—Ángela Dufour, ¿quien habla? —preguntó atendiendo la llamada.
Estaba en su oficina, revisando los informes de un caso que estaba por representar.
—¡Angie! ¡Ven a casa ahora!
La voz alarmada de su hermano fue suficiente para que cortara la llamada y saliera deprisa.
—Señorita Dufour, el señor-
—Hoy no atenderé a nadie Fer, tengo asuntos familiares que tratar, pasa todas mis citas para mañana —le dijo a su secretaria antes de entrar al ascensor.
Tomó su celular y observó que tenía más de quince llamadas pérdidas de Milo, aumentando aún más la preocupación en la muchacha.
Buscó las llaves de su auto dentro de la cartera, y salió del edificio, directo al estacionamiento.
Desde la firma hasta su casa, tenía quince minutos de viaje.-o-o-o-o-
—¿Pero qué fue lo que ocurrió con él? —preguntó desconcertado Milo.
—No lo sé, no entiendo realmente que es lo que ocurre con éste androide.
—Dios, mi hermana... Ella necesitará respuestas.
—Lo sé, estaré trabajando con él.
—De acuerdo, los dejaré solos. Ven Malika, nosotros-
Dejó de hablar al ver que su hija ya no estaba a su lado.
—¿Malika? —Preguntó caminando por el pasillo.
¿En qué momento se había separado de él?
—¿Hija dónde estás?
Entonces la escuchó hablar detrás de la puerta de la habitación, que en muy en claro le había dejado, no debía entrar sola.
—Malika.
Y allí estaba la pequeña, sentada en la cama, junto a aquel muchacho que por tanto tiempo había permanecido "dormido".
—Papi, él ha despertado, la tía Angie estará feliz —le dijo sonriendo.
Él sonrió levemente y se acercó rápido a tomarla en brazos.
—Hija ¿No te dije que no debías entrar aquí?
—Pero él estaba solito papi.
Miró al moreno, él lucía muy serio. Ni siquiera sabía si se trataría del mismo Andrew.
—Hola, ¿cómo te sientes?
—Confundido. Por lo que veo tú también me conoces.
—Sí, desde hace un tiempo.
—La niña dijo que no estaba en su casa, ¿qué eres tú para mi?
Sonrió incómodo.
—Algo así como tu cuñado.
—Milo, llegué lo más rápido que...
Su voz se fue apagando al entrar a la habitación y ver a Andrew sentando en la cama.
Sus ojos se aguaron, y sin decir nada más, se acercó a él, abrazándose a su pecho, sollozando.
—Estás despierto mi amor, lo hiciste.
Él correspondió a su abrazo, sintiéndose tan confundido.
—Tu voz —murmuró.
Ella se separó de él y lo tomó del rostro, mirándolo a los ojos.
—¿Cómo te sientes?
—Es tu voz la que oía.
Angie frunció el ceño, confundida.
—¿Qué?
—Estaré afuera, si necesitas algo, solo llámame —le dijo Milo saliendo junto a la niña de la habitación.
—Andrew ¿qué ocurre?
—De nuevo ese nombre, ¿por qué me dicen así?
Lo observó a los ojos, lucían vacíos.
—No puede ser, n-no me recuerdas —se lamentó.
El moreno negó con la cabeza.
—No sé quien eres, pero es tu voz la que oía llamándome, pidiéndome que despertara.
—Mira —le dijo tomando su mano—. Hace tres años nos comprometimos, son alianzas.
Tomó un portarretratos que estaba sobre la mesa de noche, enseñándoselo también.
—Somos nosotros, el día que fuimos al teatro.
Tomó la foto y la miró detenidamente.
Ella buscó su celular, y buscó uno de los tantos vídeos que tenía de ellos dos juntos.
—Esto fue hace casi tres años, en nuestra casa.
Miró el vídeo de un minuto y medio, y luego levantó la cabeza para observar a la chica.
Ella estaba con los ojos rojos y brillosos.
—¿Por qué una humana saldría con un androide? ¿no se supone que soy un juguete sexual?
—No puede ser —pronunció llevándose una mano al rostro, comenzando a llorar.
