27.- Problemas en el paraíso.

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-¿Para qué quieres tantos brownies?

-Son para la mamá de Emily. En un par de días su esposo cumplirá años y quiere hacer una celebración.

-¿Y eso requiere de doscientos treinta brownies con doble capa de crema batida?- me senté en la silla al lado del escritorio de trabajo de mi mamá.

-El papá de Nicolas es un hombre con hambre, querida.

Las cosas estaban así. Hace ya una semana de la vez que Gemma se volvió loca y, según lo que logré entender, ella salía con Charlie desde hace... Una semana, de hecho. Algo se traían ellos dos desde antes, pero no quise meterme en vidas ajenas.

Aron volvió a Australia. Emily lo está llevando bien, pero desde hace dos días se lanza en su cama a comer tres potes de helado con chispas. Según un correo que recibió días después de la partida de Aron, él la engañaba estando allá. Tratamos de consolarla diciendo que puede ser un amigo de él queriendo hacerle una broma, pero un corazón semi roto e indeciso es más difícil de curar que uno roto.

Madeleine y Nicolas han estado hablando sobre un "fantasma" desde hace tres días. No entiendo qué pasó, pero no he querido preguntar por temor a la respuesta.

-¿Anabella me estás oyendo?- Despegué los ojos de la pared y volteé a ver a mi madre.

-Dime.

-Necesito que te pruebes éste vestido. Las costuras necesitan un ajuste, pero no sé en dónde.

Me levanté del estudio de mamá y me fui a cambiar.

El sueño de ella siempre fue diseñar cualquier cosa; ropa, zapatos, comida, edificios. Todo lo que requiera un dibujo y un plano. Así que ganaba dinero creando ropa para una tienda del centro y cocinando pasteles caceros.

Cuando terminé de colocarme el vestido rojo, sonó el timbre.

-Diablos.- mascullé. James vendría hoy para ir al cine y lo había olvidado por completo.

-Anabell, querida, atiende tú.- gritó mi madre. Mi papá estaba trabajando, así que no había otra opción que salir con el vestido. Solo rezo que las costuras no se deshagan.

Abrí la puerta principal y James estaba parado enfrente de mi con su blu jean y su chaqueta de siempre. Detrás de él escondía algo.

-Vaya.... Yo.... Woao.- Fue todo lo que dijo.

-¿Te traigo un vaso para la baba?

-Y uno muy grande, por favor.¿usarás eso en el cine?

-Si, de hecho solo falta los tacones y mi corona. Espera que voy por ellas.

-No hacen falta. Para mi ya eres una princesa.

Awwwwww

-Gracias. - fue todo lo que pude decir. James extendió el brazo que tenía detrás y salieron miles de flores disparatadas atadas por un papel en el tallo.

-No sabía cuáles eran tus favoritas, así que en la tienda hice que me dieran un ramo con cada flor que hubiese. Supongo que necesitarás un florero grande.

-Son hermosas, James, no tenías porque hacer esto

-Yo te doy flores y tú me das la hermosa imagen de ti con un vestido que se cae a hilos.- Guiñó un ojo. Bajé la mirada al vestido y, en efecto, el busto del vestido se iba cayendo poco a poco. Alcancé la tela a tiempo antes de no dejar nada a la imaginación.- Buuuu, el show terminó muy rápido.- Bromeó.

-Cállate y pasa. Mi mamá está en su estudio, bajo en un momento.

Subí a cambiarme y cuando bajé encontré a mi madre y James riendo en la cocina. Me acerqué sin hacer ruido y escuché la conversación.

-¡Hablo en serio! El día que salieron por primera vez en una cita estaba toda "¿mamá, qué debo usar para impresionar a un chico?" "¿me veo gorda?" "¿es mejor el rojo o el negro?" ¡Era un manojo de nervios!

James rió más fuerte y mi madre siguió hablando.

-Nunca lo va a admitir enfrente de ti, pero se esfuerza mucho cuando sale contigo, le encanta verse bien para ti.

-Ella siempre se verá bien para mí. ¿No es así, pequeña?- Me sobresalté al escuchar eso y salí de mi escondite detrás de la puerta. Entré a la cocina y agaché la cabeza.

-No era mi intención escuchar.

-Lo sabemos, te vimos detrás de la puerta.

-¿Sabían que estaba ahí y aún así me hicieron pasar vergüenza?- Reproché. James se acercó a mi y besó mi mejilla.

-Es hora de irnos. Hasta luego, señora Beckhold.

-Hijo, dime Elena, por favor.

-Hasta luego, Elena.- Corrigió. Me despedí también y salimos hasta el carro.

-Que elegancia, iré en el auto.

-Ir en la moto no era muy romántico. Ahora, su alteza, el carruaje la espera.

Subí en el asiento del copiloto y James tomó el volante. Estuvimos en carretera por media hora hasta que por fin llegamos al centro comercial. Nos detuvimos un momento a tomar un café, pero el celular del rubio comenzó a sonar.

-Diga. ¿Char... Lo siento. Estoy con ella. No, no te mencioné.- Dejó de hablar por un momento y pude jurar que el teléfono se hubiera caído si no lo tuviera fuertemente agarrado.- Lo entiendo. ¿¡Qué?! ¿Y... "N"? No comprendo porque él no corre riesgo.

-James, ¿pasa algo?- Pregunté. Alejó el celular de su oreja y tapó el micrófono.

-Está todo bien.- Acercó su teléfono de nuevo y terminó de hablar.- Bien, lo haré, pero será la última vez.- Colgó y me miró expectante.- Voy a tener que... Arreglar un asunto, vuelvo rápido.- Se paró y besó mi cabeza.- Lo lamento.-Se fue y yo me quedé sentada pensando en qué pasaba. Estaba volviendo a tener las mismas llamadas que hace un tiempo y me preocupaba que fueran de ese tal Jonathan.

Alejé todo pensamiento negativo de mi cabeza y decidí ir al banco para sacar el dinero de los brownies para mi madre.

Me coloqué en el final de la fila para el cajero automático, pero al llegar a la máquina tenía un cartel que decía "Sin dinero. Disculpe las molestias"

Suspiré y entré a las cajas del banco para retirar el dinero por taquilla. Estuve ahí por dos horas hasta que me llegó un mensaje.

James

Pequeña, no podré ir, el asunto se alargó más de lo esperado. Te amo, por favor entiende.

Yo

También te amo, no hay problema.

Sonreí de lado y esperé a que la fila avanzara. Cuando por fin ya tenía el dinero en mano decidí sentarme un momento en los sofás del banco.

Todo estaba tranquilo hasta que entraron dos hombres con capuchas y máscaras negras. En una mano enguantada llevaban solo un celular, pero en la otra llevaban...

Un arma.

Mi corazón comenzó a ir a mil por hora cuando el más alto de los dos comenzó a hablar.

Esa voz, la reconocía.

Era....

¡HE VUELTO Y LES TENGO UN GRAN ANUNCIO!

Primero, perdón si hay errores, estoy desde mi tablet.

Segundo, ya somos 7k, no sé si ya lo dije...

Cuarto, gracias a todas las personas que ha apoyado tanto la novela. Trato de agradecerles a todos por mensaje directo, pero a veces se me olvida..

Comenten, voten y todo.

Los adoro,

Ava.

You are my troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora