XII

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MALIA

Linda esta noche habrá una fiesta ponte bella para mí.

—¿A dónde me llevaras Dreck?

No preguntes y has lo que te digo.

Voltea a verme serio y esa es la señal para irme directo a mi cuarto.

***

Se hacen las ocho y ya estoy lista, me he puesto un vestido azul marino metalizado que él me ha dado, es de manga larga con tela transparente, me llega a la mitad del muslo y tiene una abertura en la espalda que termina tres dedos arriba de mis nalgas.

No es de mi tipo pero si él me lo ha dado es porqué le gusta. Me he dejado el cabello suelto, lo tengo a nivel de los hombros y los rulos naturales que tengo me encantan, mi maquillaje es sencillo puesto que no se hacerlo muy bien, un poco de rimel y un labial tinto me acompañan.

Me gusta el resultado que veo, sólo me faltan los tacones pero no los llevo aun porqué soy mala con ellos y la noche será larga.

Una hora más tarde tocan la puerta y es el mismo guardia de siempre, no puedo moverme de aquí si él no está enterado, me dice que me esperan abajo. Me pongo los tacones y bajo.
Al llegar Dreck está de espaldas a mí y cuando voltea me ve de arriba abajo, al ver su rostro me doy cuenta de que no es la reacción que esperaba.

Viene hacia mi con zancada dura y rápida, me toma desprevenida y me toma del cabello.

—No saldrás así; como una zorra, ve a cambiarte y rápido que no tengo tu puto tiempo.

Me avienta al pie de las escaleras, caigo pegándome en el costado con el último escalón. No entiendo que le pasa si él me ha dado el vestido. Me pongo de pie para encararlo.

—¿Qué? me diste el vestido, me lo regalaste, has dicho que se me vería único.

—¡Cállate! —me da una bofetada que me regresa al piso—. No me importa si yo te lo he dado, cuando yo diga póntelo te lo pones, si quiero que te lo quites te lo quitas. Eres una mustia, sólo quieres ir y ver que consigues fuera de aquí, algo sobre tu amada Sara...

—¡No, te equivocas! —digo desesperada aventándolo.

¿Qué?, ¿Dices que me equivoco? Pequeña puta... —vuelve a darme pero ahora con el puño, ya no hago intento de pararme pero eso no me impide hablar.

Cobarde, ¿pegarle a una mujer te llena? Yo me voy, olvida que me has conocido, no te quiero cerca...

Ahora sí me levanto y voy directo a la puerta cuando su mano me toma del cabello, me atrae hacia él, me toca la mejilla y con su dedo pulgar quita la sangre que derrama mi labio.

Tú no te vas...

Sin decir más vuelve a conectar su puño en mi rostro, otro más en mi estómago, me inclino hacia delante, me toma del cabello y me da un beso en la mejilla, inmediatamente me tira y empieza a patearme ocasionando que me hago un ovillo, el último golpe que siento es cuando me toma aventándome a las escaleras, mi cabeza rebota en el suelo y después todo se vuelve obscuro....

***

CONNOR

—¡MALIA! ¡MALIA! —golpeo una y otra vez—. ¡Dios responde! ¡MALIA! ¡MALDICIÓN!

Sigo gritando y golpeando, cuando entran Dante, Reydmon, en fin todos los habitantes de esta casa.

—¿Qué sucede? ¿Por qué tanto alboroto? —pregunta Reydmon.

NO TODO ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora