Zed Mcleir: boxeador clandestino, mejor conocido como "La Furia", todos le tienen miedo, nadie se anima a mirarlo a los ojos cuando pasa y menos insultarlo, porque saben que él con solo un chasquido de dedos los podría destruir a todos. Un día llega...
- bueno, pero por lo menos le dejaste las cosas bien en claro- dijo Ryan como si no fuera nada
-ahora hablando de tu humor, la próxima semana tienes una pelea con " el alacrán" y tienes que prepararte, sabes que esta pelea es importante y el premio es muy jugoso. - agregó
- lo sé, he estado con mi cabeza en otro lado estas últimas semanas y no he entrenado como debo- dije pensando
- y eso que está en tu cabeza, tiene nombre y es Lía no?
- sí y no, Lía es la más importante, pero el trabajo también ha estado ocupando mi cabeza.
(......)
Me había despertado hace unos minutos y me encontraba mirando el techo, pensando en lo que había descubierto anoche, no podía creer que estaba "enamorada" y menos de una persona como Zed. no lo entendía, pero esa parte posesiva y a manera en la que me cuidaba me hacía sentir esa protección y amor que siempre había deseado o bueno que había deseado desde que mi padre nos había abandonado.
Después de mucho pensar, decidí que le daría una oportunidad a Zed. Quizás con el trato y el tiempo me dé cuenta de que no lo amo y así no me sentiría culpable por no intentarlo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pov Lia
Habían pasado un par de semanas y se podría decir que ya no había casi nada que evidenciara lo que me había sucedido, claro, excepto por el dolor en las costillas que aparecía cuando hacia un mal movimiento o las forzaba un poco. Con Zed todo iba de maravilla, me consentía y siempre estaba allí para pasar tiempo conmigo. su carácter era totalmente diferente a cuando estábamos frente a sus hombres y la verdad es que me gustaba más cuando no estaba tan tenso y cuidando su espaladas y la mía a cada paso que dábamos.
Hoy, después de tanto ruego y lloriqueo por mi parte, Zed había accedido a que retomara mis clases, siempre y cuando cumpliera sus condiciones y no me separara de mi guardaespaldas.
Después de levantarme, me bañé y al salir me envolví mi cuerpo con una toalla, era cálida y reconfortante, tan pronto cuando salí de la ducha, el viento frio golpeó mi cuerpo haciéndome estremecer.
Empecé a cantar una canción que la había escuchado hace unos días mientras caminaba hacia mi cuarto.
Solté la toalla y me pare al frente del armario mirando las opciones de lo que me podría poner.
-Mierda. -Escuché un gemido detrás de mí, lo que me hizo saltar en mi lugar y girarme.
-Que mierda, Zed. - Chillé y me di la vuelta, al darme cuenta de que estaba totalmente desnuda y me tapé lo más que pude con mis manos mientras agarraba la toalla del suelo.