IX

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Llevamos 20 minutos y ya estamos por llegar con los Shesadak.

—¿Los utilizarán como rehenes? —no pude evitar preguntar.

—No.

—¿Su familia es importante?

—No.

—¿Es venganza?

—No...

—¡Dime algo!

—No.

—¿Por qué? Siempre hay un por qué.

—No es de tu incumbencia.

—¿Es enserio? ¿No es de mi incumbencia?, ¿entonces así hablaremos a partir de ahora?... perfecto —dije lo último sonriendo.

Dos minutos después llegamos a una pintoresca casa. Muy bella a mi parecer, una jardinera al frente, tres pisos llenos de ventanas, un balcón a cada costado. La fachada estaba bien cuidada, de color blanco, los marcos de las ventanas y las puertas de color rojizo.

Nos bajamos de las camionetas, tenía que parecer cosa normal que 5 individuos bajaran
de dos camionetas, sin contar que son blindadas y que tres de ellos llevan armas grandes.

Me posicione al frente de ellos y avance directo a la vivienda.

—Espera —dice Dante antes de que abra la puerta, más no lo escucho y entro.

Al entrar observo que la casa tiene un toque sencillo pero sofisticado, cuadros por doquier, muebles en perfecto estado, una chimenea.
Es todo lo que puedo observar antes de dirigirme a las escaleras.

—No hay ruido... —dice alguien a mis espaldas.

Subimos la primera planta y me detengo, giro hacia ellos.

—Arabella, lleva las camionetas a la parte de atrás, no podemos sacarlos por la puerta principal.
Gian, Dante y tú irán por la parte izquierda, Connor conmigo. Ustedes —dije señalado a Gian y Dante—. Tiene dos minutos para estar de nuevo aquí, así que muévanse —activo mi reloj y el cronómetro empieza a correr.

Sin más me giro a la derecha, buscando en los cuartos pero no hay nada. Le hago una señal a Connor para regresar.

—Imagina que esos cuartos sean de guardias, deben de estar con ellos —dice un tanto angustiado.

—No, sabes perfectamente como es el cuarto de un hombre y más si son como los nuestros, esos no son cuartos que utilizaría uno de ellos exactamente.

Llegamos a las escaleras, pero Gian y Dante no estaban. Espero un minuto más y nada, decidí subir al siguiente piso, llegamos a la mitad de la escalera pero me detuve a observar la ventana que estaba ahí justo en medio, la vista daba hacía la parte de atrás; un bello jardín a diferencia del principal no tiene flores y en su lugar algunos juegos para niños.

No se por cuánto tiempo lo observe, no quería que se me escapara nada. Al girar para continuar Gian y Dante subían.

—¿Encontraron algo? —preguntó Dante.

—No, todo vacío, está amueblado pero todo está vacío. —contestó Connor.

—Sigamos, lo mismo pero ahora háganlo rápido.

Subimos lo más rápido y silenciosamente posible, Connor y yo revisamos todos los cuartos pero el resultado fue el mismo, muebles, toallas y jabones en los baños, todo lo necesario para asearse pero al llegar al closet no había nada. A lo mucho que encontramos fueron unos accesorios.

Con la poca paciencia que tenía y sin esperar a nadie fui directo a la última planta, sólo había habitaciones.

Llegaron Connor y los otros dos, hice la señal de que entraran, fui a la segunda recámara y al parecer era de la hija más grande, Connor entro a la tercera habitación, está estaba desordenada, llena de juguetes, lo que indicaba que era de la menor de los Shesadak.
Tenía un balcón que daba hacía el jardín trasero, no sé pero algo me decía que ese jardín no es lo que parece.
Lo observe y observe hasta que llegó Dante.

NO TODO ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora