QUINCE

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—Andrew yo entiendo que te sientas confundido, y que creas-
—Yo no estoy confundido —se apresuró a decir, serio—. Pero está bien Angie, no esperaba que tú quisieras tampoco. Es por eso que no te dije nada.
—Andrew —suspiró mirando esos ojos negros.
¿Por qué todo debía ser tan difícil?
Dejó la bolsa con cerezas en el suelo, y se acercó a él, con pasos inseguros, hasta quedar frente a frente.
Era alto, mucho más alto que ella, y entendía que su madre lo hubiese pedido así.
Siempre había dicho que le gustaban los hombres de gran estatura, no como su padre, que incluso era unos centímetros más bajos que Jenny.
Se colocó en puntas de pie y pusó sus manos, que temblaron un poco, sobre los hombros de él.
Andrew solo la observaba en silencio, fijo a sus ojos.
Se mordió el labio, mirándolo. Él lucía tan serio.
—¿Solo un beso?
—¿Me darías más que eso?
Negó levemente con la cabeza, ya comenzando a arrepentirse.
—No... No ahora.
La tomó del rostro con una de sus manos, acariciando suavemente su mejilla.
—¿En serio quieres hacerlo?
—Creo que-
Unió sus labios, interrumpiéndola... Porque no quería escuchar no, porque podía ver la inseguridad brillar en su mirada.
Abrió suavemente sus labios, y correspondió a su beso, sintiendo esa calidez en su vientre, ese cosquilleo que tanto temor le causaba.
Intentó separarse de él, pero Andrew se lo impidió, tomándola del rostro con ambas manos.
Colocó sus manos sobre las muñecas de él, y lo alejó lentamente.
—Espera —pidió con los ojos cerrados, sintiendo su respiración chocar contra sus labios.
—¿Qué cosa?
—Solo... Solo espera.
Rozó suavemente sus labios una vez más contra los de ella, y le dio un corto beso en la frente.
—Esperaré entonces.
—Y no me sueltes tampoco.
La miró curioso.
—¿Qué?
—Me siento una estúpida adolescente con esto... Pero me tiemblan las piernas.
Sonrió, y la abrazó a él, acariciando suavemente su espalda.
—Está bien, no te soltaré.
Se abrazó al moreno y cerró los ojos, respirando profundo varias veces.
—¿Puedo saber que te reprime?
—Una mala experiencia —murmuró contra su pecho.
—¿Te lastimaron? —preguntó con clara molestia en si voz.
—No... Pero lo intentaron.

-o-o-o-o-

-Algunas semanas después-

—Lo sé, me demoré —le dijo a su hermano, hablando por celular—. Pero es que anoche salimos, y volvimos tarde, ya estamos por salir.
Abrió la puerta de su habitación, y se encontró con Andrew quitándose la camiseta.
Sus mejillas tomaron un color rojo, y rápidamente se volteó, cerrándola una vez más.
"—Angie, Angie, ¿estás ahí?"
—S-Sí, luego hablamos M-Milo —le dijo antes de cortar.
¿Por qué demonios no había tocado la puerta antes?
—Lo lamento —se diculpo el moreno del otro lado.
—Está bien, fue mi culpa, estaré en la cocina.
—Salgo en un momento.
Tomó una larga respiración y se fue a buscar el postre que habían comprado.
Las cosas no eran fáciles, no cuando continuamente tenía aquellos accidentes con Andrew, y no porque los buscase.
Pero luego de aquel beso, todo parecía ocurrir adrede.
—Ya estoy.
Se giró, y al verlo, no pudo evitar sonreír.
—Wou, te ves muy bien.
—Gracias, pero... Me siento un poco incómodo con esto.
—¿Por qué?
—Nunca había usado esta ropa.
—Sí, se nota —le dijo sonriendo divertida.
Se acercó a él y le acomodó el sacó, para luego desanudar la corbata, y arreglarla también.
—No es difícil, solo tienes que girar dos veces esto de este lado —le dijo mientras lo hacía, ante la atenta mirada de él—. Y lo metes por aquí. Ya, perfecto.
—Gracias.
—De nada, pareces uno de esos muñequitos de los pasteles de bodas.
—¿Y es necesario que esté así o vaya?
—Por supuesto, hoy vendrá la familia de Taylor, y Milo quiere que nos conozcan.
—Pero a ti, porque eres parte de su familia.
—Bueno pero tú vives conmigo, así que también vendrás.
—Angie yo creo que no es necesario que vaya.
—Sí lo es.
—No, es algo familiar, y no me sentiría cómodo allí.
—Quizás tengas razón —murmuró insegura.
Realmente no quería irse sin él.
—Sí.
Suspiró y fue a buscar su cartera, para luego entregarle su celular.
—El número de Milo aparece como Cookie, llámame si necesitas algo, lo que sea.
—No hace falta Angie.
Tomó su mano y lo colocó allí.
—Sí hace falta, solo así estaré tranquila, háblame.
—Está bien.
—Y no salgas de la casa.
—Angie.
—En serio, podrías perderte o algo así.
—Angela, no soy un niño.
—No me digas así.
—¿No es tu nombre?
—Sí, pero prefiero que me digas Angie.
—De acuerdo, Angie.