—¿Por qué lloras?
—Esperé tanto tiempo para que despertaras, para volver a verte, y tú... Ni siquiera me recuerdas.
La tomó por debajo del mentón y levantó su rostro para que lo mirara.
Ella seguía llorando, pero en silencio, mirándolo afligida.
Se inclinó hacia adelante y besó sus labios. Y Angie correspondió a su beso. Lo había extrañado tanto.
La tomó del rostro con ambas manos, y ella abrió su boca, recibiéndolo.
Descendió una de sus manos hacia la espalda de ella, y la empujó hacia atrás, acostándola en la cama, y subiéndose él sobre Angie.
Dejó sus labios, repartiendo suaves besos hacia su cuello, mientras sus manos acariciaban su cuerpo, subiendo lentamente con una la camisa que ella llevaba, y con la otra la falda.
Ahogó un jadeo en su garganta al sentir como sus dedos acariciaban suavemente entre sus muslos.
—E-Espera Andrew —le pidió tomándolo de los hombros—. No estamos solos.
La miró, y entonces lo supo, ese no era su Andrew.
Lo alejó de ella, y se sentó en la cama, acomodándose la ropa. Miró hacia abajo, abotonándose la camisa.
—¿No sabes aun quien soy verdad? ¿Por qué hiciste eso?
—Solo quería que te sintieras mejor.
—Yo no te veo como un juguete sexual, no necesito que hagas eso por mi.
—¿Por qué me tienes aquí entonces?
—Porque te amo —pronunció en un tono roto—. Y sé que tú también lo hiciste, y lo haces aun, en alguna parte de tu cabeza, sé que están nuestros recuerdos.
Extendió una de sus manos, y secó un par de lágrimas que mojaban el rostro de Angie.
—¿En serio una humana puede amar un androide?
—Con mi vida.-o-o-o-o-
Se giró en la cama, y la observó dormir. Luego de haber estado hablando durante horas con el médico, finalmente se había ido, dejándolos solos.
Angie había preparado la cena para ambos, no imaginaba que la comida casera supieran tan bien, pero sobre todo, que ella fuese sincera con lo que había dicho.
Cada vez que lo miraba, sus ojos reflejaban todo el amor que sentía por él, o por él que fuera que se hubiese enamorado.
Sacó una de sus manos de debajo de las sábanas, y se permitió acariciarle el rostro.
Su piel era suave, su cabello tan sedoso, y sus labios...
Los observó detenidamente, deseando volver a probarlos.
Se inclinó hacia adelante y los rozó con los suyos, antes de tomar con suavidad el labio inferior de ella, y sentir como le correspondía.
Sí, no sabía porqué, pero que le correspondiera, lo llenaba de emoción en su interior.
La tomó con ambas manos del rostro y ella por detrás del cuello, acariciando su cabello.
Quería hacerlo, no sabía porqué, o si era normal, pero quería satisfacer a su dueña, y con aquel acto, a él mismo.
—Andrew, no —jadeó Angie al sentir como comenzaba a acariciarla de aquel modo tan descarado.
—¿Por qué no? ¿No dijiste que me amabas?
—Pero tú no eres él —murmuró deteniéndolo—. No eres Andrew.
—Puedo serlo.
—No si no me recuerdas.
—Te recordaré Angie.
La tomó del rostro, y antes de volver a besarla, ella colocó su dedo índice sobre los labios de él.
—Y cuando lo hagas, haremos el amor, mientras tanto, no.
La observó confundido, y se sentó en su lado de la cama, sintiéndose... ¿frustrado? ¿era posible que él pudiese sentir eso?...
¡Hola! Lamento la demora, pero hoy trabajé, y apenas salí, me puse a escribirlo ❤
Espero haya algun@ despiert@ 🙊❤❤💕
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Juguetes para ellas
Khoa học viễn tưởngÁngela Dufour es una joven de veintiséis años que regresa a la casa de sus padres luego de estar estudiando en el exterior. Al llegar a su hogar, no solo se encuentra con la triste noticia de que su madre ha decidido deshacerse de todos las pertenen...