UNO

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—Mira mi dedo —pronunció un médico, pasando su mano por delante del rostro del muchacho.
Quien siguió con su vista el movimiento de un lado hacia el otro del dedo índice.
Anotó unas cosas en su libreta y luego se dirigió a su escritorio, buscando algo en los cajones.
—¿Cómo te sientes el día de hoy 646?
—Es una pregunta bastante compleja de responder doctor Koslov.
—¿Compleja? ¿Por qué?
—¿Cómo saber exactamente como me siento? Realizo siempre las mismas actividades, mi existencia se ha vuelto una monotonía, ¿Cuál es la razón de mi existir realmente? ¿Esto que creo sentir es real o no?
Se acercó a él y tomó su brazo izquierdo, pasando por su antebrazo una especie de bolígrafo, que emitió una luz violácea, revelando un número, su número de identificación, 646.
—Sentirse vacío, es un sentimiento.
—Quizás tenga razón, aunque yo no siento nada doctor Aleksei.
—Pronto tendrás nuevas experiencias.
Ladeó levemente la cabeza, mientras el médico se acercaba con una jeringa.
—¿A qué se refiere?
—En dos semanas serás vendido.
—Comprendo. ¿Para qué es esa inyección?
—La mujer que te comprará, quiere un muchacho de cabello oscuro, al igual que sus ojos.
—¿Eso servirá para cambiar mi color?
—Por ahora, en dos semana tu cabello rubio y ojos azules, serán negros. Tendrás que venir aquí cada dos meses para colocarte otra dosis, a menos que ella cambie de opinión.
—¿Por qué una mujer compraría un androide? —le inquirió mientras el médico que colocaba la inyección.
—No lo sé, yo solo recibo órdenes, como tú. Ve a la balanza.
El joven asintió e hizo lo que le ordenaron.
—Ochenta y un kilo —murmuró escribiendo —, bájate.
Observó cuanto media y lo anotó.
—¿Qué ocurre? —preguntó curioso.
Al ver la mueca no muy convencida del médico.
—Que ella esperaba a alguien un poco más bajo de estatura, pero unos centímetros de más, dudo que le moleste.

-o-o-o-o-

—¡¿En serio?! ¡Eso es increíble! —exclamó una mujer castaña, sorprendida—, no sabía que ya estaban a la venta.
Sonrió de lado y le dio un sorbo a su copa de vino.
—Claro que sí, y mira que no son para nada baratos, pero sí, ya conseguí el mío, en unas semanas, lo tendré en casa.
—¡Esto es tan emocionante! —chilló riendo—. Cuéntame, ¿Cómo lo pediste?
—Pues, un joven de cabello negro, ojos oscuros, más de un metro ochenta, cuerpo atlético.
—¿Joven?
—Sí, viví los últimos siete años con un viejo enfermo. Quiero disfrutar mi vida Karen, y que mejor que un nuevo comienzo con un chico caliente.
—¡Hasta me emociona a mi!
—¿Y qué esperas entonces? Compra uno —le dijo con simpleza.
—No es tan fácil —suspiró—, yo aun estoy casada.
—Tonterias —Exclamó haciendo un ademán con su mano—. Además tu matrimonio lleva muerto desde que se casaron, es simple, proponle a Darren un trato, tú te compras un muchacho, y él una chica, simple.
—Quizás acepte, por cierto —le dijo curiosa observando las paredes—, veo que quitaste las fotografías de Víctor.
—Ah, sí, tiré todo.
Abrió los ojos, sorprendida.
—¿Por qué hiciste eso?
—No quería tener recuerdos de ese tipo en mi casa —pronunció con asco.
—Bueno, ese tipo te dio dos hijos y te dejó una gran herencia.
—Las únicas dos cosas buenas que hizo en toda su vida.
—¿Saben Angie y Milo de este chico?
—Nop, y quiero que esto permanezca así, al menos hasta que pasa un tiempo, su padre ha muerto hace un mes y sería muy pronto para una noticia así.

