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Pov Lía

El camino hacia la casa o mejor dicho mansión de Zed fue divertido, no como otras veces; escuchamos música y hablamos de cosas triviales o de la escuela en mi casa; aunque también hubo momentos en lo que se enojó por el comportamiento de mi hermoso minino.

Zed no entendía que lo más seguro era que estuviera nervioso y por eso le había dado un pequeño rajusño a la cuerina del asiento de su caro auto. Hoy que lo mire más detalladamente vi que cuando se enoja o le molesta algo aprieta sus puños y contrae su mandíbula como si estuviera mordiendo algo de manera muy fuerte.

(...)

Al llegar a su casa vi como con un pequeño control abría los portones e ingresábamos a ese hermoso y gigante jardín en donde, como la última vez, se encontraban varios hombres de negro con armas a sus costados.

No entendía porque había tantos hombres custodiando con armas la mansión si los muros eran extremadamente altos y con unos pocos ubicados en lugares estratégicos bastaría para proteger o vigilar la misma. Luego preguntaría.

Al frenar el auto en la entrada principal, bajé del auto con "minino" antes de que Zed siquiera hubiera abierto su puerta. Al llegar a mi lado sólo me miro mal y me dijo:

-Agarra bien a ese gato, que si se escapa acá no lo encontrarás más o bueno por lo menos vivo - dijo esto último más bajo.

Yo sólo lo agarré mejor y empecé a caminar junto a él mientras miraba como algunos se paraban y nos miraban de reojo. Lo mismo había pasado la última vez cuando quise sacar la mochila del auto y llegaron todos a apuntarme con sus armas y justo cuando pensé que lloraría había aparecido Zed gritando y protegiéndome con su cuerpo, nunca olvidaría sus caras de pánico y sorpresa, pero bueno.

-Hola, soy Lía - dije a dos mastodontes que estaban a la entrada. Ambos me miraron con sorpresa y luego miraron hacia atrás y luego a mí. Por dios que les pasaba, tan difícil era contestar.

-Buenas tardes señorita - luego de eso, subieron sus miradas e hicieron como si yo no estuviera frente a ellos.

-Vamos Lía, entremos - dijo Zed poniendo su mano en mi espalda y empujándome levemente para que caminara.

En la puerta se encontraba una chica con uniforme un poco más grande que yo, creo, miraba fijamente a Z con un leve sonrojo, lo que me hizo sentir un nudo en el estómago, pero creo que debo tener hambre.

-Señor - dijo la chica cuando pasamos por su lado, pero a mí ni siquiera me miro, me ignoró olímpicamente. Lo bueno es que él no le dedicó ninguna mirada y eso me dio risa, aunque sólo me reí por dentro.

-Oh Lía ¿cómo estás? ¡No sabrías que venías! - dijo Ryan asustándome, lo que provocó que apretará más al gatito y este clavara sus uñas en mi hombro.

Mi Boxeador ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora