Bye bye piso

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NOVIEMBRE 2006

Isabella y yo estábamos absortas en la televisión de la sala. En la habitación contigua Adrián y mi papá veían Rec recostados en la cama.

Recuerdo escuchar un crujido fuerte proveniente del comedor, lo ignoré.

De repente un sonido mayor se pronunció e Isabella no pudo evitar oír. Nos miramos fijamente a los ojos, nuestras miradas preguntaban, ¿qué pasa? Como si la otra supiera la respuesta.

Puse el televisor en silencio y gire mi cabeza procurando que mi oído quedara en posición al comedor y escuchar atentamente qué era ese sonido o de dónde provenía.

Una vez más y esta vez con mayor intensidad, algo rugió.

—Papááá —grité lo más bajo que pude sin poder evitarlo.

El piso se levantó de golpe. Estábamos asombradas. No nos acercamos ni un centímetro. Justo entre la vitrina y la mesa, dos losetas se pusieron de pie una frente a la otra. De pronto ruido ruido ruido, silencio.

—Papááááá —gritamos las dos al mismo tiempo, esta vez lo más fuerte que pudimos.

Moríamos de miedo, mi papá salió corriendo, detrás de él Adrían, ambos con los ojos abiertos como platos, imaginando lo peor después de nuestros gritos que no se tornaron nada exagerados ante lo ocurrido, el ruido seguía tremendo, y ellos se asustaron también pues estaban más cerca del lugar de los hechos.

Yo intenté ver algo debajo de todo el piso levantado pero nada. Pensé que habría ratas gigantes que ya no cabían más y habían roto el piso, recordé la película de Amores perros donde Richie queda bajo el piso de madera en compañía de un nido de ratas.

Pero todo lo que pasó en treinta segundos en mi cabeza fue nada en realidad.

El sonido fue horrible, hizo que nos paralizáramos de miedo, y lo que sucedió fue que unas ocho losetas se levantaron por tanta presión, dicen que la construcción de una casa no termina de asentarse hasta años después, la humedad, la mala construcción y otros mitos o verdades era lo que pasaba.

En realidad las losetas se colocan sobre piso de cemento así que debajo había cemento y mucha tierra, nada de ratas gigantes. Aquél día todos fuimos a recoger a mi mamá a su trabajo; después de lo ocurrido nadie quería quedarse solo en la casa del terror.

Ya que el suelo había despegado, mi papá terminó de retirar los pedazos y los acomodó por ahí, para cuando se colocaran nuevamente. Se me hizo absurdo guardar unos pedazos rotos que no iban a quedar perfectos en el mismo lugar de donde se habían despegado, pero mi papá todo guardaba por si acaso, por si se necesitaba por si no había dinero después.

Pasó un año hasta que mi papá pudo pagarle a un especialista para recuperar nuestro piso. Compró una caja con losetas nuevas y se colocaron en un par de horas.

El tiempo que no hubo piso en ese pedazo, fue complicado barrer, trapear y mantener limpio por tanta tierra. Además era vergonzoso recibir visitas y la pregunta de alguna que otra persona imprudente:

"¿Por qué no lo han arreglado?".

"Porque no hay dinero ¿ya?".

Mi nombre es Mía y soy millonariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora