Me paré del sofá y me puse detrás de Madeleine.
-Yo... mmm... tú- Tartamudeó la rubia. Me reí para mis adentros y salí de la casa por un lado de mi amiga y Nicolas.- ¿Anabella? ¿A dónde vas?
No respondí y seguí caminando hasta que llegué a la esquina de la calle. Sabía que si me quedaba iba a ser la tercera rueda de la conversación y, evidentemente, ellos necesitaban hablar.
Me impresionaba que Nicolas fuera tan rápido, pero si él así lo quería yo no era quién para detenerlo.
-Diablos...- Me dije a mi misma. Llevaba ya una media hora caminando y estaba empezando a llover. Mi casa quedaba muy lejos para llegar a pie así que entré en el primer local que encontré. Para mi fortuna era una cafetería.
-Buenas noches, señorita. ¿Qué desea?- Me preguntó la chica del mostrador mientras me regalaba una sonrisa de oreja a oreja. Antes que pudiera responder, una voz desconocida respondió por mí.
-Un cappuccino sin azúcar y un chocolate caliente con doble crema batida y un pastelito de chocolate, gracias.- Me volteé para ver quién era aquella voz y me encontré con un James mojado y con su casco colgando de una mano.
Alcé una ceja y me devolví al mostrador.
-Son 24 dólares.- Me dijo la chica claramente embobada por el rubio detrás de mí. Bufé y le entregué el dinero. Me dirigí hacia una mesa cerca de la ventana y James me siguió.
-¿Me estas siguiendo o algo por el estilo?- Le pregunté una vez estuvo sentado delante mío.
-Puede que sí, puede que no.
-Eso es muy patético, ¿lo sabes?
-Amargada. No te seguía, estaba por la zona donde vive tu amiga y te vi caminando por un largo rato.
-¿Qué hacías por la zona? Pensé que ya te habías ido.
-Pues...-Se rascó la nuca. Dudaba si decirme o no.- Nicolas quería arreglar lo que pasó con tu amiga. Él solo quería disculparse y tratar de entablar una conversación con ella. Se sintió mal al darse cuenta que un día de conocerse no es suficiente para tratar de besarla.
Bufé. -¿Tú crees? Yo llevaba un mes con mi novio y nunca había tratado de besarme. Los gringos son muy extrovertidos.
James puso una mano en su pecho y se hizo el adolorido. -¿Perdón? Nosotros podemos llegar a ser muy educados si queremos. Ustedes, por un lado, van por la vida bailando en mini faldas y cantando el "Reggaetón"- Puse una cara de asco con tan solo escuchar eso. Bien, si él quería etiquetarnos, pues que así sea. Yo no soy de las que se quedan calladas ante un debate.
-El ser rubio te afectó las neuronas. No todas las latinas somos como tú dices. Yo, por ejemplo, no uso mini faldas ni bailo esa clase de música. Si no te enfocas en eso te podrías dar cuenta que somos una comunidad muy amigable y cariñosa. Todo el subcontinente de América del sur puede llegar a ser muy feliz. Festejando como Dios manda. Además nosotros también somos americanos, no solo los que viven en Estados Unidos.
-¿Amigable? ¿Y qué hay de los robos? ¿La inseguridad? ¿Las dictaduras?
-Robos hay en todo el mundo. Inseguridad hay hasta en los países desarrollados. Dictaduras las hubo hasta en el siglo XVIII. – Sonreí mientras lo veía directo sus ojos marrónes.- Amigables por el hecho de que nosotros no andamos de guerra en guerra. Metiendo las narices en donde nadie nos ha llamado.- Me recosté orgullosa en mi asiento. Vi como James sonreía y hacía lo mismo.
-Te gusta debatir, ¿no? Bien, podríamos hablar de este tema por horas, pero yo de verdad quiero tomar mi café.- Dijo al ver que la camarera se acercaba. Dejó la bandeja en nuestra mesa y se fue.
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You are my trouble
Novela JuvenilEn un perfecto cliché del destino, Anabella y James se vuelven a encontrar al otro lado del océano, un año después y en una boda. Ninguno con muchas expectativas de quedarse en la vida del otro, pero nada sale como esperamos. Ella es muy cabezota pa...