-o-o-o-o-

-Dos semanas después-

Quedó más que maravillada al ver a ese joven y apuesto muchacho de cabello negro y ojos del mismo color, alto y fornido, quizás algunos centímetros más alto de lo que hubiese querido, pero así no estaba nada mal.
Se mordió el labio inferior, deseosa por ya probarlo.
—Andrew.
El moreno se giró y al observar a aquella mujer, su rostro permaneció igual de serio.
No se veía mal, era una mujer que aun siendo madura, se veía muy atractiva, pero... No le causaba ningún tipo de emoción.
—Señora Dufour, es un placer finalmente conocerla.
—Nada de señora, y mucho menos llamarme por el apellido de mi ex esposo muerto, dime simplemente Jenny.
¿Jenny? ¿En serio? Si, finalmente descubría que le hacía sentir esa mujer, incomodidad.
—Ven amor, ya quiero que conozcas nuestra casa.
Sonrió levemente, y vaya que le había costado hacerlo cuando ella lo tomó de la mano, dirigiéndose ambos hacia el exterior del edificio.

-o-o-o-o-

Observó la ropa sobre su cama y luego suspiró, sentándose al apoyarse el celular contra su oreja.
"—Hola Cookie ¿Cómo estás?"
Sonrió con nostalgia al escuchar su voz, y aquel apodo.
—Hola Brownie —bromeó—, un poco...mejor, no lo sé, aun es tan difícil.
"—Lo sé cariño, es algo que quizás no superemos, pero debemos salir adelante, por papá, él lo hubiese querido así."
—Es que —su voz se quebró en ese momento—, lo extraño tanto Milo, no te imaginas, de solo pensar que no lo veré más... Me duele —pronunció comenzando a sollozar.
"—Ya, tranquila Angie, sé que duele, a mi también me ocurre lo mismo, pero debemos ser fuertes, mamá nos necesita también."
—Sí, lo sé, planeo viajar el próximo mes, antes no puedo.
"—Yo no sé... Quizás también vaya el mes próximo si tú vas."
—Sí, será bueno que los tres estemos juntos.
"—¿Hablaste con ella ya?"
—Ésta mañana, dijo que estaba en la casa de la tía Karen, y lo entiendo, para ella no debe ser fácil estar en casa... Con los recuerdos de papá.
"—Lo imagino, la llamaré luego de hablar contigo, cuéntame de ti ahora, hace mucho que no nos veíamos..."

-o-o-o-o-

Se observó en el gran espejo del baño, sintiéndose ridículo con esos calzoncillos, ¿por qué no unos bóxer? Eran muchos más cómodos que aquella prenda que prácticamente le apretaba todo.
—Andrew.
Escuchó la voz melosa de ella llamándolo y dio una profunda respiración antes de salir del baño.
—Ven cariño, quiero un masaje.
Se acercó hasta ella, que estaba acostada boca abajo, cubierta solo con una toalla sobre su trasero.
—Es la primera vez que haré esto.
—Sé que lo harás bien.
Tomó una loción que estaba en una pequeña mesa y vertió un poco sobre la piel desnuda de su espalda, causando un leve escalofrío sobre ella.
Pasó lentamente sus manos, su piel era suave.
Pudo escucharla producir un bajo jadeo, y continuó moviéndolas hacia arriba, acariciando sus hombros, su cuello.
—Más abajo Andrew —le pidió con los ojos cerrados, disfrutando de sus masajes, que eran simplemente caricias.
Descendió levemente sus manos por sus omóplatos, delineando suavemente la linea media de su espalda.
Debía recordar su única función, cumplir con los deseos de su dueña.
Y sabía que aquellos no eran más que sexuales...
Ejerció más presión sobre su piel al ir bajando con ambas manos, delineado sus caderas.
—Andrew —jadeó ronco.
—Solo pídame lo que quiera, y yo lo haré.

...

¿Qué hago aquí? Pues... 🙊 no pude aguantarme más, ¡Debía publicarla! Jajaja espero les guste ❤
Recuerden que éste es el tercer libro de "Amor artificial", el primero es Muñecas de compañía, y el segundo Slave.
Pueden leerlo sin necesidad de leer los anteriores, simplemente deben saber que estos libros se tratan sobre androides y humanos artificiales, diseñados para satisfacer a sus amos ❤

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