-o-o-o-o-

—Ey, estás muy distraída ¿qué pasa?
—Nada, solo, no lo sé —le dijo tomándose una copa de vino de un solo trago.
—Andrew.
Asintió con la cabeza, cerrando los ojos al tragar el alcohol.
—No quería dejarlo.
—Es entendible que no quisiera venir, no se iba a sentir cómodo aquí.
—No estoy tranquila —confesó rascándose un brazo.
Milo tomó su mano, y le impidió que lo siguiera haciendo.
—No lo hagas, sabes que te lastimas.
—Al menos ya no lo hago en el cuello.
—Sí, pensé que te habías quitado esa maña, pero solo cambiaste de lugar.
—Sí, préstame tu celular.
—Angie, lo llamaste hace quince minutos, bájale a tu paranoia —bromeo riendo.
—¿Dónde está la familia Taylor y su familia? Se suponía que la que llegaba tarde era yo, no ellos.
—Bueno, el hermano de Tay llegó, y fueron a buscarlo al aeropuerto.
—Ah, ¿tiene hermano? —le inquirió sirviéndose otra copa de vino.
—Se llama Teoh, y tiene veintiocho años.
—Que bueno —pronunció desinteresada, llevándose la copa a los labios.
—Deja de beber que te quiero sobria.
—Estoy nerviosa ¿okay? Y si estoy nerviosa, bebo.
—Y luego hablarás estupideces, por favor Angie.
—Dame el celular para que llame a Andrew entonces.
Suspiró y se lo dio.
—Bien. estaré en la sala por si llegan, no te demores.
Buscó su número de contacto, y lo marcó.
—Andrew.
"—Angie, ¿ocurrió algo?"
—No, no, solo quería saber como estabas.
"—Bien."
—¿Seguro?
"—."
—Okay... Te llamaré en una hora.
"—Pasa tiempo con tu familia, yo estoy bien."
Estaba por replicar y decirle que aun no habían llegado, pero escuchó la voz de Milo hablar con alguien más.
—Debo irme, volveré pronto, una hora quizás.
"—Está bien."

-o-o-o-o-

Estaba acostado en el sofá de la sala, a oscuras, mirando el techo.
Angie le había dicho que volvería pronto, pero desde que habían hablado por última vez, ya habían pasado tres horas.
Y quería llamar a Milo, para saber como estaba ella, pero tampoco quería molestarlo. Ella lo llamaría.
Tomó el celular, que estaba sobre su abdomen, y lo miró una vez más.
No había llamadas, ni mensajes, nada.
Se sentó al escuchar que la puerta se abría, y la observó, caminar lentamente hacia su habitación.
—Estoy despierto.
—Casí me matas de un susto —chilló dando un pequeño brinco en su lugar.
—Lo siento.
—E-Está bien, no hay problema ¿cenaste?
—No tenía hambre.
—Otra vez con lo mismo Andrew, debes comer, ven, te haré algo.
—No hace falta Angie.
—Claro que sí, no puedes estar sin comer, ven, aunque sea un sandwich —le dijo dirigiéndose a la cocina.
La siguió por detrás, y ella dejó la cartera sobre la mesa.
Una pequeña tarjeta blanca cayó al suelo, y Andrew la tomó.
Tenía un número de teléfono anotada, con un "Llámame". La giró, y decía Teoh Wood.
Miró el número, y luego a Angie, que estaba de espaldas a él, hablándole, aunque no había escuchado nada de lo que le había dicho.
—¿Te gusta o no?
—¿Qué cosa?
—El jugo de frutilla.
—Es muy dulce.
—Sí, yo pienso lo mismo, veré si hay naranja.
—Agua sola está bien.
—Okay —le dijo sonriendo, para luego colocar el sándwich y un vaso con agua frente a él.
—Dime algo Angie.
—¿Qué?
—¿Me ves como un niño? ¿Crees que soy una pobre víctima que necesita contención? ¿Qué no sabe lo que quiere? ¿Qué solo está confundido?
—¿Por qué me preguntas eso? —inquirió desconcertada.
Más aun al ver la seriedad en el muchacho.
—¿Piensas que soy inocente y fui corrompido? ¿No dijiste que me veías como una persona?
—S-Sí, pero no te entiendo Andrew.
—No me hagas sentir como un niño —le dijo poniéndose de pie.
—Lo siento, no fue mi intención.
—Yo sé lo que quiero, sé lo que siento, soy como tú —le dijo caminando a ella—. Sé lo que deseo, no estoy confundido, estoy seguro.
Le mostró la tarjeta y se la dejó sobre la mesa.
—Y creo que tú también ya sabes lo que quieres.

...

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