Me desperté con mi celular sonando. Traté de alcanzarlo, pero terminó estrellándose contra el suelo.
-Demonios...- Lo levanté del suelo y pude ver quien llamaba. En seguida volvió a sonar el aparato- ¡Madeleine! La gente necesita dormir, ¿conoces ese concepto?
-Si, si, lo que digas. Necesito decirte algo, es importante.
-¿Y para ello necesitabas despertarme a las...- Volteé hacia mi reloj de pared- 6:00 am un domingo?
-Bueno, entonces no te diré que me encontré a Nicolas en el Central Park. Ni tampoco te diré que me invitó a salir, o que me dio su número de teléfono.
Me quedé muda. Ese chico sí que va rápido.
-¿Anabella? Oye...
-¡Madeleine Hacker, tienes una cita! Esto no lo puedo creer. Debo seguir soñando- Grité mientras saltaba por todo el cuarto. ¿Mi Made teniendo una cita? Era imposible.
-Yo no le diría tanto como una cita, solo dije que lo llamaría algún día.- Su tono de voz sonaba apenado, podía jurar que ahorita mismo se estaba ruborizando.
-¿Y lo llamaste?
-Todavía no...
-¿!Qué esperas!? ¡Llámalo! ¡Hazlo! ¡Corre!
-Está bien, lo llamaré. Solo promete que no le dirás a Emily por ahorita, puede ser capaz de asesinarme con una cuchara de plástico.
-Pinky promise- Dije y colgué el teléfono. Bien, Madeleine tenía una cita con el hermanastro de Emily.
Esto iba a ser interesante...
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Llegué a la escuela a las 7:30. El profesor me mataría por haber llegado tarde un lunes.
Corrí hasta el salón 34 y abrí la puerta apurada. Todas las miradas se posaron en mí.
-¿Qué ven? No es la primera vez que llego tarde- Me molestaba un poco que me vieran como si tuviera en el cabello una ardilla o si en mi cara hubiera una lagartija tatuada.
-Nos encanta recibirla con tan buen carácter, señorita Beckhold- Estúpido profesor y su estúpido sarcasmo.
Me senté en el único puesto vacío que había en el salón. Saqué mis libros de Arte y los dejé a un lado de mi mesa. Alcancé mi libro de Orgullo y Prejuicio del fondo de mi bolso y me dispuse a leer mientras la clase transcurría de la manera más aburrida.
Inmersa en mi lectura escuché como la silla desocupada a mi lado rechinaba y un chico se sentaba en ella. No le di importancia y seguí leyendo.
-Anabella, ¿cierto?- Me dijo el chico. ¿Cómo sabía mi nombre?
Dejé el libro en la mesa y me volteé. Pero miren quien tenemos aquí...
-¿Me estás siguiendo?- Enarqué una ceja mientras soltaba una pequeña risa.
-No sé, depende, ¿quieres que te siga? Porque puedo hacerlo- Dijo guiñándome el ojo.
Sarcástico y presumido. Éste chico no era tan agradable como me esperé.
-Si no te importa, James, desearía seguir con mi lectura.
-Oh, lo lamento Su Alteza, no me di cuenta que estaba leyendo el clásico más aburrido que han creado en la historia de la literatura- Dijo fingiendo condescendencia.
-¿Aburrido, dices? ¿Siquiera lo has leído?
-No necesito leerlo para saber que es un cliché de amor.
-No juzgues un libro por su portada- Ahora fui yo quien le guiñó el ojo. Él se acercó a mi oído y susurró.
-Tú me has juzgado sin conocerme, pequeña.- Me quedé totalmente recta en la silla. El roce de sus labios en mi oreja me provocaba cosquilleos.
-Primero, no te juzgué sin conocerte, pero no me has dado una buena primera impresión. Segundo, no me llames pequeña.
-¿Qué, no te gusta el apodo?- Hizo una clase de puchero que daba más risa que lástima.
-No quiero que me llames por ningún apodo, ¿entendido?
Levantó su mano derecha y la llevó a su frente como si fuera un militar.
-¡Entendido, pequeña!
-¡Ustedes dos!- gritó el profesor. Nos volteamos hacia adelante y nos encontramos con la mirada furiosa del profesor- Si tanto quieren hablar, salgan del salón.
-Pero yo...- Nunca jamás en mi vida me habían echado de una clase.
Me las vas a pagar, James.
-¡Afuera!
-Amargado- Refunfuñó mi "queridísimo" amigo.
Salimos del salón y en cuanto se cerraron las puertas de éste, le golpeé la cabeza al rubio.
-¡Auch! ¿Por qué fue eso?- Dijo sobándose la cabeza.
-Oh, no sé. Es un hobby esto de golpear a la gente.- Rodé los ojos- ¡Por tú culpa me han sacado del salón!- Le dije cruzándome de brazos.
-Oye, no te molestes. Vamos, vive la vida- Iba a refutar cuando sentí que sus manos me tomaban por la cintura y mi cuerpo era lanzado contra su hombro.
-¡James, bájame!- Pataleé, grité y golpeé, pero nada funcionaba.
-Anda, pequeña, te invito un helado.
-¿Podrías bajarme al menos?
-No hasta que lleguemos a la moto.- Tragué saliva. ¿Él acababa de decir "moto"?
Oh dios mío.
¡Ey! ¿se acuerdan que les dije que el capítulo sería un acercamiento de Madeleine y Nicolas? Bien, he decidido alargar un poco eso. Así le doy más dramátismo a esa ¿relación?
Luego sabrán que pasará entre ellos dos. Mientras tanto, ¿alguien quiere un helado de James? e.e
En serio, comenten:c Sé que no somos muchos, pero pueden comentar u.u
Los adoro,
Ava.
Pd: Perdón si el capítulo es corto, pero el que viene será más largo. Tengo una idea que quería dejar para el siguiente capítulo<3
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You are my trouble
Teen FictionEn un perfecto cliché del destino, Anabella y James se vuelven a encontrar al otro lado del océano, un año después y en una boda. Ninguno con muchas expectativas de quedarse en la vida del otro, pero nada sale como esperamos. Ella es muy cabezota pa...