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Llevamos 15 minutos por las calles de Moscú, llegamos a una pequeña brecha, después de unos árboles y detrás de un gran cancel blanco esta una enorme casa de cuatro pisos.

Soy la primera en salir de la camioneta seguida de Barone y su chofer, enseguida llega la camioneta que estaba detrás de nosotros. De la casa empiezan a salir hombres armados o en guardia rodeándonos, mejor dicho rodeándome.

—Dame tus armas —dijo Barone, en ese momento deje de observar lo que hacían y me concentre en él.

—¿Qué?

—Dame tus armas.

—Por supuesto que no ¿Planeas que este aquí rodeada de matones sin mis armas?

—Aquí no las necesitaras, te lo aseguró, cuando salgamos te las daré, mis hombres estarán ocupados.

Extiende su mano hacia mí, no estoy muy segura de salirme con la mía esta vez así que saco de mi cintura mis adoradas glock para llevarlas hasta la palma de su mano.

—¿Es todo? —cuestiona.

—Si

—Pues no te creo.

—Pues no me importa.

Doy media vuelta pero obstruyen mi camino, el tipo que tengo frente a mi empieza a revisarme, saca mi navaja y cartuchos.

—Es todo Señor.

—No lo creo....

No sé qué quiera o esté planeando pero ya no tengo nada encima.

—Reydmon, ¿Qué modales son esos?, así no se trata a una dama. Yo creo que es todo lo que tiene. ¿No es cierto?

—Así es. —le respondo, su cara me es familiar... pero no logro recordar de donde, es alto casi igual que Barone, cabello castaño oscuro, unos ojos grandes color esmeralda, nada mal para la vista además lleva un traje azul marino que le queda como anillo al dedo.

—Bien vamos dentro —sentenció Barone sacándome de mi detallada observación, que por lo visto se han dado cuenta de ella.

—Te puedo regalar una foto si quieres.

Le di mi mejor sonrisa, para después darle la espalda y entrar a la casa guiada por Barone.

—Señor, su tío lo está esperando.

Hizo un asentimiento con la cabeza y siguió su camino, ahora los únicos caminando entre pasillos y subiendo escaleras somos nosotros tres, ya que el galán también viene.

Subimos un piso más dando vuelta a la izquierda entrando en la primera puerta, para eso ya estábamos en el tercer piso.

Entramos y Kirgyakos estaba acompañado de los hermanos Guerra, Víctor y dos chicos más; una castaña de cabello ondulado corto arriba del hombro, ojos oscuros y un poco más baja que yo. El chico comparte rasgos con la chica, cabello ondulado pero el de él es más oscuro, el mismo color de ojos, la misma nariz recta, labios finos y delgados.

—Reydmon tenemos que terminar de cubrir y repartir los grupos de entrega.

—Ya lo sé, por eso ella está aquí.

—¿Yo qué tengo que ver?

—Todo y nada —no dije nada esperando a que se explicara—. Verás... aquí trabajamos diferente, cada quien se hace cargo de su propio territorio, cada uno hace sus tratos con quien se le plazca, entregas y recibes personalmente o mandas a tu gente por ella. Los hermanos Guerra trabajan la parte norte y sólo tienen que traerme mi dinero....

NO TODO ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora