ENERO 2010
Cuando conocí a Sebastián mi vida dio un giro completo. Mis fines de semana se volvieron lenitivos. Saber que iba a verlo, aunque por un par de días, me motivaba durante toda la semana para aguantar tanta situación desagradable. Las peleas entre mis padres por cuestiones económicas se hacían insoportables. No había quién aguantara a quién. Todo suceso en casa tenía proclividad a lo negativo.
Sebastián vivía en la ciudad de México y solía visitarme los fines de semana. Cuando llegaba por mí, ya lo estaba esperando casi en la puerta dispuesta para salir disparada a cualquier lugar lejos de ese hogar disfuncional.
Comíamos en algún restaurante, luego íbamos al cine y rematábamos el día en algún café. Volvíamos a casa casi siempre a media noche. Se quedaba a dormir y se iba al día siguiente por la tarde, para volver siete días después.
Él fue como un salvavidas que me mantuvo con fuerza durante un año. No lo tenía cerca físicamente; pero estábamos tan comunicados que eso bastaba para mí. Podía refugiarme en él cada que las peleas hacían acto de presencia en mi hogar.
Casi a punto de cumplir un año de novios, Sebastián se mudó a vivir conmigo a casa de mis padres. El primero de muchos errores.
Durante todo ese tiempo habíamos planeado juntar dinero para irnos a vivir solos. Nos propusimos ahorrar, convenimos que, cada que él viniera a visitarme me dejaría algo de dinero y yo lo guardaría, así, al concluir el año tendríamos más que suficiente, para las primeras rentas, el depósito y para el pago y/o la contratación de servicios.
Él tenía un buen sueldo, el cual despilfarrábamos cada que venía a verme, gastábamos el dinero a lo tonto, en comida -casi siempre-, ropa o paseos. A lo mucho, dos veces me dio a guardar dinero, doscientos pesos en cada ocasión, que al final terminamos gastando en no sé qué.
A principios de enero del 2011, él tenía programada la apertura de una nueva sucursal, como la mía cuando entré a trabajar al restaurante. Iba a ir, ya que la paga era muy buena y después renunciaría para mudarse conmigo, pero las cosas no sucedieron así. Un mes antes, en diciembre, renunció. Pasó navidad conmigo y mi familia y yo -estúpidamente-, lo convencí de no volver. Así que dejó pasar los días sin ir a trabajar y como aquí en México ausentarse por más de tres días es causa de despido perfectamente justificable, no se preocupó por volver y, por supuesto no vio finiquito alguno. Aquellos días había en su cuenta bancaria lo de su aguinaldo y su ultimo sueldo, dinero que gastamos en ropa para las fiestas decembrinas y regalos navideños.
Nadie tiene que venir a decirme que todo lo que hicimos estuvo mal. Que fue nuestra culpa. Que fuimos irresponsables. Lo sabemos perfectamente y nos arrepentimos por ello durante muchos años. Cuando Sebastián y yo empezamos a tener conciencia y conocimiento sobre educación financiera nos dimos de topes en la pared un millón de veces.
Antes de conocerme, Sebastián tuvo trabajos realmente buenos, llegó a ganar más de diez mil pesos a la semana; todo lo gastaba en alcohol y ropa cara.
"Mía, no sabes cómo me arrepiento por todo el dinero que gasté sin sentido. Si entonces hubiera sabido lo que sé ahora, hubiera sido millonario mucho tiempo antes".
Por supuesto tenía toda la razón del mundo. Pero ¿por qué carajo nadie lo sabe? ¿Por qué tenemos que comenzar con la búsqueda nosotros? ¿Por qué nadie nos instruye? ¿Por qué no hay una materia en la escuela llamada: "educación financiera"? Se me ocurre una respuesta, pero, aclaro: podría estar equivocada. Porque nadie que dirige al país, al mundo o a la sociedad quiere que lo sepamos.
Porque una persona con educación financiera deja de ignorar muchas cosas y no se deja, no se cree las mentiras con tanta facilidad, no se pierde horas frente a la televisión o frente al celular, no se gasta todo su dinero en ropa de marca sólo porque le enseñan a creer que sólo así vale, y acepta trabajos miserables para sobrevivir porque no sabe que tiene otra opción, que al igual que cualquier persona exitosa puede serlo también.
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Mi nombre es Mía y soy millonaria
De TodoCuando estés cansado de tu pobreza lee este libro. De una expobre para ti, futuro millonario. Subida noviembre/2016