14.- ¿Cita?

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Te paso buscando en media hora, está lista.                

James llevaba desde ayer recordándome por celular que hoy íbamos a salir a cenar. Parecía nervioso, como si yo fuera a olvidar nuestra cita.

¿Podía llamar a esto una “cita”?

Hace una semana que habíamos vuelto de la playa y el aire alrededor de nuestro grupo era un tanto meloso. Todos estábamos fuera de este mundo, todos reíamos, estábamos extremadamente felices y eso era muy raro.  No me quejaba, pero, como solía decir cuando vivía en Venezuela, “no hay bien que por mal no venga”

-¡Anabell, mi vida, te buscan!- Gritó mi mamá desde el piso de abajo. Bajé corriendo y me encontré a James sentado en el sofá frente a mi papá y a mi mamá, el rubio se levantó cuando me vio y una sonrisa de oreja a oreja apareció en su rostro a la cual yo correspondí.

-Seguimos aquí.- Puntualizó papá un poco molesto.

-Oh, sí. Papá, mamá, él es James.- Lo presenté aunque de hecho no pretendía hacer esto hasta dentro de un tiempo.

-Mucho gusto, señor y señora Beckhold.- James extendió la mano y mi madre se la estrechó gustosa, pero mi papá puso un poco de presión en su agarre. En otro caso eso le hubiera dolido al chico, pero James era visiblemente más fuerte que él.

-¿A dónde vas a llevar a mi hija?- Preguntó mirándolo desafiante. Ser hija única tenía desventajas, una de ellas era tener un papá sobreprotector.

-A cenar, señor.

-¿En dónde?

-Un restaurant a las afueras de la ciudad, señor.

-No la traigas después de las 12:30, ¿me entiendes?

-Con todo respeto, señor, el viaje hasta las afueras es de una hora y no nos daría tiempo de comer si volvemos a las 12.

-¿Te atreves a refutarme?- Sabía que mi papá no era así de amargado, sólo lo hacía para divertirse un rato.-Me parece que una hora para cenar es suficiente.

-Papá.- Interrumpí.- Soy mayor de edad, ¿recuerdas? Te enviaré un mensaje cuando esté volviendo a casa, pero no será a las 12:30.

-Pero Anabell…

-Adiós, papá, adiós, mamá. ¡Los amo!- Salí de la casa y cerré la puerta tras de mí para que mi padre no viera la moto, pero fue en vano, él volvió a abrir la puerta y esta vez sí gritó de verdad.

-¡Ni sueñes en montarte en esa cosa, Anabella Beckhold!- Sabía que mi madre podría contenerlo, pero mi papá era muy protector conmigo. Me volteé y me acerqué a él.

-Pa, sé que quieres lo mejor para mi, pero ya estoy grandecita.

-No irás en esa cosa, te lo prohíbo.- Su voz era firme y severa, debía sacar mi peor arma. Lo miré directo a los ojos y puse  carita de perrito.- No lo vas a lograr esta vez.- Acentué la carita.- Oh, bien, pero quiero que te mantengas en contacto.

-Gracias, te amo.- Le di un beso en la mejilla y caminé hasta la moto.

-¿Lista?- Me preguntó James entregándome un casco.

-Lista.- Respondí subiéndome a la moto.

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Una hora después nos encontrábamos en un restaurant un tanto lujoso.

-Vaya.- Silbé ante las sillas delicadas y las mesas de vidrio con manteles dorados y velas en medio.- Te esmeraste, James.

-¿Qué puedo decir?- Encogió los hombros y nos fuimos a sentar en nuestra mesa, pedimos la comida y esperamos a que nos trajeran las bebidas.- Tu papá es un poco intimidante, ¿sabes?

You are my troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora