Capítulo 32.

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P.o.v Anastasia

—Tienes una cita? —preguntó mia, mientras ella y Kate yacían en mi cama.

Observaron mi reflejo en el espejo.

Observaron a medida
que colocaba mis pendientes de infinito.

Miraron mientras aplicaba
una capa final de rímel.

—Sí, una cita —respondí.

Mia y kate  se miraron, con los ojos muy abiertos.

Mia se volvió a verme.

—¿Con Christian? ¿Christian Grey?

Esta vez, me volví hacia ellas. El asombro en sus caras era inquietante.

—Sí, con Chris. ¿Por qué están tan sorprendidas?

Kate se sentó con las manos apoyadas en el colchón.

—Porque, el Christian del que todo el mundo ha estado hablando, no tendría
citas. El Christian que fuma y bebe en el campo. El que no habla, el que frunce el ceño en lugar de sonreír. El chico malo que volvió como una persona diferente de Noruega. Ese Christian.

Me quedé mirando a Kate y contemplé la preocupación en su rostro.

Mi estómago se revolvió, escuchando lo que la gente, obviamente, había estado diciendo sobre Christian.

—Sí, pero le gusta a todas las chicas —agregó Mia, mostrándome una sonrisa—. La gente estaba celosa de ti cuando estabas con él antes de irse. ¡Van a morirse ahora!

A medida que esas palabras salieron de sus labios, vi a mia perder lentamente su
sonrisa.

Miró hacia abajo, y luego volvió a levantar la mirada.

—¿Él lo sabe?

Ahora kate tenía el mismo aspecto triste.

Tan triste que tuve que darle la espalda.

No podía soportar esa expresión en sus rostros.

—¿Any? —dijo kate.

—Lo sabe.

—¿Cómo se lo tomó? —preguntó Mia tentativamente.

Sonreí por el destello de dolor en mi corazón.

Me enfrenté a mis hermanas, ambas mirándome como si fuera a desaparecer de sus ojos de un momento a otro.

Me encogí de hombros.

—No muy bien.

Los ojos de Kate comenzaron a brillar.

—Lo siento, Pops.

—No debí haberlo apartado —declaré—. Es por eso que está tan enojado todo el
tiempo. Por eso que está tan distante. Lo lastimé, profundamente. Cuando se lo dije, pareció destruirlo, pero entonces me pidió una cita. Mi Christian, finalmente me lleva a una cita, después de todos estos años.

Mia se limpió rápidamente la mejilla.

—¿Mamá y papá lo saben?

Hice una mueca, y luego negué.

Kate y mia se miraron, luego a mí y en cuestión de segundos todas estábamos riendo.

Mia rodó sobre su espalda, sosteniendo su estómago.

—¡Oh por Dios, Pops! ¡Papá enloquecerá! De lo único que ha hablado, desde que los Grey regresaron, es de lo mucho que ha cambiado Christian para peor, la forma en que les falta el respeto porque fuma y le grita a su papas. —Girando, se sentó—. No va a dejarte ir.

Mi risa se detuvo.

Sabía que mamá y papá estaban preocupados por la actitud de Christian, pero no sabía lo mal que lo habían juzgado.

—¿Vendrá a nuestra puerta? —preguntó Kate.

Negué, aunque no estaba segura de lo que haría.

De repente sonó el timbre de la puerta.

Nos miramos unas a otras, con los ojos abiertos.

Fruncí el ceño.

—Ese no puede ser Christian —exclamé sorprendida.

Siempre venía a mi ventana.

Nunca era formal; Simplemente no éramos nosotros.

Definitivamente no era él.

Kate leyó el reloj en mi mesita de noche.

—Son las seis. ¿No es esa la hora en la que iba a venir?

Con una última mirada en el espejo, agarré mi chaqueta y corrí a través de la puerta
de mi habitación, con mis hermanas en mis talones.

Al doblar el pasillo, vi a mi padre abrir la puerta, su rostro cayendo cuando vio quién estaba allí.

Me detuve en seco.

Kate y mia se detuvieron a mi lado.

Mia agarró mi mano cuando oímos una voz conocida decir:

—Señor Steel.

Al escuchar el sonido de su voz, mi corazón tartamudeó a mitad de un latido.

Vi que mi papá echaba la cabeza hacia atrás, confundido.

—¿Christian? —preguntó—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Mi papá estaba tan cortés como siempre, pero pude oír la desconfianza en su tono.

Podía escuchar un ligero tono de preocupación, tal vez incluso una preocupación más profunda.

—Estoy aquí por Any —le dijo Christian a mi papá.

La mano de mi padre se tensó sobre el pomo de la puerta.

—¿Por Any? —aclaró.

Me asomé alrededor de la pared, con la esperanza de echar un vistazo a Christian.

Mia me apretó el brazo.

Miré a mi hermana.

—¡Oh por Dios! —articuló de manera dramática.

Negué, mientras que en silencio, me reí de ella.

Reorientó su atención a mi padre, pero miré su cara emocionada por una fracción más de tiempo.

Eran momentos como éste,
los momentos relajados donde éramos sólo tres hermanas chismeando sobre citas, los que me golpeaban más duro.

Sintiendo un par de ojos mirándome, volví la cabeza hacia kate.

Sin palabras, me dijo que entendía.

La mano de kate presionó mi hombro, a medida que escuché a Christian explicar.

—Saldré con ella, señor. —Se detuvo—. En una cita.

La cara de mi padre palideció y seguí hacia adelante.

Mientras avanzaba hacia la
puerta para rescatar a Christian, Mia susurró en mi oído:

—Any, eres mi nueva heroína. ¡Mira la cara de papá!

Puse los ojos en blanco y me reí.

Kate agarró a Mia y tiró de ella hacia atrás, fuera de la vista.

Pero todavía estarían mirando.

No se lo perderían por nada del mundo.

Una oleada de nervios me atravesó mientras me acercaba a la puerta.

Vi a mi papá comenzar a negar.

Luego, su mirada se fijó en mí.

Sus ojos confundidos observaron mi vestido, el lazo en mi pelo y el maquillaje en mi rostro.

Se volvió un tono más pálido.

—¿Any? —preguntó mi padre.

Levanté la cabeza en alto.

—Hola, papá —respondí.

La puerta seguía bloqueando a Christian, pero pude ver su borrosa figura oscura a través del panel de cristal de colores.

Podía oler su aroma fresco
flotando, en la brisa fresca que se filtraba a través de la casa.

Mi corazón se aceleró en anticipación.

Papá señaló a Christian.

—Christian parece pensar que saldrá contigo —lo dijo como si no pudiera ser cierto, pero oí la duda en su voz.

—Sí —confirmé.

Oí los susurros de mis hermanas viniendo desde atrás.

Vi a mi madre, mirando desde la sombra de la sala de estar.

—Any… —Mi papá fue a hablar, pero di un paso hacia adelante, interrumpiéndolo...

Un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora