34.- Un poco de paz.

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Por favor, actualicen la historia, tuve un pequeño problema con los espacios entre párrafos.

-¿Qué fue eso?- Preguntó Jonathan. 

Los tres intercambiamos miradas asustadas, pero ninguno sabía qué decir. Sin embargo Madeleine habló antes que todos. 

-Fue… mi celular… lo dejé en mi bolsillo. 

-Imposible, Lea sacó sus celulares antes de llegar. 

-Es Lea, hermanito, todos sabemos cómo es ella.- Defendió James. 

El celular paró de sonar y Jonathan se acercó a Madeleine.

-Dame tu celular. 

Madeleine palideció y la sala quedó en silencio por un rato. 

-Dije que me dieras tu celular.- Puntualizó de nuevo.

-Jonathan…- Comencé, pero no supe que decir. 

-O me das tu celular o tu querida amiga no verá la luz del sol de nuevo.- Amenazó.

-Está bien, está bien, ya te lo doy.- Made metió su mano en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó su mano vacía. Rápidamente se empujó contra Jonathan y los dos cayeron al suelo. Los dos forcejeando, pero Madeleine tenía más fuerza de lo que aparentaba. Él le propició un golpe en la rodilla, pero ella logró zafarse y lo golpeó en la zona más sensible de todo hombre. 

James se acercó corriendo y alejó a Made de todo. Tomó a Jonathan por el cuello de la camisa y, no sin antes recibir un par de golpes, lo lanzó contra la pared, dejándolo mal herido. 

 -¿¡Y ahora qué?!- Grité. 

-¡A la salida!- Dijo James. 

Los tres corrimos hasta la entrada y la abrimos de un solo golpe. La sala en la que estábamos era fría y gris, con muebles arropados con telas blancas y solo una ventana que proyectaba toda la luz que había ahí dentro. Una escalera vieja conducía arriba. La tomamos sin pensarlo y llegamos a la estancia principal. 

-Reconozco este lugar.- Dijo James.- Aquí solía venir mi mamá cuando debía… vender sus servicios. No sabía que lo hubiesen cerrado.

-Muy lindo el recuerdo, pero no es momento de ponerse nostálgicos.- Reprochó Madeleine.- Tenemos un problema mayor, la puerta principal tiene candado y, al menos que haya una puerta secreta, estamos estancados aquí. 

James se acercó a la puerta y pateó el candado, pero nada pasó. Sacó el celular de Lea y lo revisó. 

-Maldita sea. Nicolas no ha llamado, fue solo una estúpida amiga de Lea queriendo saber en dónde está. 

-Diablos.- Mascullé. Revisé con la mirada todo el lugar y me acerqué a una ventana.- No puedo ver nada, hay mucha neblina. ¿Y ahora qué? 

-Debe de haber una clase de puerta auxiliar. Por algún lado debieron salir y entrar Jonathan y Lea.- Dedujo Madeleine.- James, tú los conoces, piensa como ellos.  

-El candado no tiene aspecto de haber sido utilizado recientemente, así que es muy poco probable que  tengan una llave de aquí. Debe haber alguna otra habitación en la que haya una puerta extra. 

-¿No solías tu pasarla aquí de pequeño?- Pregunté. 

-Un par de veces, si, pero nunca me vi en la necesidad de buscar una puerta por la cual escapar que no fuera ésta.  

-Genial, vamos a buscar en las otras salas y ver que sale.- Dijo Made.  

Cada uno se fue en busca de una puerta, cada uno en una habitación diferente. En media hora debíamos volver a la sala principal y así ver si alguien se había dignado a crear una puerta de servicio.  

You are my troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora