27. Sin palabras.

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Joder, qué mal me encuentro. Me duele la cabeza, tengo agujetas, todo el maquillaje corrido, y además me siento como la mierda.
Me levanto con decisión a desayunar, a pesar de que sean las 3 de la tarde. Me preparo un plato de avena con agua y limón, con lo que bebí ayer, tengo mucho que depurar.
Después de desayunar, me desmaquillo y me meto en la bañera como ayer. Me paso un buen rato metida allí, como dos horas, y cuando tengo ya la piel como una pasa, me seco y me echo crema. Luego, me pongo una mascarilla exfoliante hidratante en la cara y un pijama limpio. ¡Ya me siento como nueva!
Como no tengo nada que hacer, cojo el libro que me estoy leyendo ahora, Parque Muerte, de Fernando Lalana, y leo hasta que es medianoche. En ese momento, me meto en la cama y duermo.

Narra Dylan.

Estoy de visita en la granja de mi abuela unos días, he ido a estar con ella unos días para cuidarla.
-Mi cielo. -Me dice- va a venir la vecina de al lado a traerme unos huevos del corral, ¿Podrás abrirle tú? Yo me voy al pueblo a comprar comida.
-Claro abuela, descuida. Pero ten cuidado.
-Vale mi niño. Adiós.

Ya no estoy triste por lo de Alba, más bien, ya lo he superado. Tyler estos días ha sido imprescindible, y mi abuela, aunque no sepa de la ruptura, también. Cuando llegué de sorpresa lo primero que hizo fue preguntar por Alba, yo le dije que se había tenido que quedar en la ciudad trabajando. No quiero que lo sepa, por lo menos todavía, porque sé lo mucho que le apreciaba y me daría una larga charla.

-¿Hola? ¿Hay alguien en casa? -pregunta una voz femenina desde fuera.
-Sí. Hola. -saludo al abrir la puerta.- Soy Dylan, nieto de Chloe.
-Hola Dylan, yo soy Leanna, la vecina de al lado.
-¿Quieres pasar?
-No hace falta, solo venía a dejar los huevos, luego tengo que seguir repartiendo.
-Oye... No tengo nada que hacer ahora, ¿Necesitas ayuda? -me ofrezco.
-¿Lo dices enserio? -pregunta.- Me acabas de salvar la vida, chaval.

Me paso el día ayudando a Leanna ha repartir los huevos por todo el vecindario, es la proveedora del pueblo.
-Buffff... Qué día más duro. -dice acomodándose en la paja del granero.- gracias otra vez, sin tí no habría llegado viva a casa esta noche.
-No es molestia, en la casa de mi abuela, cuando no está, me aburro muchísimo.
-Oye... ¿y tú en la ciudad tienes novia?
-tenía hasta hace poco. Se llamaba Alba, y me dejó, pero estoy convencido de que es el amor de mi vida.
-¿Enserio? ¿Y estás seguro de que tu media naranja es ella? Aceptamos el amor que creemos merecer.
-Madre mía. Alba me hizo leer ese libro y ver esa película muchísimas veces. Las ventajas de ser invisible.
-Efectivamente, novato.
-¿Y tú? ¿Tienes a alguien? -pregunto.
-Sí, y ella es preciosa.
-¿Ella?
-Sí, novato. Ella. Se llama Diana, y es la mujer más bella que he visto nunca.
Esa respuesta me ha dejado sin palabras.
-¿Así que te he dejado sin palabras eh? -me lee la mente.
-Pues sí, un poco. Pero... lo de la mujer más bella lo dices porque no has conocido a mi Alba. Ella sí que es hermosa.
-¿Y si dices quererla tanto, por qué le has dejado marchar?
-Hay veces que lo mejor es dejar que se vaya.
-Wow novato, estás hecho un poeta eh. -dice golpeándome el hombro.- Me voy a mi casa, buenas noches romántico.
-Buenas noches bruta.

Gajes del oficio. {Dylan O'Brien}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora