Cierra el negocio familiar

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JUNIO 2005 

—¿Qué ocurrió aquí? ¿Y las computadoras dónde están? —preguntó Isabella sorprendida.

—¿Dónde crees? —respondí sarcástica.

—¿Ya tan rápido vinieron por ellas?

—Yep —asentí con la cabeza.

Estaba tan ofuscada con los trabajos finales que había tenido que salir de casa para terminar algunos proyectos con una compañera.

Gracias al cielo que lo hice, ella estaba tan emocionada de por fin tener internet en su casa que me invitó a trabajar allá.

Los últimos meses habíamos estado haciendo las tareas en mi casa. Eso de tener un negocio de internet tiene sus ventajas o ¿desventajas? Eso depende, si tienes una "amiga" aprovechada, que usa una de tus computadoras para hacer su tarea y luego se va sin pagar, razón por la que ya no se la rentaste a otra persona es... Sí, una desventaja.

Regresé después de haber estado trabajando la tarde entera con ella y miré todos los escritorios vacíos. Meses antes mi papá nos había alertado que en cualquier momento su conocido iría a recoger sus computadoras, ya que no hubo cumplimiento con los pagos mensuales de la renta no había más que dejarlas ir.

Qué vergüenza me hubiera dado que se las hubieran llevado en la presencia de mi compañera, o peor, de algún cliente. Menos mal que no estuve. Adrián se encargó de entregarlas y pasar la pena, en realidad creo que no podía importarle menos.

En cierto modo, que se las llevaran representó un alivio para mí. No me gustaba mucho tratar con personas, atender o cobrar. No me gustaba pasar la tarde sentada frente a la computadora, repasando una y otra vez mi inicio de Facebook. Llegaba un punto en el que de verdad ya no tenía nada que hacer ni nada que ver, prefería irme a ver la tele o a dormir, pero no, tenía que estar ahí sentada esperando a que un cliente llegara o se fuera. ¡Martirio!

Debo confesar que de cualquier forma fue triste y decepcionante ver cómo nuestro negocio cayó. Teníamos altas expectativas, pero nada resultó bien. La cuestión a partir de entonces pasó a ser... Sí, el querido dinero.

A diario, mínimo, cincuenta pesos sÍ sacábamos con lo del internet. Qué iba a ser de nosotros ahora.

Para colmo de males a finales de ese año mi papá dejó de trabajar en Carnes frías. Los últimos años la relación con su jefe había sido insoportable.

Después de su renuncia recibió una patada en el culo por trece años de servicio y una liquidación de porquería que gastó en insignificancias en breve tiempo.

Un mes más tarde encontró un nuevo empleo como contador en una empresa de plásticos cerca de casa. Salió de Guatemala a guatepeor.

Mi nombre es Mía y soy millonariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora