29.- ¿La mejor decisión?

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Si algo había aprendido durante todo este año es que las cosas nunca son para siempre. La gente va y viene y no podemos hacer nada contra ello, no podemos evitarlo. No podemos esperar que al despertar al día siguiente todo haya sido un mal sueño, porque todo lo que pasa es por una razón.

Todos los momentos de nuestra vida, sean para bien o para mal, pasan por una única razón y me gusta creer que esa razón es el destino. Él escoge que pasará en nuestro día desde el momento que nuestro cuerpo amanece por las mañanas. Él, combinado con nuestras propias decisiones, son las razones de que todo pase, porque, aunque queramos, no podemos culpar al destino de todas nuestras desgracias porque nosotros escogimos nuestro siguiente paso,  nuestra siguiente decisión.

Mi decisión había sido separarme de James y nunca verlo de nuevo y cada día me odiaba por eso. Cada día quería tenerlo cerca y abrazarlo, sentir sus labios, sus caricias…

-Anabella, mi latina, vuelve a la tierra.- Dijo Gemma moviendo su mano enfrente de mi rostro.

-Perdón.- Contesté saliendo de mi ensoñación.

-Hace un año que ya no ves a James, ¿estás segura de que no quieres verlo de nuevo?

Suspiré.- No lo sé.

-Estar separada de él te hace mal, no lo puedes negar.

-Pero puedo ocultarlo.

-Aún no logro entender porque terminaste con él. Yo los veía tan enamorados.

-Solo duramos un par de meses, Gem.- Y era cierto, pero me había enamorado tan profundamente como si lo conociera de toda la vida.

-Eso no es excusa para botarlo sin previo aviso.- Por desgracia, nunca les conté a las chicas porqué había dejado a James, y así debía ser. Después de montarme en mi auto aquel día decidí que lo mejor sería mantener todo esto en secreto. Porque yo estuviera destrozada no significaba que debía destrozar el corazón de mis amigas también.

-Simplemente…- Lo medité un momento.- Su mundo se movía muy rápido.

-Y no podías seguirlo devotamente, lo entiendo.

Me levanté de la mesa del restaurant y me dirigí al baño. Me miré en el espejo y suspiré.

¿Qué debo hacer?

Esa era la misma pregunta que me hacía cada día desde que finalicé la relación con Mcconaughey. Quería ir y decirle que todo estaría bien, pero el sentimiento de traición aún se alojaba en mi pecho.

Mojé mi cara con el agua del lavábamos y me recosté ahí un rato hasta que una mujer salió de uno de los cubiles.

-Por tú cara debes tener problemas con un chico, ¿me equivoco?

Hice una mueca y cerré los ojos.- ¿Tan patética me veo?

-Te mentiría, pero sería una mala persona.- Acomodó su cabello negro y me sonrió.- Soy Isabelle.- Me tendió una mano y guiñó uno de sus ojos azules.

-Anabella, mucho gusto.

-¿Puedo preguntar el nombre del afortunado infeliz?

-James.- Dije un poco nerviosa. Ella abrió los ojos de par en par y una sonrisa asomó en sus labios.

-Mi mejor amigo también se llama James y sí que es mujeriego. ¿No habrás sido una de sus chicas de una noche?

-¡No! ¡No! Por Dios, no. Se llamaba James Mcconaughey.

-¡Chica! ¡Él es mi mejor amigo!- Gritó mientras se reía. Yo me quedé boquiabierta en mi sitio.

¿Acababa de decir que James ahora era mujeriego?

You are my troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora