Crudeza

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Estoy confusa
no sé qué hacer y me siento perdida
mi mente es una mentira circunfusa
el balido de una bestia malherida.

Mi corazón es una luz roja y tenue
que a ratos se torna morada o añil
color mar que se cuela por un desagüe
color cobre, color de abril.

Hoy he contado las marcas
mientras el asco se formaba en mí
creo que quedaron cincuenta y tantas
con estas fue que me intenté destruir.

La primera por no saber
en el dorso del brazo tendido
ni las venas me pude ver
aunque temía dejarlo malherido.

La segunda fue por curiosidad
¿cuánta alma se me puede caer?
la tercera, creo, fue necesidad
ya me imaginaba que debía fallecer.

La décima vez fue por mamá
por ser una vergüenza para ella
pues me habría abrazado de verdad
y yo sin embargo no veía su estrella.

La undécima por papá
pues no sabía cómo iba a reaccionar
pensé, quizá él me matará
y lloré sola sin poderlo gritar.

La duodécima porque no quería irme
pero ya no podía pararlo
la siguiente, pues, por redimirme
aunque a nadie podía contarlo.

A la vigésima ya no sentía nada
intenté buscar ayuda entonces
creo que estaba desesperada.

A la vigésimo tercera estaba mareada
¿era verdad que quería marchar?
yo estaba locamente enamorada
mi amante era la muerte, y mi lugar.

La trigésima vez fue por puro vicio
adrenalina de buscar el destino
un cable, un filo, un vidrio
cualquier cosa por abrir el camino.

La cuadragésima fue por dolor
quería que acabara ya
no solo el líquido y el color,
pues me sentía tan, tan canalla...

La última vez,
perdí la cuenta,
algunas habían desaparecido
otras, desprendían absurdez,
me había agredido, violenta
terminé en el suelo, enrojecido
dije... "Es la última,", lenta,
"si después de esta, he sobrevivido."



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