TREINTA Y SIETE

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-Meses después-

—Ven aquí, no te alejes de mí, que si te pierdo, tu padre me mata —sonrió divertida.
—No tía —exclamó la pequeña castaña, de ojos azules y pequeños rizos adornando su cabeza.
Se sentó en una banca del parque, mientras observaba a Malika hablar con otros niños.
No había dudas que había adquirido el carácter de Milo, tan sociable.
Miró a los niños, a las madres, padres que también habían allí, y se preguntó si quizás ya era tiempo también de tener un hijo.
Ella lo quería, hasta lo habían planeado... Cuando estaba con él.
Tomó su celular, sin apartar la vista de su sobrina, sabía que era una niña muy traviesa y escurridiza.
Las veces que se le había perdido a Milo por distraerse un segundo en el supermercado, o el centro comercial.
—Hola Noah, ¿crees que pueda hablar contigo pronto en persona?
"—Hola Ángela, claro que sí, tú solo dime cuando quieras venir, y separaré ese día para ti."
Sonrió, era tan agradable hablar con él.
—El viernes entonces, así me quedo el fin de semana allí, tengo planes.
"—Perfecto entonces, el viernes te estaré esperando."

-o-o-o-o-

Se veía tan adorable con su vestido blanco, adornado con cerezas.
Iban las dos tomadas de la mano, caminando hacia un gran edificio.
—¿Qué esto tía?
—Aquí conoceremos a alguien especial, mi amor.
—¿A quién?
—Ya lo verás.
Si no fuera porque Milo tenía un viaje empresarial, no había estado de acuerdo en que Angie viajara con la niña.
Al entrar, un amable moreno de ojos azules las recibió con una cálida sonrisa.
—Bienvenidas, ¿ella debe ser Malika verdad?
—Así es, saluda cariño.
—Hola —pronunció sonriendo, dándole la mano.
Noah sonrió y la tomó.
—Hola, eres una niña preciosa.
—Gracias.
—Ángela, ¿segura quieres hacer esto con la niña? Podríamos dejarla en la guardería, sabes que no debes preocuparte por su seguridad.
—Lo sé, pero mi hermano me suplicó que no la perdiera de vista —sonrió divertida—. Así que estaré con ella, no te preocupes.
—De acuerdo, en ese caso, síganme —les dijo caminando hacia el ascensor.
Llegaron hasta la guardería, donde niños entre cinco años de edad, estaban jugando entre ellos.
Malika no tardó mucho en soltarse de la mano de Angie, y dirigirse directo a ellos.
Noah sonrió.
—Vaya, que niña tan dada, mi hijo es muy tímido.
—Sí, es muy sociable —rio la castaña.
—¿Estás segura de querer adoptar un niño?
—Por supuesto que sí, es algo que había venido planeando hace un tiempo, y luego de lo que ocurrió... No me sentía segura, hasta ahora.
—Ya veo. Sé que es un asunto personal, pero, ¿no me preguntarás por él?
—No, no hay nada que preguntar, es un completo desconocido para mi.
—Los médicos lo evaluaron.
—Noah, por favor.
—Escucha, sé que es difícil, pero creo que es necesario que lo sepas.
—¿Qué cosa? El médico que lo trató en estos tres años ya dejó en claro que fue lo que ocurrió.
—Él intentó reparar gran parte del daño, pero tal vez-
—No —le dijo interrumpiéndolo—. Lo siento Noah, sé que quieres ayudar, pero no, no volveré a pasar por lo mismo una vez más. Andrew murió hace tres años, y yo lo acepté hace unos meses atrás, cuando él despertó.
—Él quiere verte.
Negó cona cabeza.
—Yo no quiero hacerlo.
—Pero es que existe una remota posibilidad de que no te haya olvidado por completo. Por favor Ángela, tú sabes que lo que yo menos busco es dañar a otra persona.
—Entonces no insistas.
—Me ha preguntado por ti muchas veces, incluso me pidió alguna forma de comunicarse contigo, y como tú no me dijiste que querías hacerlo, no le di tu información.
—Me parece bien, porque no quiero hacerlo.
—Solo salúdalo, explícale que no estás molesta con él. Se culpa de no poder recordarte, y él no sabe que es una nueva persona.
Respiró profundo y se pasó una mano por los ojos.
—Okay, ¿dónde está?
—Muchas gracias Angie, en serio. Yo cuidaré a tu sobrina, juro que estaré a su lado hasta que tú regreses. Andrew está en el piso veintidós.
—¿Por qué le sigues diciendo Andrew?
—Él no quiso llamarse de otro modo.

