Capitulo 31. parte 1

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Eché una mirada a Any, que estaba mirando a un pájaro en un árbol, sonriendo
mientras este cantaba sobre la rama más alta.

Sintiendo mi mirada, se volvió hacia mí y
pregunté:

—¿Todavía te gustan las aventuras?

La sonrisa atronadora de Any respondió la pregunta.

—Sí —respondió—. En los últimos tiempos, cada día es una aventura. —Bajó sus
ojos—. Sé que los próximos meses serán un reto interesante, pero estoy lista para abrazarlo. Estoy tratando de vivir cada día al máximo.

Ignorando el dolor que esa observación encendió en mí, un plan se formó en mi
mente.

Any se detuvo; habíamos llegado a la zona de hierba entre nuestros hogares.

Any se giró hacia mí mientras estábamos de pie delante de su ventana.

Y esperó, a la espera de que lo yo haría a continuación.

Acercándome lentamente a donde ella se encontraba, coloqué la bolsa y manta en el suelo y me enderecé, con las manos a los costados.

—¿Entonces? —preguntó Any, con un tinte de humor en su voz.

—¿Entonces? —contesté.

No pude evitar sonreír ante el brillo en sus ojos

—. Mira, Any —empecé, y me balanceé en mis pies—. Crees que no conoces al chico que soy ahora. —Me encogí de hombros—. Así que, dame una oportunidad. Deja que te lo muestre. Vamos a empezar una nueva aventura.

Sentí mis mejillas calentarse con vergüenza, pero Any de repente me agarró de la
mano y la puso en la suya.

Perplejo, me quedé mirando nuestras manos, luego Any la sacudió de arriba abajo dos veces.

Con la sonrisa más grande en su cara, sus hoyuelos
profundos y orgullosos, declaró:

—Soy Anastasia Steel y tú eres Christian Greh. Esto es un apretón de manos. Mi
abuelita me dijo que es lo que haces cuando no conoces a alguien. Ahora somos amigos. Mejores amigos.

Me miró a través de sus pestañas y me reí.

Me reí al recordar el día en que la conocí.

Cuando teníamos cinco y la vi subir a través de su ventana, con un vestido azul cubierto de barro y un lazo grande de color blanco en su pelo.

Any se movió para retirar su mano, pero la agarré con fuerza.

—Sal conmigo esta noche.

Ella se paralizó.

—En una cita —continué con torpeza—. Una cita de verdad.

Any sacudió su cabeza con incredulidad.

—En realidad, nunca fuimos a una cita antes, Christian. Nosotros siempre
simplemente… estábamos.

—Entonces vamos a empezar ahora. Te pasaré a buscar a las seis. Estate lista.

Giré y me dirigí a mi ventana, asumiendo que su repuesta era un sí.

La verdad era, que de ninguna manera le daría la oportunidad de decir que no.

Iba a hacer esto por ella.

Iba a hacer lo que fuera para hacerla feliz.

Iba a ganarla de vuelta.

Iba a ganarla de vuelta como el Christian que soy ahora.

No había otra opción.

Esto era nosotros.

Esta era nuestra aventura.

Una que la haría sentirse viva....

***

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Un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora