De empleado a jefe

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DICIEMBRE 2007

Después de nueve meses, mi papá estaba gibado por recorrer tianguis a pie para apenas vender un par de bolsas. Se dio cuenta que dedicarse a ello no le iba a dar los recursos suficientes para mantener a su familia; por lo menos no a corto plazo.

Por enésima vez en su vida buscó empleo. Ya no quería nada que tuviera que ver con la contabilidad, pero, honestamente, ¿quién contrata a un hombre de cuarenta y tantos con un sueldo competente de verdad? Era un hombre sobrecalificado lo cual propiciaba dos conflictos: que no lo contrataran por no poderle pagar lo que merecía o que lo contrataran y le pagaran mucho menos de lo que merecía.

Buscó arduamente por todos lados, pero sólo se encontraba con empleos de mostrador. Gracias a un conocido se incorporó a una constructora e inmobiliaria como asesor. No recibía un salario como tal, más bien se manejaban comisiones por ventas concluidas. ¿Cómo le fue? Bueno, los cálculos me dicen que: muy mal. No es que no hubiera vendido nada, sino que le dieron una interminable lista de pretextos para no pagarle las comisiones que le correspondían. A la semana le pagaban un total de setecientos pesos, y no se trataba de un sueldo fijo, si no de una distribución de sus comisiones para no pagárselas en una sola exhibición. Al final, le quedaron debiendo aproximadamente cincuenta mil pesos, los cuales peleó por algún tiempo, pero que tras miles de excusas dejó a la deriva.

Seis meses después, una tarde de verano, caminando por las calles céntricas de la ciudad, se encontró de frente con el señor Ramón: un caballero que había conocido mientras trabajaba en la empresa de plásticos; era cliente de su exjefa.

Ramón le estaba agradecido por haberle resuelto una serie de problemáticas que hacía tiempo tenía con la dueña por la entrega de algunos materiales. Al ver éste la buena disposición de mi padre por ayudarlo con su problema; lo invitó a que trabajaran mano a mano en la empresa de él. Aquella tarde intercambiaron números telefónicos para contactarse.

Mi papá se puso en contacto con él para puntualizar una reunión. Ya en ésta, convinieron que mi papá se uniría a la empresa de Ramón como colaborador del área administrativa; haciéndose cargo de inventarios y papeleo; cargo que le remuneraba un sueldo fijo de setecientos pesos semanales. No estaba satisfecho con ello, desde el inicio le propuso a Ramón una sociedad, pero éste no aceptó porque mi papá no tenía los recursos suficientes para aportar capital. Así fue como, de nuevo, mi papá se convirtió en el empleado de alguien más. Comenzaron su relación laboral como jefe y empleado.

Con el decurso del tiempo, aprendió lo suficiente sobre el negocio, mérito que le otorgó el derecho para opinar sobre cuestiones cada vez más relevantes. Posteriormente empezó a realizar llamadas a clientes frecuentes y potenciales, para generar más ventas.

Ramón, su jefe, le decía que era un buen orador, pero que le faltaba ser sucinto para consumar ventas, puesto que, muchas veces, saber expresarse no le alcanzaba para cerrar un trato.

Meses más tarde, mi padre empezó a asuntarse de la oficina para visitar a los clientes en persona. Recorría la ciudad en busca de nuevas ventas. Se presentaba en multitud de negocios desde las primeras horas del día, hasta entrada la noche. En su lugar, en lo administrativo, se quedó Adrián; de nuevo se sumó al equipo de trabajo de nuestro progenitor, pero ésta vez por convicción propia. Su novia tenía pocas semanas de embarazo, por lo que mi hermano necesitaba un empleo estable que le permitiera ahorrar lo suficiente para la llegada de mi sobrino.

Un año de trabajo eficaz y eficiente, trajo como consecuencia que por fin se hablara en serio de una sociedad entre mi papá y Ramón. Mi padre había demostrado en ese lapso poseer algunas de las herramientas que se requerían para sacar un negocio a flote. Pese a que seguía sin contar con los recursos económicos para comenzar una sociedad, transigieron que Ramón pondría el capital y mi papá la mano de obra.

Mi nombre es Mía y soy millonariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora