Yo no vi los lunares de su espalda
ni siquiera sé por qué recuerdo
las estrellas en su cara.
Su madrugada,
mi mano muerdo
estaba enamorada.Si yo no vi su cara al irse
por última vez,
dejando al desvestirme
de palidez
un rosado despiste
de tardía niñez.Y yo no sé por qué te escribo
ninguno de mis versos
no poesía no te debo
dejaste ojos llorosos,
en mi mente, erebo
sin demonios.