-o-o-o-o-

Se secó el rostro, y se dirigió hacia la puerta al escuchar que alguien la golpeaba.
Abrió sus ojos sorprendido de verla allí.
—Angie —Exclamó sin poder creerlo.
—Hola —lo saludó con una leve sonrisa—. ¿estabas ocupado?
—Solo haciendo algunas flexiones de brazos, pasa por favor —le pidió corriéndose de la puerta.
Ella entró a la habitación, era muy espaciosa, se la había imaginado más pequeña.
Parecía más un monoambiente.
—¿Quieres agua? ¿Jugo?
—Estoy bien, gracias.
La miró y sonrió, se sentía emocionado, y no sabía porqué, pero durante meses había querido verla.
—Am... Estoy aquí porque hablé con Noah.
—¿Te dijo que quería verte? Le pedí tu número, pero no quiso dármelo.
—Lo sé, y es mejor así.
—¿Por qué? —le inquirió confundido.
—Porque sí, nosotros-
—Estoy intentando recordarte, lo juro —se apresuró a decir.
Sabía que ella estaba por decir algo que no quería escuchar, y eso... Dolía.
—No podrás hacerlo —murmuró ella mirando había abajo.
—¿Qué? ¿Por qué no? ¿Es por lo que dije hace unos meses? Pero ya no pienso igual, yo quiero recordarte ahora, siento que debo hacerlo. Mira  —Le dijo dirigiéndose hacía la mesa de noche que estaba junto a su cama.
Volvió con un cuaderno, y le mostró un dibujo.
Ella lo tomó y miró sorprendida, conmocionada lo que había trazado.
—No sé donde es, la doctora Fernández dice que quizás es un lugar guardado en mi subconsciente, y que solo alguien que haya estado conmigo, sabe que es. Y solo tú has estado a mi lado Angie, ¿Lo conoces?
Asintió con la cabeza, secándose un par de lágrimas que se habían escapado de sus ojos.
—¿Dónde es?
—Era... Mi antiguo departamento. Ese es el balcón al que siempre ibas cuando querías pensar —le contó con la voz entrecortada, sintiendo un nudo en la garganta.
Él sonrió emocionado, y tomó otro dibujo.
—¿Y éste? ¿Dónde es?
Tomó el segundo dibujo, con su mano temblorosa, sin poder mirarlo a los ojos.
Sonrió, mientras más lágrimas caían por sus mejillas.
—Es la tienda que estaba en la esquina del edificio, allí solías escaparte para ir por cerezas.
—No me gustan las cerezas.
—Lo sé, eran para mi.
Tomó el último dibujo, mirándolo él, antes de pasárselo a ella.
—Pero sobre todo, eres tú la que aparece siempre en mi mente. Tu voz, llamándome, pidiéndome que despierte. "Despierta para mí, mi amor".
Observó el último dibujo, era su rostro, durmiendo.
Cerró los ojos, y no pudo evitar comenzar a llorar. Por eso no quería ir a hablar con él.
—No llores, cada día recuerdo algunas cosas, se que han pasado casi ocho meses, pero lo estoy intentando. Ojalá pudiera ser más rápido —le dijo afligido.
Negó con la cabeza y le entregó los dibujos, caminando hacia la puerta.
Él los dejó sobre una pequeña mesa, y se apresuró a ir detrás de ella.
—Espera, no te vayas por favor.
—E-Estoy... con mi sobrina, debo irme —pronunció tragando el nudo de su garganta.
—¿Podrías darme tu número? Yo quisiera poder hablar contigo.
—No, lo mejor es que no lo sigas intentando. Deja todo tal cual está.
—Pero, dijiste que me amabas —le dijo en un tono bajo, sintiendo una sensación extraña en su pecho.
Sí, dolía.
—No a ti, al Andrew que murió.
—Pero... Soy él, solo que no puedo recordarte.
—No lo eres, y nunca lo serás. Tú eres otra persona, jamás serás Andrew.
Intentó abrir la puerta, pero él la cerró con su mano.
—¿No lo soy? Dime entonces de donde salieron esos recuerdos.
—No lo sé, pero no eres Andrew. Él murió.
—¿Sabes qué creo? que tú eres ahora la que no quiere que yo recuerde, la que ya no siente lo mismo.
—¡Sí! —le gritó comenzando a llorar con rabia—. ¡Tres años estuve esperando para que despertaras! No seguiré perdiendo mi vida por algo imposible.
—¿Me culpas por no poder recordarte? No sé que sentía por ti, pero sé que no hubiese renunciado nunca. Yo te hubiese esperado, te hubiese ayudado a recordarme. ¡Aunque me llevara la vida, no te hubiese dejado! —le gritó con angustia—. Me rechazas por algo que yo no causé. Estoy intentando poder lograr que todo sea como antes. Sufro dolores horribles de cabeza cada vez que lo intento, pero no importa, porque sé que eres tú a quien debo recordar. Porque... Algo muy dentro me dice que sé que era feliz a tu lado.
Miró hacia otro lado, sintiendo que sus ojos ardían.
—Yo... no quiero recordar que te amaba, si tú no estarás ahí. No iré más a esas malditas sesiones. Tampoco te buscaré. Re haré mi vida como tú. Como dijiste, Andrew murió hace tres años, yo... Ni sé quien soy.

...

Les juro que lloro como una desgraciada jajajaj 💔😭😭😭

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