TREINTA Y OCHO

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"Cualquier estación para mi es primavera con vos."

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Lo observó y apretó sus labios entre sí, intentando contener la tristeza que existía en su interior.
¿Y sí aun había una oportunidad? Los recuerdos no podían ser inventados, y los detalles en sus dibujos eran muy precisos.
Solo alguien que hubiese vivido en esa casa, podría conocerlos.
—Dime, ¿hay algo más que recuerdes?
—¿De qué sirve que te lo diga?
—Porque ya he sufrido demasiado, y si... Aun hay una pequeña esperanza, lo intentaré.
—Sí tan solo supieras lo perdido que me siento cada día. No se quien soy, o que soy... Sólo me aferro a tu recuerdo Angie, es lo único que siento real en todo esto.
Y sin poder evitarlo, lo abrazó, sollozando.
—Y si tú supieras cuanto he sufrido por tu ausencia.

-o-o-o-o-

Sonrió y le dio una pieza a la niña, observando como la pequeña fruncía el ceño, mirando el rompecabezas que estaba armando.
—¿Y ésta dónde va?
—Mm, déjame ver —le dijo inclinándose hacia adelante, observando el dibujo.
—Oye, ¡eso es trampa! —se quejó haciendo un mohín con los labios.
—¿Qué? ¿Cómo que trampa? —pronunció riendo.
—Me la estabas mostrando al revés, es así —le dijo quitándosela de la mano, girándola—. Lo ves, ésta va aquí.
—Tienes razón, lo lamento —reconoció sonriendo divertido.
Angie los observó a ambos. y luego sonrió.
—No lo entiendo, cuando despertó, él no era así. Pero éste Andrew si se parece más al mío.
—La personalidad de Andrew ha ido cambiando desde que comenzó a recordar. Cuando tú lo trajiste aquí, él estaba muy confundido. Seguía creyendo que simplemente era una máquina. Hasta que un día despertó, confundido, hasta asustado me permitiría decir, luego de haber tenido un sueño extraño —explicó Noah.
—¿Qué sueño?
—Estaba en un campo, con dos personas que no conocía, una era una jovencita, y él otro un hombre mayor. Pensamos que quizás se trataba solo de un sueño, pero cuando vio la foto del doctor Alekséi Koslov, lo reconoció como el hombre con el que había soñado. Lo que aun no sabemos, es quien es la joven.
—Thais —murmuró ella.
—¿Quién?
—Thais era la hija de Koslov. El médico se encariñó con ella cuando era una niña, y se la llevó del laboratorio. Ella era una humana artificial. Cuando Koslov murió, Thais también lo hizo. De hecho, él hizo volar la casa por culpa de ella.
—No lo entiendo, ¿por qué haría algo así?
—Se volvió loca, secuestró a Andrew, casi mata a Koslov, y a él no le quedó más remedio que hacer aquello.
—Ya veo. Luego de aquel sueño, Andrew pidió comenzar a asistir a terapia, intentando recordar más, y a medida que lo hacía,su personalidad fue cambiando.
—Quisiera creer que él volverá a hacer el mismo —pronunció afligida, observando al muchacho jugar con la niña.
—Y debes creer que lo hará. Él lo está intentando, solo necesita que alguien lo acompañe, lo motive para hacerlo. Y esa persona eres tú Ángela.
—Gracias Noah. Supongo que luego de acabar con el caso, podría tomarme un tiempo y-
—Hablando de eso —la interrumpió sonriendo—. He hablado con alguien especial.
—¿Qué? Noah yo puedo hacerlo, sé que está demorando un poco, pero lo haré.
—Lo sé, jamás dudé de ti. Pero fue ésta personas quien me pidió que te tomaras un descanso.
—¿De qué hablas?
—Tu hermano te reemplazará.
—Milo no tiene idea, ésta no es su área.
—Él me aseguró que puede llevar el caso hasta que tú regreses.
—¿De dónde? No entiendo nada.
Sonrió y se acercó el dedo índice al oído antes de hablar.
—¿Estás cerca? Creo que tú puedes explicárselo mejor que yo.
Angie lo observó confundida, sin entender con quien hablaba, o como lo estaba haciendo.
—Milo está en camino, él quiere ser quien te expliqué mejor lo que ha preparado para ti. Ángela, sabes que es un placer para mi tenerte aquí, y poder hablar contigo, pero debo irme. Tengo otros asuntos que tratar.
—Oh, claro. Gracias Noah, por todo lo que haces, en serio, eres increíble.
—Solo quiero devolver un poco de lo que la vida me ha dado. Cualquier cosa que necesites, o Andrew, no dudes en avisarme —pronunció abrazándola, despidiéndose de ella.
—Por cierto, ¿Cómo hiciste para hablar con Milo? Es decir, no has usado un celular —le dijo curiosa.
Él sonrió y se llevó la mano al oído izquierdo, quitándose un pequeñísimo dispositivo del tamaño de un arroz.
—Ésto se haya conectado a un chip que llevo conectado en mi dedo índice.
—¿Y qué es?
—Como un manos libres de mi celular, más práctico para atender llamadas.

-o-o-o-o-

Se encontraban los dos sentados en una banca del parque. Milo se había llevado a Malika al hotel para que descansara, dándoles espacio a ambos para hablar.
—¿Qué piensas?
—Que me gustaría comer un helado.
Ella río divertida.
—Okay, pero me refería a lo que Milo nos propuso.
—Quiero estar donde sea que tú estés Angie. Me iré contigo, no importa a donde.
Sonrió y lo tomó de la mano, poniéndose de pie los dos.
—Vamos.
—¿A dónde?
—¿No querías un helado? Vamos.
—Pero, no conozco la ciudad, y supongo que tú tampoco.
—Buen punto, preguntáremos.
Andrew sonrió y entrelazó sus dedos, comenzando a ambos a caminar.
La tarde estaba llegando a su fin, y las luces de las farolas comenzaban a iluminar las calles.
—¿Puedo saber por qué viniste aquí?
—Claro, quería adoptar un niño.
—¿Por qué?
—Es lo que queríamos, y... Supongo que sin ti, de todos modos quería ser mamá.
Se detuvo al escuchar eso, y se llevó una mano a la cabeza.
—¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —le preguntó preocupada.
—Yo —jadeó, cerrando los ojos con fuerza.
—Me estás asustando, llamaré a Milo, le diré que nos venga a buscar.
—No, estoy bien.
—Claro que no lo estás.
—Es solo... Que —apretó sus dientes.
—Andrew.
Respiró profundo varias veces, y poco a poco el dolor se fue mitigando.
—Lo siento, eso ocurre cuando... Algún recuerdo intenta volver.
—No quiero que pases por eso para recordarme —le dijo afligida, acariciando suavemente su hombro.
Él sonrió débilmente.
—Es que no depende de ti, o de mi, existen palabras o situaciones, que me llevan a esos dolores de cabeza repentinos.
—¿Seguro estás mejor?
—Sí, solo, tuve la imagen de un pasillo, mirarte a los ojos, y que me dijeras que querías adoptar un bebé.
Ella miró hacia abajo, y Andrew la tomó del mentón, levantando su cabeza.
—¿Qué pasa? ¿Dije algo malo?
—Ese... Fue el día en que te perdí.

...

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