La soledad se alimenta de mí,
del hálito negro que desprendo,
de mi sangre carmesí,
de los ojos tácitos que prendo.La soledad escribe en francés
en cartas rojas y granates
bajo la sombra de un ciprés
una historia que abate:"A tu corazón yo escuché,
he dormido con tu alma,
yo fui la que te cuidé
y fui la que trajo calma.A tu instinto he encauzado,
domé toda tu rabia,
cuando llorabas, te he abrazado
y te he consolado con labia.Y aún así, tú, herida y venenosa,
con lágrimas inundando tus rasgos
te despides de mí, tiemblas orgullosa
culta y tímida dices «de ti me desasgo.»"