerzo que hizo por parecerlo.

Anastasia amaba cada foto que tomaba de nosotros, incluso si era tomada cuando menos se lo esperaba.

Cuando me enfoqué en mi celular, mi corazón inmediatamente comenzó a latir contra mi pecho.

En la foto, mientras Anastasia me miraba, se veía hermosa.

Pero era la expresión en su rostro lo que me derribó.

La mirada en sus ojos azules.

En ese momento, ese único momento capturado, había esa expresión.

La que me daba tan fácilmente como a la música.

La que decía que la tenía tanto como ella me tenía.

Un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora