Capítulo 8

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:.Capítulo 8

Antes de cantar evitaba beber alcohol, algo bastante difícil para una persona que lo consumía en exceso. Se mojó el rostro, intentando mitigar así su ansiedad. Desde el día anterior que no bebía, y el café no era para nada un sustituto. Suspiró y cerró los ojos unos minutos antes de volver a abrirlos, notando por medio del espejo que no estaba solo.

-¿Estás bien?-Interrogó su acompañaste. Joseph suspiró.

-Lo estoy-Respondió, girándose para poder ver de frente a Dante.

El moreno, que debía admitir era guapo, llevaba un atuendo relajado sin llegar a lo formal, usando una chaqueta militar negra hasta un poco más debajo de la cadera que impedía ver qué llevaba debajo y un pantalón de tela rojo brillante ajustados, llevando también zapatos negros y el cabello corto peinado de forma despreocupada.

-¿Quieres algo?-Interrogó el vocalista serio.

-No, sólo quería verte-Contestó, extrañando al moreno.

-¿Verme?

-Sí-Sonrió, acercándose a él lentamente y sin quitarle los ojos de encima-Quería...-Acercó su rostro al oído de Joseph-...desearte suerte-Susurró. El aliento cálido chocando contra su oreja, estremeciéndolo.

-No la necesito-Lo cortó, alejándose mientras se cubría su oído con una de sus manos. Dante sonrió, asintiendo.

-Cierto, son estupendos. Aún así, suerte-Deseó antes de marcharse. Jo suspiró con fastidio.

-Gracias...-Murmuró a pesar de ya no estar el otro para escucharlo.



Y ahí estaba, con un pantalón a cuadros con patrones grises y negros, una camisa negra con una corbata gris brillante. También llevaba puesto un saco plateado y unos zapatos negros lustrados y brillantes. En cada uno de los puños de su saco, llevaba los gemelos que él sabía se los regaló su abuelo, con forma circular de color plata y la letra inicial de su apellido gravada con un diseño elegante, además apreció en su muñeca derecha el reloj que todos le regalaron para su cumpleaños 25, aquel que cuidaba como lo más preciado en el mundo y siempre usaba en ocasiones especiales o eventos sociales.

Se veía estupendo, con una mezcla de madurez y elegancia. Pensó en acercarse a él, pero notó a una mujer a su lado. Una de largo cabello castaño y ondulado. Era hermosa, de piel clara y finos rasgos. Su voz, porque podía oírla desde donde estaba, era melodiosa y parecía tener encantando a Andrés quien no dejaba de verla con unos brillantes ojos de enamorado. Sintió un nudo en su estómago al pensar aquello último.

-¡John!-Lo llamó de repente alguien. Se giró, principalmente porque la escena ante él era dolorosa, y se encontró con Amelia, la chica que no le dijo que era periodista-No imaginé volver a verte.

-¿En serio? Creí que como periodista tarde o temprano me encontrarías-Dijo un tanto molesto-¿Por qué no me dijiste lo que eras?-Cuestionó.

-Porque no hubieses sido sincero conmigo-Alegó, sonriendo luego-¿Cómo has estado?-Miró hacia donde se hallaba Andrés-Imagino que pésimo.

-...

-¡Vamos, John! Te tomé cariño. Cuando te vi, sí pensé en que era una oportunidad de sacarte información, pero te tuve lástima. Sé que se siente no ser correspondida...-Lo miró con tristeza-De verdad creí que si te decía quién era, tú no confiarías en mí y te quería ayudar. Te veías tan mal, aún te ves mal y...quiero ayudarte.

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