8.- ¿¡Estás loca?!

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Me preparé un café con leche y subí hasta mi cuarto para poder ver televisión.

Hoy era jueves y, por alguna razón que aún no entiendo, mi madre me dejó dormir. No quiso levantarme a la hora que correspondía y me quedé  sin ir al colegio.

Tuve que estar en clases a las 8:00 am, pero en cambio estaba tirada en la cama viendo This is Us en mi Blu Ray.

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Después de dos horas ya había visto la película entera. Revisé mi reloj; 10:20 am. Todavía quedaba mucho tiempo antes de que llegara Gemma.

A decir verdad no pude conciliar el sueño anoche pensando en qué me diría. Siempre me contaba todo por celular y que quisiera decírmelo en persona me ponía un poco nerviosa.

La única vez que ella había tenido una conversación “seria” conmigo, tuve que ir hasta su casa, que quedaba al otro lado de Nueva York y esperé lo mejor, pero estaba equivocada. Le llevó dos horas decirme que sus padres se iban a divorciar por algunos “problemas” con su madre. Dos meses después descubrí que su madre… “Salió del closet”

Durante unas tres horas estuve dando vueltas por toda la casa. Comiendo, leyendo, durmiendo. Me aburría como nunca y mis padres no habían vuelto del trabajo.

Me vestí y salí a dar un paseo por la cuadra. Hacía un hermoso día en Nueva York y necesitaba matar el tiempo. El aire frío y lluvioso me golpeó justo cuando abrí la puerta, respiré hondo y sonreí. Amaba este clima y, para mí, era el día perfecto.

Estuve caminando por una hora hasta que sentí que un carro plateado me seguía. Adelanté un poco el paso y crucé en una esquina. Los carros iban y venían, así que me tranquilicé y me di reproches interiormente por pensar que un carro me estaría siguiendo, tal vez solo era un pobre señor viejo que no disfrutaba la velocidad de los autos.

Metí mis manos en los bolsillos de mi sudadera negra y continué mi camino hasta que sentí unas manos posarse sobre mis ojos tapándome la vista. Traté de retirar aquel brazo, pero era notablemente más fuerte que yo. Con el otro brazo la persona desconocida me agarró por la cintura y me arrastró por la calle.

-¡Por favor, no tengo dinero!- Dije al borde de las lágrimas. No obtuve respuesta alguna mientras solo oía las cornetas de los carros y a la gente gritándose obscenidades. Sentí como era colocada sobre el asiento trasero de un auto.

El auto plateado tal vez.

Cerró la puerta del carro y escuché como se montaba en el asiento del conductor.

Por instinto había cerrado los ojos cuando tenía la mano desconocida en mi rostro. Entré en razón y los abrí de inmediato. Me quedé congelada cuando vi quien estaba al volante.

-¿James?- Le pregunté un poco desconcertada. Había empezado a creer que él podía ser un buen chico.

-Si no gritas no saldrás herida.- Me dijo volteando a verme.

-¿Perdón?- Al ver mi cara de horror él soltó una carcajada sonora que retumbó en los vidrios polarizados del carro.

-Eres muy graciosa cuando tienes miedo.

-Suponiendo que tú acabas de traerme raptada hasta tu carro, es lógico que tenga miedo, ¿no te parece?

-¿Raptada, dices? ¿Crees que soy un ladrón?

-Oh, no, en Nueva York es muy normal que gente semidesconocida te lleve arrastrada a su carro. Justo ayer mi vecino hizo lo mismo.- Usé el tono más sarcástico que pude. No le encontraba el lado gracioso a todo esto.

You are my troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora