VEINTISÉIS

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Estaba sirviéndose café en una taza, cuando alguien tocó su puerta.
—Un momento —pronunció cansada.
No había dormido muy bien la noche anterior, y esa mañana, se sentía agotada.
Abrió la puerta del departamento con su mano libre, y frunció levemente el ceño.
—Hola.
—Hola —le dijo él, en un tono bajo, inseguro—. Parece que recién te levantas, puedo volver después.
Negó con la cabeza y abrió más la puerta, dejándolo pasar.
—Sí, pero no hay problema, pasa.
—¿Segura? ¿estás sola? Es decir, ¿no te causaré problemas?
Arqueó una ceja.
—¿Problemas por pasar a mi casa? Eso debería preguntarte yo a ti, después de todo, es obvio que no estás solo.
—Y tú tampoco.
—Yo si lo estoy Andrew, o Dominik, como quieras llamarte. Vivo sola, como hace más de un año.
La miró a los ojos, en silencio, analizándola.
—¿Pasarás o no? Se me enfría el café.
—Solo por un momento.
Luego de que él entrara, cerró la puerta y se dirigió a la sala.
—¿Desayunaste? ¿quieres algo?
—Estoy bien así.
—Okay, entonces, ¿por qué estás aquí? —le inquirió tajante.
Realmente se sentía frustrada, molesta. Ella esperándolo por más de un año, y él ya la había olvidado.
—Vine a traerte esto, en realidad, devolverte esto —le dijo extendiendo un papel hacia ella.
La castaña lo tomó, y comenzó a leer lo que decía, antes de mirarlo molesta.
—¿Y esto?
—Es lo que gastaste al comprarme, y... El tiempo que viví contigo.
—¿Es una broma verdad? Porque si no es así, te voy a pedir que te vayas.
—Angie, sé lo que te costó comprarme, lo que tuviste que sacrificar para hacerlo, y-
—Toma esta mierda, y vete.
—Por favor, aceptalo.
—Cuando te compré, supiste desde un principio porqué lo hice.
—Angie-
—No, no quiero oírte, tómalo y vete.
—No lo haré, ese dinero te pertenece.
Lo tomó entre ambas manos, y lo rompió por la mitad.
—No quiero tú dinero, ni tú lástima, ni nada que venga de ti, o tu dueña, porque dudo que hayas conseguido dinero sin que provenga de esa niña.
—Ella no es mi dueña.
—Okay, tu mujer, o amante, no quiero nada de ustedes.
Lo rompió en varios trozos más, y los dejó sobre la mesa, antes de dirigirse a la puerta de la sala y abrirla.
—Vete.
—Angie yo no quise ofenderte.
—Okay, pero vete ahora —le dijo sin mirarlo.
Asintió con la cabeza, y cuando estaba saliendo de la sala, observó en un estante, un pequeño portarretrato negro, con una foto de ellos dos.

"—Siéntate a mi lado, y luego mira la cámara —le dijo ella sonriendo.
Se acercó hasta la cama, y se sentó a su lado.
Angie lo miró y luego sonrió divertida, antes de apoyar su cabeza contra el hombro de él.
Andrew pasó su brazo por detrás de la espalda de ella, y la abrazó.
Se sentía tan bien estar así juntos.
—Mira la cámara —le pidió ella con una gran sonrisa."

Su corazón se encogió al ver esa foto, al recordar aquel momento, al recordarla a Angie.
Lo tomó, y acarició con la punta de sus dedos la imagen de ella, y luego se miró a él mismo.
Ese era el verdadero Andrew, la imagen que tenía ahora... Era Dominik, y no sentía como él.
No era él.
Al ver que se demoraba en salir, se acercó hasta el rubio, y observó lo que tenía en sus manos.
—No creí que guardaras esto —le dijo levantando la vista para mirarla.
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque yo si esperaba que volvieras —le dijo quitándoselo de las manos, y colocándolo en donde estaba.
—Necesito saber algo.
—¿Qué?
—Cuando me fui, ¿estuviste con Teoh?
Suspiró con molestia.
—No, jamás estuve con él.
—Angie-
—Debo salir en quince minutos, y ni siquiera he desayunado, si eso era todo, vete por favor.

-o-o-o-o-

La joven parada detrás de él, tomó su cabello, y lo miró extrañada.
—¿Estás seguro?
—Sí, córtalo, y lo quiero negro.
—Okay, pero en serio tienes un cabello muy bonito, sedoso-
—Solo córtalo por favor —le pidió amablamente, interrumpiéndola.
Su celular vibró, y al tomarlo, suspiró leyendo el mensaje que le había llegado.

-o-o-o-o-

—Muñeca hermosa —pronunció sonriendo, mientras tomaba las manitos de su sobrina y las besaba.
—¿Por qué no tienes una?
—Ja, ja, como si fuese tan fácil.
—Lo es —le dijo Milo sentándose a su lado—. Toman tu óvulo, lo fecundan, y ya, nueves meses, y nace una preciosura como ésta.
—Sí, pero a mi más gustaría tener un hijo más adelante... Con alguien.
—Eso será imposible si rechazas a cada hombre que se te acerca.
—Eso es porque ninguno es de mi tipo.
Sonrió divertido y arqueó una ceja.
—¿Y cómo es el hombre ideal para ti? ¿tú tipo?
Y era imposible no pensar en él con aquella pregunta.
—No lo sé, cuando lo encuentre, quizás lo sepa.
—Te quedarás sola a este paso.
—Y bueno, quizás ese sea mi futuro —le dijo en un tono despreocupado, encogiéndose de hombros.
—Acepta la propuesta de Derek.
Dejó de ver a Malika, para observarlo a él, curiosa.
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Porque conozco a Derek, y está interesado en ti. Vamos Angie, ¿qué tan malo puede ser salir por un café? O una cena. Piénsalo.

-o-o-o-o-

Estaba en el sofá de su nuevo departamento, comiendo yogur con cereales, cuando la puerta de la sala se abrió.
—¡Al fin llegas! Estaba-
Dejó de hablar al ver el nuevo aspecto del muchacho.
—¿Qué te hiciste en el cabello Dom? ¿Por qué oscuro?
—Ya lo hablamos Thais, dentro de casa, soy Andrew.
—Sí, y ahora así más lo creo, ¿Por qué?
—Ya no me sentía cómodo con aquella imagen, éste es el que soy yo.
—Oh, está bien, ¿quieres? —le preguntó acercándole el tazón.
—No, gracias.
—Okay, estaba pensando, podríamos ir al cine, estuve buscando la cartelera, y aunque no hay películas muy interesante, me gustaría ir.
—Tal vez mañana, hoy no puedo.
—¿Por qué?
—Saldré.
—¿De nuevo? ¿me dejarás sola? Andrew no me gusta quedarme sola.
—No volveré tarde, y puedes quedarte dos horas sola.
—Eso no fue lo que dijo papá.
—¿No eres una niña verdad?
—Nop.
—Estonces puedes quedarte dos horas sola.
—¿Y tú dónde irás?
—Tengo que ver a alguien.
—¿Quién?
Suspiró y desvió la mirada.
—¿Una mujer? —le inquirió molesta al ver que no había contestado.
—No hablaré de eso contigo.
—Pues dudo mucho que a mi padre le agrade la idea de que me dejes sola.

...

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