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Nos dirigimos adentro de la casa. Llevan arrastrando a Alarik, Dante a la madre y a Katlin, Barone lleva a Emma. Los mellizos y Connor están con las demás chicas. Y yo simplemente los sigo.

—¡Malia! —Reydmon me llamo antes de bajar unas escaleras.

Estoy a su costado pero no habla—. Qué —digo tosca, cosa que no le agrada ya que me fulmina con la mirada.

—Tú vendrás con nosotros.

—No planeaba irme.

—Sólo cállate y ve por Mónica.

—¿Disculpa?

—Disculpada, ahora anda.

—Que cómico... —dije en un susurro que al parecer Dante alcanzo escuchar ya que una leve risa emano de sus labios.

—¿Qué harás con ellas? —pregunte señalando a las demás.

—Lo pensaré, si no me sirven me desharé de ellas —dijo sin algún interés—. Pero ahora quien me interesa es Mónica así que ve por ella, que aquí las voy a esperar.

Me doy media vuelta y me dirijo a Connor y los mellizos.

—Gian y Arabella, lleven a estas chicas a la parte trasera, al jardín. Connor, consígueles ropa decente, cuando regrese las quiero bien vestidas...

—¿Quién te dio autorización para eso? —expuso Reydmon.

—Nadie. —dije insignificante.

—Entonces no hagas lo que no se te pide, tú estás aquí para acatar mi mandato así que...

—Así que ya di una orden a mí equipo. Por lo tanto, tengo autorización.

—¿Y cómo planeas hacer eso? no tienes nada aquí con que hacerlo —alega triunfante.

—Ya lo verás...

Les hice un asentimiento, Connor sabe perfectamente que hacer.

—Connor —lo llame antes de que se marchara—. Cuando acabes me localizas y vas conmigo.

Sin más se fue, caminé directo a la alarma de incendio, la oprimí, sonó inmediatamente. Todos empezaron a bajar o adentrarse donde estábamos.

—¡¡ESTAS LOCA!! ¿¡QUE HACES!? ¡¡APAGA ESO!! —dice Reydmon por encima de la alarma.

Cuando veo que los hermanos Guerra y su tío están aquí la apago.

—¿Qué?... —Barone está por vociferar pero lo interrumpo.

—¡Mónica! Qué bueno que ya llegaste te estábamos esperando, andando.
—digo con toda tranquilidad y Barone decide ignorar mi acción.

Paso a un lado de Barone, esperando a que avance, baja las escaleras y todos lo seguimos. Llegamos a un pasillo con demasiadas puertas, al final del pasillo se detiene y abre una puerta de metal con sólo una pequeña ventanilla. Nos adentramos y me quedo sin palabras.

—Es un cuarto de...

—Tortura —termina Mónica al ver que dejé la oración en el aire.

El cuarto tiene varias vigas con cadenas en el suelo y en el techo, del lado izquierdo junto a la pared hay todo tipo de armas o instrumentos para infringir dolor, del lado derecho hay una camilla y también un agujero simulando el cañón de un tanque lo suficientemente grande para una persona, al otro lado de la camilla se encuentra una silla especial para mantener inmóvil a quien la use.

—¡Átenlos! —ordena Barone haciendo que salté en mi lugar.

Eso hacen, a las hermanas las dejan juntas pero lejos de sus padres.

NO TODO ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora